La rebelión de la hueste erudita

  • Miguel Ángel Rodríguez

Hace un par de días apareció el manifiesto “Contra la deriva autoritaria y por la defensa de la democracia” firmado por tres decenas de distinguidos intelectuales de México. ¿Cómo no reconocer entre algunos, los menos, de los abajo firmantes, una obra intelectual que marca la segunda mitad del siglo XX y principios del siglo XXI? Conozco, he leído por lo menos algún libro, un poemario, una novela, un ensayo, de la mayoría de ellos, como debe ocurrir entre la banda universitaria de mi generación. No me acuerdo cuántos debates libré en la marxista escuela de economía por mis aficiones a los escritores de Vuelta, la revista de Octavio Paz.

No quiero decir que no leyera a los escritores del grupo Nexos, pero la pluma del viejo Paz era fascinante y el presupuesto a veces no alcanzaba, así que el placer de la lectura me inclinaba por Vuelta. Ahora, sorpresivamente, asistimos a la comunión de Letras Libres (Enrique Krauze) con Nexos (Héctor Aguilar Camin), de los (neo) liberales con los neopatrimonialistas, como más o menos se caracterizaban entre sí.

Ahora se disuelven las añejas y enconadas rivalidades literarias, es un acontecimiento más allá de las ideologías, pues, por lo menos desde la década de los ochenta del siglo XX ambas corporaciones de intelectuales mantuvieron diferentes y, en ocasiones, confrontadas ideas estéticas y políticas que definían las respectivas líneas editoriales. 

Mientras Octavio Paz vivió, la revista Vuelta mantuvo, por ejemplo, una férrea confianza en un proyecto cultural independiente del Estado. No sólo encontraba nocivo hacer recaer sobre las espaldas de los contribuyentes, de la ciudadanía, el costo de la vida cultural de México sino que, de manera más relevante, era la resistencia romántica a la sumisión del pensamiento doctrinario del Estado. 

Se trataba, sobre todo, de la defensa vital e irreductible del derecho a la voz propia.
A la muerte del poeta el destino y el tono de la república de las letras fue distinto, floreció, desde entonces, una relación más tersa, más suave, más civilizada entre ellos. Se tejió un pacto silencioso de Paz entre los mandarines de la cultura y el Estado patrimonial semiburocrático.
No me voy a referir a Héctor Aguilar Camín, pues es muy bien conocida y documentada su relación económica con los hombres del poder político. 

Con la desaparición de la voluntad de saber de Paz se acabó Vuelta, pero con la revista se enterró el espíritu romántico, la tradición libertaria, la imagen y la palabra cargadas de energía se tornaron tersas, sonrientes y, lamentablemente, hasta mansas y obsequiosas. 
Enrique Krauze hace unas semanas comparó a Mariano Otero Mestas (le dijo Judas a Gestas…), el autor del derecho de amparo, el vicepresidente de la Junta del Ateneo Mexicano, el liberal moderado que murió de cólera, con Enrique Alfaro, un político priista y luego perredista, quien es actual gobernador de Jalisco. Al fin historiador, le reservó la inmortalidad en el panteón de la historia. "El gobernador Enrique Alfaro honra la tradición liberal de Jalisco. También Mariano Otero enfrentó gallardamente el acoso injusto del gobierno. Y pasó a la historia por resistir." 

Entre los firmantes mantengo un profundo respeto y admiración por las obras de Gabriel Zaid, Javier Sicilia, Roger Bartra, Guillermo Sheridan, Christopher Domínguez Michael, Jean Meyer y Enrique Serna. 

Javier Sicilia, Gabriel Zaid: poetas místicos; Roger Bartra, la historia de la melancolía y la hipótesis del exocerebro; Enrique Serna, además de creador de la utopía de El orgasmógrafo, es el retratista del origen de la política cultural de las emociones durante la época del milagro mexicano.

Guillermo Sheridan y la prosa poética de sus investigaciones sobre Los contemporáneos y, más recientemente, sobre las pasiones terrenales de Octavio Paz. Y el sarcástico humor que despliega sobre el lenguaje de la cultura popular en El dedo de oro. 
En fin, me resulta difícil imaginarlos corporativamente, se asemejan más a un archipiélago de soledades, muy próximos a Los contemporáneos. 

Por esa compleja amalgama de credos y temples me resulta incomprensible encontrar cuál es el sentido de esta fusión entre los mandarines de la cultura. Como quiera que sea, se trata de un acontecimiento político crucial, pues la treintena no sólo quiere transformar el escenario de la república de las letras, no, nada de eso. Nos llaman a defender, con tambores de guerra, los frutos democráticos, las libertades alcanzadas por los mexicanos durante la época de oro del periodo neoliberal. 

No voy a repetir aquí el juicio moral de Andrés Manuel López Obrador contra ellos por el silencio cómplice con el que observaron, la mayoría, los fraudes electorales del pasado inmediato.

Por el contrario, me alegra que la casta intelectual se unifique para pensar, para actuar en la vida política de México, porque a los circuitos tradicionales del poder político nacional le hace mucha falta un poco de Ilustración, de entendimiento e imaginación y, pienso, qué mejor que la hueste erudita asuma el timón en olas bravas, en esta hora aciaga para nuestro territorio, pues la estupidez de la clase política es proverbial. No obstante, casi al final de la lectura del manifiesto contra la presidencia de AMLO, me quedé azorado con la iluminada propuesta política que parió el ingenio colectivo de la treintena.

En el cénit de la imaginación sociológica nos convocan a una rebelión ciudadana comandada por los partidos políticos defrenestados por la voluntad popular, humillados por la respuesta ciudadana contra la corrupción de la clase política y económica tradicional. Y las preguntas brotan incontinentes: ¿No es la propuesta de la hueste erudita una muestra de la incapacidad secular para pensar y superar nuestra encrucijada histórica...? ¿Qué horizonte de sentido, qué comunicación política, construye para los mexicanos la idea de volver al camino de la corrupción y la impunidad de los partidos políticos tradicionales? ¿Por cuánto tiempo ese frágil e imposible ideario unificará a esta pléyade de pensadores mexicanos contra el ejercicio del poder político de Morena...?

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Miguel Ángel Rodríguez

Doctor en Ciencia Política y fundador de la Maestría en Ciencias Políticas de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP). Investigador y filósofo político. Organizador del Foro Latinoamericano de Educación Intercultural, Migración y Vida Escolar, espacio de intercambio y revisión del fenómeno migratorio.