¿Domar la pandemia?

  • Fernando Dworak

Decía George Orwell que el gran enemigo del lenguaje claro es la insinceridad. Cuando hay una brecha entre los fines reales y declarados de una persona, añadía, ésta recurrirá instintivamente a palabras largas y expresiones agotadas, como una sepia lanzando tinta.

Uno de las grandes sepias en el ecosistema político nacional es nuestro presidente, Andrés Manuel López Obrador. Tan eficiente es en su uso de palabras para encubrir sus intenciones, que hemos terminado hablando como él al momento que incorporamos sus expresiones en nuestro lenguaje común, aun cuando sea de broma o sorna.
 
Lejos de considerar a este recurso como la ocurrencia de un viejito dicharachero, se ha insistido aquí que se trata de una estrategia de comunicación premeditada. Esto es, si todos usamos sus frases, el presidente termina definiendo los marcos de discusión sobre lo que él dice que es la realidad del país y la autenticidad de sus políticas. ¿Lo dudan? Vean la popularidad que aún hoy mantiene entre quienes le creen ciegamente.
 
El esfuerzo más reciente para definir e implantar una realidad oficial es el uso de la palabra “domar”, al referirse a la pandemia. Puede sonar absurdo para un público enterado, pero la fuerza de la expresión radica en su emotividad. De esa forma, puede llegar a implantar una vez más una narrativa propia sobre un problema público, como lo ha hecho en todo manejo de crisis política que ha atravesado.
 
El verbo “domar” implica tanto amansar a un animal salvaje para que haga que obedezca al ser humano, como contener o moderar cierta pasión o conducta. En este caso, hablamos de una pandemia de alcance mundial que ha paralizado las economías del planeta. Si el ejecutivo tiene domada o está domando al COVID-19, entonces la enfermedad puede llegar a obedecer a su voluntad. Luego entonces, decir que la está domando reduce al tratamiento de la crisis a la narrativa del ejecutivo y no a un manejo, para muchos, inadecuado, de la situación desde hace varios meses.
 
Si el presidente “doma” a la pandemia, entonces se encuentra justificada su narrativa desde hace poco más de una semana: él sabía y advirtió de los riesgos, la pandemia es parte de un gran problema, causado por el neoliberalismo y en realidad el sistema de salud, incluido al doctor López Gatell, son solo la expresión amable de su voluntad. En consecuencia, toda falla que pueda detectarse no será resultado de su visión, sino errores de quienes debían traducirla en actos.
 
En este juego, la repetición del término es la mejor manera de arraigarlo, sea como elogio o como burla. Los medios de difusión van desde memes y tuits, hasta hacerlo una expresión coloquial más. Tal y como se hizo con la palabra “huachicol” para definir una conducta delictiva, por ejemplo. O con expresiones que forman parte de nuestro día a día como “esto no lo tiene ni Obama”.
 
Lamentablemente, llevamos años jugando su juego mediático sin darnos cuenta que ahí es donde reside buena parte de su poder y eficacia como comunicador. De esa forma, abonamos a la aceptación de su gobierno, sea de forma proactiva o a través de reaccionar sin desarrollar un discurso propio sobre quiénes somos, qué nos une como país y hacia dónde deberíamos dirigirnos como un colectivo.

En este sentido, ya no me importa tanto el daño que pueda causar la actual administración al país: con que lleve a la desaparición del grupo de políticos, intelectuales, académicos y “abajo firmantes” cuya mediocridad nos llevó a este estado, me daré por bien servido.

@FernandoDworak

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Fernando Dworak

Politólogo ITAM, Maestro en Estudios legislativos Universidad de Hull. ExSecretario de la Comisión de Participación Ciudadana en la Cámara de Diputados. ExDirector de Estudios Legislativos en Gobernación