Vivir la pandemia engañados y manipulados

  • Juan Luis Hernández Avendaño
Los gobiernos creen que un número elevado de víctimas reprobará la política pública de contención.

Juan Luis Hernández*

Según el Reuters Institute, México cerró el 2019 como el segundo país a nivel global con mayor número de noticias falsas (fake news), después de Turquía. Y en tiempos de pandemia, los mexicanos han consolidado el whatsap como la red social a través de la cual están en contacto con sus familiares y amigos, además de ser el principal medio por el que se informan de lo que pasa en una dimensión cada vez más desconocida llamada realidad. ¿Qué es lo que realmente está ocurriendo? ¿quién dice la verdad? ¿alguien dice la verdad? ¿a alquien le importa la verdad?

El sociólogo Byung-Chul Han ha señalado que vivimos una apatía a la realidad, sostenida en una época posfáctica caracterizada por fake news y deepfakes (inteligencia artificial para manipular la realidad). Esta construcción artificial de la realidad echa mano de la innovación tecnológica para alcanzar fines muy antiguos, tener el poder y controlar o manipular la opinión pública. Desde Julio César hasta Joseph Goebbels, aún en autocracias, aprendieron que es fundamental en política y en la lucha por el poder, tener a la opinión pública de su lado.

Hoy la generación de mentiras se ha convertido en una tarea profesional, no sólo desde los gobiernos, sino también desde las oposiciones. Durante mucho tiempo se pensó que los titulares exclusivos de la manipulación de la realidad y del ocultamiento profesional de la verdad le correspondía sólo a los gobiernos. Hoy estamos observando en México que la oposición a López Obrador por momentos rebasa la capacidad gubernamental para mentir, engañar, confundir y apanicar.

Goebbels nos compartió la hipótesis de que repetir una mentira cien veces, la opinión pública termina haciéndola verdad. Mago en la estrategia de seducir y engañar, el propagandista de Hitler legó a los gobiernos el uso del cero para magnificar o minimizar acontecimientos, según las propias necesidades de legitimidad política. Veamos. Los Aliados en la Segunda Guerra Mundial, específicamente los británicos, decidieron bombardear al final de la guerra una ciudad alemana que no habían tocado, Dresde. Ese bombardeo, según la policía local, habría matado alrededor de 25 mil personas. Goebbels le agregó un cero a esa cantidad y con fotos más que contundentes logró colocar la nota en varios medios de comunicación de los países aliados. El bombardeo fue tomado como terrorista y por primera vez los aliados tenían una imagen que hasta ese momento sólo se había pensado para Hitler. La importancia de un cero en la propaganda política.

Los gobiernos de México históricamente han sido expertos en el manejo del cero, sólo que hacia abajo. Ya sea en el terremoto de 1985, en la crisis del virus AH1N1 con Calderón en 2009, en los sismos de 2017, en la crisis actual, tanto el gobierno federal como los gobiernos subnacionales suelen subestimar las víctimas, les gusta poner ceros de menos. Los gobiernos creen que un número elevado de víctimas reprobará la política pública de contención, están convencidos que ahorrándose algunos ceros en las estadísticas, tendrán un mejor margen de maniobra y menos presión de la opinión pública.

Tanto López Obrador como López Gatell están en la mira sobre la fiabilidad de sus datos, claramente subestimados y subregistrados. Ante una estrategia errática, confusa, contradictoria y caótica, el gobierno federal sostiene en general lo más importante, que tres cuartas partes de mexicanos estén en su casa. Una tercera parte, probablemente 30 millones, no pueden hacer el aislamiento social o simple y sencillamente no quieren, por diversas razones.

Pero del lado de la oposición, crece una estrategia sofisticada de creación de noticias falsas con el único propósito de debilitar a López Obrador, y de ser posible, de tirarlo de la presidencia. Así ha aparecido, por dialéctica, una fuerza política que hasta ahora no había sido tan visible: la derecha golpista. En política los polos se nutren. López Obrador ha alimentado a esa derecha, y esa derecha parece estar decida a hacer lo que sea necesario para que López Obrador no termine el sexenio. Y todo eso, en plena pandemia. La polarización viene de lejos, se sigue alimentando estos días, pero con una dosis inmensa de tergiversación de la realidad. Habrá que cruzar esta crisis de la mano de quienes pensamos son los medios de información más serios, en especial los portales sostenidos por periodistas independientes, y definitivamente no ser parte de las campañas de odio que sirven a la manipulación de la realidad.

*Politólogo, Director del Departamento de Ciencias Sociales de la Ibero Puebla.

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Juan Luis Hernández Avendaño

Politólogo, director general del Medio Universitario de la Universidad Iberoamericana Puebla y profesor-investigador de Ciencias Políticas por la misma institución.