Originario de la Ciudad de México (1923), un artista que ha legado obra plástica caracterizada por la utilización y reforzamiento de un lenguaje plástico propio, adhiriendo las experiencias con otros artistas y la de su inherente creatividad, adecuándose a su tiempo, sin repetir cánones ya vistos y descontextualizados.

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Después de haber incursionado entre las leyes, la medicina y la antropología, Silva se decantó por las artes plásticas. Fue ayudante de Siqueiros, y desde él conoció y compartió con Diego Rivera y Pablo O’Higgins, entre otros.

A inicios de la Posguerra (SGM) tuvo una estancia en Europa, en Austria e Italia, principalmente. A su regreso, su obra pictórica Argumentum baculinum le hizo merecedor de una Mención Honorífica por parte del INBA. A partir de 1950 empieza a pintar murales por encargo, ejemplos que podemos apreciar en el edificio del Instituto de Capacitación de la SEP, así como en el Instituto Politécnico Nacional.

Pero lo que más ha distinguido al artista ha sido su obra escultórica, en la que es frecuente su evocación al astro solar, donde el prisma es el elemento formal que más utiliza y le distingue. Como también se adentra en el arte cinético (propio de su época), hace uso de lentes, espejos, imanes, entre otros objetos que permitan ser suspendidos en el espacio.

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Silva participó en el proyecto Grupos Escultóricos de la UNAM. Ha legado obra en el estado que él mismo adoptó como propio: Tlaxcala. En Puebla dejó obra en la Universidad de las Américas, y pudimos apreciar algunas de sus piezas en la Plaza Mayor de esta ciudad capital a inicios de este siglo, por gestiones del primer IMACP de la ciudad. Con respecto a su obra en espacios públicos cabe citar:

“La escultura exterior, a partir de los cincuenta se convierte en proyecto arquitectónico escultórico, escultura arquitectónica, escultura monumental, escultura urbana, y fuera de la ciudad escultura de los caminos, como la obra de Federico Silva en un puente o la talla en piedra de Federico Canessi integrada a una presa.”
A. Escudero y R. Pedroza

Ya que, si bien la pintura mural se vio impulsada después de la gesta revolucionara, la escultura tuvo que esperar tres décadas para recibir el mismo tratamiento gubernamental. Para entonces se concibe la escultura de gran formato para espacios abiertos y para ser incorporada a la arquitectura, dentro del movimiento de Integración Plástica que impulsaran los artistas de primera mitad del siglo XX.

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En un esfuerzo por integrar los espacios académicos, de investigación y enseñanza, con la cultura y el arte, la Universidad de las Américas Puebla apostó por la escultura pública en sus jardines y Federico Silva fue considerado debido a su trayectoria y la calidad irrefutable de su propuesta estética.

Guerra Florida, 2001, UDLAP

Al igual que Puebla, Tlaxcala, San Luis Potosí y el Estado de México son entidades que han heredado y albergan obra de Federico Silva. QDEP.