Rumbo al cierre del año 2024 el parte de guerra nos dice que en la CDMX ejecutaron a un presunto “lavador” de dinero, asimismo, en Sinaloa dos columnas de fuego y humo iluminaron el paisaje decembrino.

Para tener una línea de análisis señalaré dos conceptos que he comentado en algunas ocasiones.

Terrorismo por el hecho: Violencia premeditada contra objetivos no combatientes, ejecutada por agentes clandestinos o no, con el propósito de generar terror e influir en una audiencia para obtener determinados fines.

Terrorismo por el grupo/origen: Acto violento con motivaciones ideológicas que incluye causas religiosas, terrorismo delictivo ejecutado por grupos con motivos delincuenciales, de Estado cuando los agentes estatales son los que ejecutan los actos violentos y, terrorismo psicológico cuando una persona por razones de disfuncionalidad mental comente un acto que genera terror.

Con cualquiera de los dos conceptos ubiquen los hechos de Sinaloa. Con el primero es de esperarse que las indagaciones o mensajes posteriores den a conocer los fines del acto de terror; con el segundo, en las investigaciones podría trabajarse la hipótesis de calificar los hechos como un acto de terrorismo delictivo.

Independientemente de si se aclara que los hechos son o no actos de terror, el panorama en esa entidad federativa presenta un escalamiento en las hostilidades, por lo que es conveniente que se esclarezca si se está o no ante un acto de esas dimensiones. ¿Ustedes saben qué sensación generó en los sinaloenses las dos columnas de fuego y humo?

Recuerden que la Ley de Seguridad Nacional establece: “Artículo 5.- Para los efectos de la presente Ley, son amenazas a la Seguridad Nacional: I. Actos tendentes a consumar espionaje, sabotaje, terrorismo, rebelión, traición a la patria, genocidio, en contra de los Estados Unidos Mexicanos dentro del territorio nacional”.

Mahatma Gandhi expresó: “Lo que se obtiene con violencia, solamente se puede mantener con violencia”.