Dos frentes

Están en la primera línea entregando todo para salvar a quienes contrajeron esta enfermedad

En medio de la contingencia por el COVID-19, el Ejército Blanco desafortunadamente ha tenido que luchar en dos frentes.

El primero de ellos es la batalla para evitar un contagio mayor de este virus que tiene paralizado al planeta, a las mujeres y hombres que forman parte del sistema de salud los vemos trabajando las 24 horas del día a costa de su propia vida y la de sus familiares.

Ellos están en la primera línea entregando todo para salvar a quienes contrajeron esta enfermedad; en algunos casos laboran sin los insumos necesarios y en condiciones precarias.

El segundo frente es la discriminación que reciben por parte de los ciudadanos, como si fueran un verdadero peligro para la humanidad; nada más falso que ello.

Lamentablemente en las redes sociales hemos visto testimonios de doctoras, enfermeras y camilleros que han sido tratados con la punta del pie por gente desconocida, que los quiere apartar de su camino por temor a ser contagiados por el virus que en Puebla ya tiene una letalidad superior al 11%.

La sociedad no se puede comportar así con todos ellos, quienes en otras partes del mundo son aplaudidos y considerados héroes sin capa.

En México el ambiente es otro; recientemente una enfermera del norte del país publicó un video en el que denuncia que una persona le arrojó agua para quitarla de su camino por miedo a ser contagiada.

En el estado de Jalisco,  unas enfermeras fueron bañadas con cloro con el mismo pretexto; sin lugar a dudas una muestra más de intolerancia, ignorancia y discriminación que sufren todos aquellos que en el inicio de su profesión hicieron el juramento hipocrático.

En otras partes del país  se han presentado casos en el que integrantes de este Ejército Blanco son agredidos física y verbalmente; además no les permiten entrar a las tiendas y los bajan del transporte público.

Esto es crueldad humana y no podemos permitirla.

Ellos son unos ángeles, con la columna vertebral del sistema de salud, sin ellos no seríamos nada.

Aprovecho este espacio para recordar que todo médico promete velar con el máximo respeto por la vida humana y ese juramento lo llevan siempre en su corazón.

 

Como miembro de la profesión médica:

Prometo solemnemente dedicar mi vida al servicio de la humanidad.

Velar ante todo por la salud y el bienestar de mis pacientes.

Respetar la autonomía y la dignidad de mis pacientes.

Velar con el máximo respeto por la vida humana.

No permitir que consideraciones de edad, enfermedad o incapacidad, credo, origen étnico, sexo, nacionalidad, afiliación política, raza, orientación sexual, clase social o cualquier otro factor se interpongan entre mis deberes y mis pacientes.

Guardar y respetar los secretos que se me hayan confiado, incluso después del fallecimiento de mis pacientes.

Ejercer mi profesión con conciencia y dignidad, conforme a la buena práctica médica.

Promover el honor y las nobles tradiciones de la profesión médica.

Otorgar a mis maestros, colegas y estudiantes el respeto y la gratitud que merecen.

Compartir mis conocimientos médicos en beneficio del paciente y del avance de la salud.

Cuidar mi propia salud, bienestar y capacidades para prestar una atención médica del más alto nivel.

No emplear mis conocimientos médicos para violar los derechos humanos y las libertades ciudadanas, ni siquiera bajo amenaza.

Hago esta promesa solemne y libremente, empeñando mi palabra de honor.

(Versión actualizada del juramento hipocrático)

 

Estoy a sus órdenes en:

Twitter: @RayAtanacioLuna

Facebook: @RayAtanacioLuna

Teléfono: 22.23.72.11.00  Ext. 196

Correo: dip.raymundo.atanacio@congresopuebla.gob.mx 

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