La internet junto con las redes sociales, están volviendo a su verdadero propósito para lo que en esencia fueron creadas, servir y facilitar la interacción social del hombre a través del conocimiento y la distancia.

Antes del Coronavirus y las cuarentenas, el principal uso de la Social Media se había distinguido por el marketing y la publicidad como los grandes monstruos que se servían del hombre y su privacidad para generar consumidores de necesidades innecesarias, que a través de la constante repetición de modas, tendencias y la promoción del ego, lograban garantizar la adicción fortuita del público, desaprovechando muchas plataformas para el consumo educativo, humano y cultural.

Esto no quiere decir que la tendencia capitalista se haya terminado, sino más bien, a partir de la realidad de “claustro” que se vive, los usuarios han sabido aprovechar y re-valorar al máximo el uso de la internet y las redes sociales, ya no solamente para alimentar el círculo vicioso de la mercadotecnia y la desinformación, sino para simplemente cumplir con una necesidad básica, “comunicarnos”, “compartir”.

Lo humano de hablar y mirar a alguien, lo humano de reír y llorar con quien me escucha, lo humano de tener amigos que están lejos y saber que se encuentran bien, lo humano de compartir con el mundo mis pasiones, defectos y virtudes, pero sobre todo, lo humano de valorar al otro lado de la pantalla, el encuentro con aquella persona que me brinda la certeza de mi propia existencia al mirarlo y mirarme.

Necesidades primarias en la sociedad como el trabajar, crear y estudiar, han sido solventadas temporalmente por estas herramientas virtuales al servicio del hombre. Potenciando al máximo cada una de las plataformas que ya se conocían pero que no se aprovechaban, ejemplos como Google Classroom, Blackboard Learn con todas sus funciones educativas, “Zoom” Video Conferencing, Facebook Live junto con los demás gigantes de las transmisiones en vivo como Youtube e Instagram (IGTV), sin dejar de mencionar Whatsapp, Telegram y Skype en el uso cotidiano. Todos, regalándonos momentos de calidad en la pantalla, desde conciertos, conferencias, misas en vivo hasta gente cortándose el cabello por simple ocio.

“Tan cerca y tan lejos” estamos de nuestros seres queridos, pero “tan lejos y tan cerca” de poder hablar con ellos y entender que en otros años, un confinamiento de este tipo sin la actual tecnología con la que contamos, hubiera sido impensable superar con el tipo de sociedad inhumana que aveces somos.

Esperemos que este regreso humano en lo virtual, haya llegado para quedarse después de que termine la contingencia por el COVID-19, recordándonos lo verdaderamente importante ante lo vulnerable que es el hombre, aquello que nos hace realmente vivir y no ser autómatas esclavos de la tecnología y el uso imprudente de las redes sociales.