Memoria educativa de Puebla: me canso ganso

  • Miguel Ángel Rodríguez
Muchos docentes fueron víctimas de los golpes de aparato policiaco

Darío Carmona García, ex-secretario de Educación Pública de Puebla, con Mario Marín Torres, volvió a ser noticia esta semana, pues el columnista Rodolfo Ruiz Rodríguez lo exhibió como un funcionario que lucra de manera privada con los servicios educativos. Es una historia en la que el gris personaje ha logrado convertirse, gracias a sus trucos de malabarismo y manipulación de los resultados del aprovechamiento escolar, en un profesional muy cotizado en el teatro de las evaluaciones educativas punitivas.

Justo por eso, me parece de fundamental justicia recordar, para mantener viva la memoria educativa, que su política como titular de educación pública se caracterizó por una violencia sistemática contra los profesores y profesoras que se opusieran a la evaluación educativa homogénea, misma que no consideraba ni la pluralidad cultural ni la pobreza extrema de los contextos migrantes y rurales.

Muchos docentes fueron víctimas de los golpes de aparato policiaco, encarcelamiento y cese fulminante del empleo durante su gestión.

Escribo porque junto a la necesidad de mantener viva la memoria está el benjaminiano compromiso de contar la historia desde abajo, desde el otro lado, desde la digna rabia de quienes sufrieron la vejación impune del poder político durante el sexenio marinista.

La violencia de Carmona García podría considerarse como el antecedente legítimo de las políticas de  evaluación docente punitiva de Peña Nieto y Aurelio Nuño, acompañadas por la policía federal y el ejército.

Al final del sexenio marinista, en los pasillos de la SEP, cuando todavía era el mandamás, el que comandaba, bajo la sombra ética de su árbol de moras, los exámenes y los resultados de PISA, ENLACE y, ahora, dicen que los milagrosos resultados de PLANEA con Moreno Valle, se encontró con la profesora Sandra Aguilera Arriaga.

Ahí, en sus dominios, la  investigadora encaró al desfachatado funcionario y le reclamó por los abusos de autoridad y los arbitrarios ceses laborales que durante su gestión había ordenado contra el magisterio poblano. Es necesario tener muy fresco en la memoria que Darío Carmona García fue uno de los funcionarios más eficientes en vigilar y castigar a la disidencia, pues implementó una política laboral al margen de toda legalidad, desconociendo cualquier derecho consagrado en la Constitución, contra los profesores y profesoras de Puebla.

Hizo lo que quiso para sacar dinero.

Para no ir más lejos, la historia de los doctorados que autorizó Darío Carmona durante su gestión, para que funcionaran por todas partes, en los locales más inverosímiles y con una planta de profesores más increíble aún, será materia histórica para los anales de la bribonería educativa poblana del Antiguo Régimen.

Ahí, a esos "establecimientos", mandaba a estudiar a cientos de profesores, por los que la SEP de Puebla, Darío Carmona, con dinero público, pagaba costosas y multitudinarias colegiaturas a las universidades privadas.

Tantas universidades se abrieron en la ciudad de Puebla, y creo que siguen abriéndose a granel, que en una de sus giras por Alemania, el ex-gobernador Rafael Moreno Valle, que solía confundir con frecuencia lo grandote con lo grandioso, presumió que el estado que él gobernaba tenía más de cuatrocientas universidades.  

Los alemanes presentes todavía se descojonan hasta las lágrimas de tan desbordada imaginación tropical.

De repente en Puebla todos son doctores, todos con su tarjeta en la mano, como diciendo -" ...estoy para lo que guste y mande Señor" -¿no estaba mejor el mundo cuando había más enfermos y menos doctores?

Un día me tocó presenciar una ceremonia académica en el que un compadre de Carmona, también alto funcionario, presumía, con la modestia acostumbrada, tener tres doctorados en educación.

Si me preguntan, no me acuerdo ya del nombre de las universidades y de lo que dijo mucho menos. Los lugares comunes hubieran dado lustre al discurso zafio de auto-engrandecimiento y zalamería cortesana del tri-doctorado

Sandra Aguilera Arriaga también cursó por ese tiempo el doctorado en Investigación Educativa en el DIE-CINVESTAV-IPN -con beca Conacyt que incluyó una estancia de cerca de un año en Nueva York. Y cada año, religiosamente, tenía que renovar la autorización oficial para continuar estudiando, aún los doctorados de calidad internacional, avalados por CONACYT, requerían estar sujetos y pasar antes por el visto bueno y el juicio del secretario de la dependencia.

La palabra de Darío era la última y definitiva.

En la danza fellinesca de doctorados patito inaugurados por Carmona García el DIE-CINVESTAV-IPN era una institución sin referentes y, sin respeto alguno por la tradición de la institución, con el poder omnipotente que significaba ser el cantante del gobernador en las noches de luna llena, actuó en consecuencia.

Cuando Sandra se encontraba en medio de la tesis, cuando aún tenía que asistir a talleres y seminarios, Darío Carmona García, con toda su grotesca figura, pasando por encima de los derechos laborales del magisterio, sin importarle un carajo el CONACYT y el DIE-CINVESTAV, dio la orden fulminante de suspender el permiso académico para la conclusión del doctorado.

Como se sabe entre nuestros amigos y conocidos, porque lo celebramos en grande, la profesora Sandra, pese a todos los obstáculos sembrados, se doctoró en el DIE con el amplio reconocimiento de algunos de los más críticos y rigurosos investigadores de la educación en América Latina, pues formaron el sinodo Ruth Paradise, Eduardo Weiss, Daniel Hernández Rosete, Robert Smith y Sylvia Schmelkes.  

Montado en la rueda de la importancia, pienso, habría que dar más relevancia a las tesis doctorales por el fuste intelectual de los sinodales.

No es fácil decirlo, pero Sandrita nunca pasó de profesora de medio tiempo en educación normal.

Pero las verdaderas razones de las fobias de Darío Carmona contra la doctora Sandra Aguilera, además de la envidia y el oscuro resentimiento intelectual, eran otras, de carácter ideológico y político, pues se alimentaron de la oposición abierta y pública contra la simulación, la corrupción y el derroche de recursos humanos y económicos que caracterizaron a la secretaría de educación pública durante el sexenio de Mario Marín Torres y que Sandra denunció sin cortapisas.

Eso era algo que Darío no estaba acostumbrado a tolerar a su alrededor.

Pero mi amada se rebelaba y participaba activamente con grupos magisteriales críticos de la sierra morena, colectivos relacionados con la resistencia a las homogéneas evaluaciones oficiales y de lado de la construcción de formas más hospitalarias de educación. Con esas malas compañías se juntaba Sandrita, sus pasos amorosos por la Sierra Negra, la Mixteca y la Sierra Norte guardan huellas.

Además de una belleza de lejanías, mirada solar y sonrisa de dulce daga, era una mujer de carácter fuerte, muy fuerte, y una ciudadana muy clara de sus derechos.

Sandrita, junto a otra aguerridas profesoras, entre quienes recuerdo muy bien a la profesora Claudia Quintero, encabezó una lucha por la defensa de unos terrenos de maestros que Manuel Bartlett, exgobernador de Puebla, arrebató con un golpe sobre la mesa al magisterio. Un latrocinio por el cual más de 300 profesores fueron despojados de sus legítimas propiedades.

Sandrita salió a protestar y con los profesores cerraron la recta a Cholula. En tiempo de Bartlett era un desafío impensable. Finalmente, después de diez años de lucha, los profesores ganaron la batalla y sus terrenos, aunque con dimensiones muy recortadas y reubicados en una zona más proletaria, fueron recuperados en parte y, ahora, es un vecindario magisterial.

Recuerdo ahora una profesora muy emocionada en el funeral de Sandrita que dijo: "por ella tenemos casa".

Es decir inteligente, valiente y bella.

Como le contaba arriba, con ese temple de la mejor estirpe normalista, egresada de la normal rural de Saltillo, Chihuahua, cuando faltaban unas horas para que el gober precioso dejara por fin la gubernatura de Puebla, en la recta final de la oclocracia marinista, Sandrita se topó de frente, en las kafkianas oficinas de la SEP, al envaselinado secretario de educación, acompañado con su corte de funcionarios, aprovechó la coyuntura y le sorrajó en la cara, la lista de agravios contra el magisterio y la educación pública de Puebla.

Darío Carmona enrojeció hasta la coronilla cuando escuchó las palabras francas de la profesora norteña cuestionarle el autoritarismo, la injusticia, la arbitrariedad y la corrupción de su gestión como secretario. Pero no era un sentimiento de vergüenza el que invadió y paralizó el cuerpo fofo del funcionario, no, lejos de ello, aparecieron los ojos amarillos de la ira, de la cólera, del sistema límbico que es el único que le funciona.

Darío se detuvo, tragó saliva, y, con la voz temblorosa, la de los cobardes, le espetó a manera de respuesta: "agradece que ya no tuve tiempo, porque también a ti te iba a llevar la chingada."

Sandrita sonrió y siguió serena su camino.

Esa es la estirpe moral a la que pertenece Darío Carmona García.

Nadie puede olvidar, hoy que Morena anda tan norteada, quiénes fueron los ejecutores de las políticas educativas de la mafia en el poder, por eso escribo esta historia, porque ellos, los corruptos, tienen una responsabilidad política por sus actos, todavía es necesario juzgar con los parámetros legales y morales del nuevo régimen su actuación anterior, pues lastima mucho, duele ver cómo, por todas partes, se filtran las mismas sabandijas de siempre a seguir dirigiendo, robando y mamando de las desinfladas ubres del Estado, por lo menos en Puebla, bajo el silencio y complicidad de la Cuarta T. 

No vaya a ser que Darío Carmona García resulte como asesor de lujo del nuevo secretario de educación pública de Puebla o, incluso, como el mago que Esteban Moctezuma Barragán estaba esperando.

Por ese camino los estudiantes del sistema educativo mexicano, incluidos los indígenas y afrodescendientes que viven en la extrema pobreza, alcanzarían mejores logros académicos que los de Finlandia en un santiamén.

Me canso ganso.

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Miguel Ángel Rodríguez

Doctor en Ciencia Política y fundador de la Maestría en Ciencias Políticas de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP). Investigador y filósofo político. Organizador del Foro Latinoamericano de Educación Intercultural, Migración y Vida Escolar, espacio de intercambio y revisión del fenómeno migratorio.