La urgencia de decir Nosotros

  • Juan Martín López Calva
En estos tiempos de desánimo, es urgente educar desarrollando una noción de patria

…Veo correr noches, morir los días, agonizar las tardes.
Morirse todo de terror y de angustia.
Porque ha vuelto a correr la sangre de los buenos
y las cárceles y las prisiones militares son para ellos.
Porque la sombra de los malignos es espesa y amarga
y hay miedo en los ojos y nadie habla
y nadie escribe y nadie quiere saber nada de nada,
porque el plomo de la mentira cae, hirviendo,
sobre el cuerpo del pueblo perseguido.
Porque hay engaño y miseria
y el territorio es un áspero edén de muerte cuartelaría...
…¡Oh país mexicano, país mío y de nadie!
Pobre país de pobres. Pobre país de ricos.
¡Siempre más y más pobres!
¡Siempre menos, es cierto,
pero siempre más ricos!

Efraín Huerta ¡Mi país, Oh mi país! (Fragmento) (1)

El jueves seguramente, como cada año, todos -o casi todos- celebramos. Porque es el cumpleaños de la Patria, el aniversario del inicio –que no del logro- de la lucha por nuestra independencia. Celebramos por costumbre, porque toca, por ser un pretexto para reunirnos y dejar que salga nuestro espíritu festivo, ese que nos caracteriza frente al mundo.

Algunos –un poco más de la mitad según las encuestas de popularidad- celebraron emocionados, viendo “dar el Grito de Independencia” desde el Palacio Nacional a quien consideran –no basados en los datos, pero sí en el triunfo de su narrativa épica traducida en su alta popularidad- el mejor presidente que ha tenido este país, al nivel de Juárez, de Madero, de Lázaro Cárdenas, que es con quienes él suele querer que lo comparen y a quienes mira cuando se asoma a su espejo mágico.

Otros –alrededor del cuarenta por ciento- celebramos más bien preocupados, con distintos niveles de desasosiego, desde los moderados que tratan de dimensionar objetivamente los riesgos de la crisis económica, de seguridad, política y de militarización del país, hasta los más radicales que están reviviendo por una especie de Deja vu o por repetición de lo que dicen otros, “la amenaza de un gobierno socialista o comunista”.

Los del “país de oro”, los del país de ricos, a los que se refiere el poema de Huerta, celebraron en grande, con la mejor comida y bebida, en los sitios más exclusivos y excluyentes o en sus mansiones de lujo, rodeados de pura “gente bonita”. Celebraron el país “cuerno de la abundancia” que les garantiza seguir siendo siempre más ricos, sin importar el color que gobierna o el rostro de quienes encabezan cada sexenio los tres poderes de la unión, que en una especie de eterno retorno, parecen volver a depender de un presidente todopoderoso a quien deliberadamente se promueve como encarnación de la patria.

Los del “país-infierno”, los del país de pobres, cada vez más numerosos y cada vez más pobres, celebraron de forma más austera, tal vez acudiendo a las plazas públicas de todo el país a la ceremonia oficial del Grito de Independencia, ya sea por voluntad propia o acarreados por el gobierno en turno, como se estila desde tiempos inmemoriales, o bien en sus modestos hogares, estirando sus magros recursos para tener una cena con platillos típicos y convivir en torno a la mesa, tratando de evadir por unas horas el drama de su vida cotidiana.

Aquéllos que tenemos la fortuna de no haber perdido familiares a causa de la creciente e imparable espiral de violencia o de la cruel pendemia, festejamos también la vida, la buena fortuna de haber librado estas olas de contagios que se han llevado a tantos mexicanos, de no tener a ningún ser querido que haya sido levantado, desaparecido, asesinado o víctima de los múltiples feminicidios que siguen asolando ante la impunidad y la indiferencia generalizadas.

Quienes tienen en su entorno cercano a familares o amigos desaparecidos o fallecidos por cualquier de las razones anteriores, seguramente tuvieron un festejo más bien triste o muy amargo en el que el grito fue más bien de impotencia y de exigencia de justicia, de ajustar todo lo que se encuentra desajustado en nuestras estructuras, en nuestras instituciones, en nuestra cultura nacional que se ha acostumbrado a la muerte injusta y prematura, más que a la muerte natural con las que se ha jugado y bromeado en nuestras tradiciones del Día de Muertos.

Cada uno tuvo un festejo distinto, según “como le ha ido en la feria” si usamos la expresión popular y también, sin duda, según su particular noción de patria, como dice Benedetti en su poema del mismo título. Desafortunadamente el jueves pasado, festejamos o más bien conmemoramos, más que una realidad como país independiente, una aspiración, un anhelo pospuesto por siglos de desigualdad, de pobreza, de abuso, machismo, impunidad y corrupción, que hacen todavía vigentes las palabras de Efraín Huerta, escritas en 1959.

No es mi intención amargar la fiesta –menos aún después de ocurrida- uniéndome al coro de los desmoralizados que han vuelto ya una moda en las redes sociales y en las reuniones afirmar -no sin razones- que no tenemos nada que celebrar.

Sin embargo, precisamente por esta creciente desmoralización, por este constante refuerzo de la realidad diciéndonos que nada puede cambiar y que podemos estar peor que cuando estábamos peor, considero urgente que todos y cada uno, desde su propia realidad y noción de patria, contribuyamos a hacer realidad con nuestro esfuerzo ciudadano el grito de Viva México, para que deje de ser un clamor en el desierto y se convierta cada vez más en una realidad palpable.

Hoy más que nunca los educadores necesitamos remar contracorriente e incluso superar nuestra propia desmoralización por este México herido y esforzarnos porque las nuevas generaciones crezcan -a diferencia de una gran mayoría de los jóvenes actuales- con un ánimo de orgullo por ser mexicanos, con un compromiso por construir un país cada vez más habitable, libre, justo, democrático y unido desde la aceptación de su diversidad.

En estos tiempos de desánimo, es urgente educar desarrollando una noción de patria, aunque como dice el poema de Benedetti: “quizá mi (nuestra) única noción de patria/sea esta urgencia de decir Nosotros…” (2)

 

(1) 4 de abril de 1959. Tomado de Poesía completa, 2ª edición, Fondo de Cultura Económica, México, 1995, pp. 226-229. Fragmento del texto publicado en Tierra Adentro
(2) Mario Benedetti. Noción de patria. https://www.poemas-del-alma.com/mario-benedetti-nocion-de-patria.htm

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Juan Martín López Calva

Doctor en Educación UAT. Tuvo estancias postdoctorales en Lonergan Institute de Boston College. Miembro de SNI, Consejo de Investigación Educativa, Red de Investigadores en Educación y Valores, y ALFE. Profesor-investigador de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP).