El manicomio de MORENA

  • Patricio Eufracio Solano
Resulta difícil creer que nadie del pasado gobierno lo supiera

San Roque, el edificio en Puebla, era un manicomio. El reciente “descubrimiento” de que el morenovallismo también lo utilizó para sus trapacerías, ha movido al encono administrativo, académico, cultural y social. Resulta difícil creer que nadie  del pasado gobierno lo supiera: ni Finanzas, ni Turismo y Cultura, ni la Dirección de Patrimonio Cultural, ni el INAH… pero, eso se asegura y, mientras no se demuestre lo contrario, la presunción de inocencia es un beneficio jurídico.

Sin embargo, pareciera que los humores atrapados en San Roque, junto con los que se liberaron con la expropiación del otro siquiátrico, sito en Cholula, mancillado por Rafael al arrebatárselo a los Juaninos, han contagiado a los morenos poblanos, quienes al paso de los días se comportan de forma más zafia y alienada, haciendo, con su quehacer cotidiano, que MORENA luzca como un manicomio, dentro del cual, hasta el Presidente y la Primera Historiadora, aportan su granito de arena en este concierto de lunáticos.

El primer signo visible de la locura colectiva de los morenos poblanos, fue meses antes de la caída del helicóptero donde viajaban Martha Érika y Rafael, cuando ganaron casi todo en Puebla, menos lo más importante: la gubernatura. Ya después del 24 de diciembre pasado, se les veía con una indescifrable expresión de asombro, duda, una pizca de temor a Lo Insondable y un incipiente brillo de esperanza en la mirada; “Dios es poblano”, llegó a oírseles murmurar a los más adelantados.

¿Las consecuencias?

Primero, la rebatiña por las Comisiones Legislativas, donde Briestro y el JJ, se dieron hasta con las Obras Completas de Sigmund Freud, con tal de obtener los sitios más privilegiados del manicomio legislativo. En ese primer momento, todo parecía tan solo una más de las batallas inter tribus, de las que habían hecho gala cotidiana cuando MORENA era tan solo un embrión enquistado en el PRD del pasado, y, por lo tanto, confiábamos en que digerido el empacho electoral, se comportarían como caballeros y damas, y, no –según decía Cantinflas: como lo que son.

A la par del deschongue legislativo, empezaban a aparecer los primeros signos de la bipolaridad de Claudia Rivera Vivanco. Ella, que durante sus primeros momentos lucía cuerda y hasta sensata en su comportamiento político, procurando una transición ordenaba, sin rencores, ni sangre; comenzó a hacer bizcos cuando los diputados y el candidato de MORENA al gobierno, le sacaban la lengua y le lanzaban trompetillas. Esos bizcos que creímos –¡oh, ilusos de nosotros!- que eran de aristocrático desdén político, resultaron, realmente, en tangibles reflejos del electroencefalograma discordante y rocanrolero que confirman la necesidad de administrarle Ritalín a grandes dosis, por aquello del Síndrome de Negación que caracteriza a los TDAH.

En segundo signo de locura fue el affaire de la Gubernatura Interina, en la que, morenos y morenas por igual, reclamaron ser los elegidos, contagiando con sus desplantes a todos los destemplados hijos del sicoanálisis, quienes, ni tardos ni perezosos, hicieron fila (¡42, según El Heraldo de Puebla!), currículum en mano, en la supuesta ventanilla de registro para la muy disminuida “Gran Silla Poblana”. Fue tal el loquerío, que al final no quedó en ella ningún moreno, dando así la razón al refrán: “platica (o pelea) poblano (o moreno), mientras yo te gano”.

El tercero de los inequívocos síntomas, fue el tenebroso proceso para la designación del candidato/a al Gobierno 2019-2024. Aquí la locura se diseminó por todos los poros de la administración estatal interina, las fisuras del Movimiento de Regeneración Estatal, los “partiditos” y el “ex partidazo”, quienes todos juntos –y algunos hasta revueltos-, reciclaron a sus prohombres (y promujeres), revivieron sus zombis, desenterraron sus momias y rompiendo sus cochinitos se lanzaron con todo y contra todos, en una bufalada sin cencerros, ni cabestros, en pos de obtener la dorada presea de la “designación” de su propio instituto político, aunque estuviera a punto de perder el registro electoral, como fue el caso del PES y el PSI.

Sin embargo y en honor a la verdad, el único cuadrilátero interesante, e interesado, era en el que se enfrentaban Luis Miguel y Alejando. Y este combate no decepcionó a la fanaticada, quien siguió con interés –y no pocas apuestas casadas-, día con día los pormenores del pleito; que entre las líneas de los periodistas chayoteros y chayoteados, los columnistas interesados y desinteresados y los encuestadores serios y de los otros, fluctuó de AA a LMB en medio de un oleaje proceloso y espumeante que se definió, literalmente, en el último minuto.

Y ahí fue cuando la locura volvió por sus fueros y destornilló a Alejandro, aconsejándole no ceder, ni pactar y arrostrarse –sin arrastrarse- acusando a-todo-dios-morenista de su derrota (anunciada desde siempre por Andrés Manuel y reiterada con sorna y puyazos por Yeidckol Polevnsky); de tal suerte que pasó de ser un buen contendiente, a un mal correligionario, contagiando a últimas fechas a Nancy de la Sierra, quien en realidad no busca depurar el método de elección morenista, sino devolver algunos mandarriazos de los muchos que le han propinado a su “puchunguito” José Juan Espinoza por declarase abiertamente anti barbosista. Y ahí siguen, el AA, y el JJ, y la N de S, y demás iluminados neomorenistas, queriendo apagar al Popocatépetl a soplidos.

Y cuando creíamos que el desvarío morenazo no podía darnos más sorpresas, brincan al escenario lacaniano (por aquello del estructuralismo y la lingüística estructural) Andrés Manuel y Beatriz y nos descerrajan la noticia más inverosímil de los últimos días, al informarnos que solicitaron al Gobierno Español una disculpa pública por lo acontecido hace apenas ¡quinientos años! por aquello que en el entendimiento del tlatoani Andrés y su “lengua” (intérprete en tiempos de la conquista) Beatriz, consideran como  “agravios a los que ahora se conoce como derechos humanos”. Todo ello sin el menor rubor y de cara a la pirámide de Comalcalco, sin importar que durante la época aludida por la pareja presidencial, los reinos de Castilla, Asturias y Aragón aún no eran España –pues esta comenzó a denominarse así hasta 1648 en el Tratado de Westfalia-, ni Tenochtitlán era México –pues en ese 1519 había señoríos tributarios del reino mexica, pero de ninguna manera una nación unificada y uniforme-; y, como colofón de su arenga, el Presidente y la Primera Historiadora no tuvieron empacho en anunciar que, además de lo pedido a Felipe VI, conmemoraremos los 500 años de la derrota final de los mexicas en el 2021, así como la matanza de Cholula y la “Noche Triste” o “Noche Alegre” a decir de Andrés Manuel. Solo faltó en el video la aparición de Jack Nicholson en la escena de “El resplandor”, susurrando diabólico: Here´s AMLO!

La respuesta de la Casa Real Española, denegando la posibilidad de una disculpa, fue todo lo diplomática y cortés posible rechazándola “con toda firmeza”. En contraste, el mensaje enviado a través de twitter por Arturo Pérez Reverte, fue demoledor: “Si este individuo (AMLO) se cree lo que dice, es un imbécil. Si no lo cree, es un sinvergüenza”.

Lo insólito del asunto no es la demanda de Andrés Manuel, sino la complacencia y complicidad de Beatriz; ella siempre lució más sensata y mesurada. ¡En fin!

Ante lo relatado, solo me resta solicitar al único moreno que, hasta el momento, parece conservar la cordura y lucidez: ¡Por favor Luis Miguel, utiliza (y hasta abusa), de los antisicóticos (el Haloperidol, es el medicamento más común), pero mantén la ecuanimidad en medio de esta batalla que, sin duda, será –y es-, de locos cada día más desaforados. Confiamos en ti. No nos decepciones.

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Patricio Eufracio Solano

Es Licenciado en Lenguas y literaturas hispánicas por la UNAM.

Maestro en Letras (Literatura Iberoamericana) por la UNAM.

Y Doctor en Historia por la BUAP.