Si los partidos políticos tenían ya un alto nivel de desconfianza por parte de los ciudadanos, este 2021 representará la cúspide de sus "negativos”, para hablar en el idioma de las encuestas que en breve inundarán las notas nacionales.

La alianza del PRI, PAN y PRD significa la corroboración de que ningún partido funciona más con base en ideologías, aunque las utilicen mucho en sus discursos y citando a sus padres fundadores con una prosa orgullosa.

El hecho de que estos tres partidos vayan juntos, nos hace ver la decadencia de nuestra clase política por un lado y la desesperación que, como oposición, sienten ante su impotencia de competir contra el presidente Andrés Manuel López Obrador, quien les ha arrebatado la narrativa desde la campaña a la presidencia.

El Presidente los ha borrado del mapa, a pesar de malas decisiones y gravísimos errores cometidos por él y su equipo, siempre basado en la misma narrativa: "México ha sido saqueado por un grupo de corruptos que no tienen llenadera. Una mafia del poder en la que participaron empresarios, políticos, comunicadores, medios e intelectuales; neoliberales que se han visto beneficiados mientras el pueblo se muere de hambre. Por el bien de México deben terminar esos abusos, debe terminarse con la corrupción rampante. Por el bien de México, primero los pobres.”

Y así, no importa el tema, ni la ocasión. Ya sea que se trate del aeropuerto de Texcoco, de la cancelación de todos los fideicomisos o de la respuesta a la nota que dan las calificadoras internacionales al riesgo país o la deuda soberana, la respuesta siempre va en los términos de su narrativa.

Porque en gran medida tiene razón en ella. La corrupción es el cáncer del país y sí, durante años se cometieron actos terribles de corrupción, abuso de poder y sí, también un grupo de personas manejaron (y siguen manejando) el país a su antojo.

El Presidente orienta esta narrativa principalmente a dos culpables: el PRI y el PAN. En su discurso: El PRIAN.

Parece ser que PRI, PAN y PRD, hoy convertidos en oposición, no logran aprender de la experiencia.

No comprenden que su alianza empodera la narrativa, tanto del Presidente, como de sus candidatos en el proceso electoral. No sólo tendrán que seguir recibiendo el daño que les inflige cuando los llama "mafia del poder”, "PRIAN”, "ladrones del pasado”, "corruptos que han saqueado a México" y un largo etcétera, sino que ahora también los señalará como incongruentes, montoneros, desesperados y por supuesto, de nuevo le sacará jugo a las teorías de "complot”.

Se borran formalmente las etiquetas de "derecha”, "centro" e "izquierda", y sólo queda un Todos contra AMLO, sin ideologías ni principios, sólo la necesidad de unirse temporalmente para ganar fuerza rumbo a 2024.

En diversos municipios y estados del país, los gobiernos de MORENA han sido tan desastrosos que seguramente candidatos de esta coalición ganarán importantes espacios. Posiblemente en algunos congresos estatales tendrán ahora mayoría, para oponerse a los gobiernos encabezados por MORENA, pero resultará interesante el día después de la elección, cuando en las oficinas de cada partido comience la nueva lucha por las posiciones y cuotas.

Se van a matar.

También habrá que ver si estos tres partidos no mandan a los mismos de siempre. Políticos que han pasado por todos los cargos existentes desde hace 30 años y que siguen peleando las pluris, las candidaturas y los cargos dentro de la administración pública.

Sume usted la narrativa del Presidente a una deficiente selección de candidatos, en caso de que los poderes fácticos al interior de los partidos dominen en la definición de las candidaturas y tendrá usted un muestrario de todo lo deficiente que tiene nuestro sistema político.

Y de darse este escenario, el presidente López Obrador se dará una fiesta.

Oscar Gómez Cruz

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