María, sonrió al ver que pudo juntar sus letras en una primera palabra, sabía que eso sería el inicio de una gran carrera.

Quiso ser como su maestra de primaria, pero le olvidó obligadamente al ver como su pareja le gritaba en el estacionamiento y ella le imploraba que no le dejara.

Su ejemplo, por mucho tiempo fue una magistrada que le había leído en una revista e indagó su historia de vida, después supo por uno de sus colegas, que se había apoyado en una relación sentimental con un ministro para el cargo.

-No lo puedo creer Tania… parece que debemos estar al lado de un hombre para podamos salir adelante-

-No lo creo, considero que solo has visto a algunas historias, y eso no es la generalidad y menos aún una ley de vida- le dijo y las dos se fueron a su graduación, por fin serian abogadas.

-¿Qué tan liquido es el amor, qué tan efímero podría ser que nos condiciona a los entornos para poder triunfar?-

-Eso depende de lo que tu consideres un triunfo, para mi vivir y convivir todos los días ya es un triunfo, un día habremos de añorar estas charlas, cuando sean pasado… hoy que son un presente solo las vemos como algo común, y hasta la salud no la valoramos hasta que se va- le dijo Tania al despedirse, se iría por dos años al extranjero a continuar preparándose…

-Amiga, la vida no es un decreto obtuso, es trabajar todos los días por ese anhelo que ponemos como una meta relativa y lo que convivimos es un regalo que debemos disfrutar siempre- leyó María en su teléfono después 12 meses… sin saber de Tania.

-Las condicionantes de triunfo, no es por cuestión de género, recuerda a Roberto, siempre busco a Catalina por ser la sobrina del entonces ministro de justicia y gracias a eso ocultó la estulticia del leguleyo- las dos rieron, como en los viejos tiempos…

-No hay duda, la emancipación intelectual otorga grandes recompensas- Dijo María en su discurso como titular del ministerio de justicia.

Estrategia de vida: Nunca olvides tu objetivo y sé digno del triunfo.