El poder legislativo de Puebla y la servidumbre voluntaria

  • Miguel Ángel Rodríguez
Los monstruosos extremos de la domesticación humana. Dinero y poder, sus ejes.

Eudoxio Morales, investigador de la BUAP y militante de Morena, me comparte un video que podría ser memorable por varias razones. Es la grabación de una de las últimas sesiones del poder legislativo de Puebla, ocurrida el 30 de agosto del 2018. Es un documento histórico porque revela los degenerantes efectos biológicos que la servidumbre voluntaria produce en los circuitos neuronales de los legisladores y es un testimonio audiovisual que desnuda las  taras contraídas por la clase política de la entidad y de México a causa del oprobioso y moribundo Pacto por México.  

La primera razón memorable es la expresión hiperrealista del dominio absoluto del poder soberano sobre las voluntades de los diputados y, visto en perspectiva filosófica, uno de los extremos monstruosos de la domesticación humana.

Hanna Arendt reflexiona sobre filosofía moral para decirnos que hemos asistido en muy poco tiempo, piensa en el holocausto nazi, a la quiebra de todas las pautas morales en la vida pública. Y, siguiendo a Nietzsche, afirma que "el único nuevo principio moral proclamado en la época moderna resulta ser, no la afirmación de nuevos valores, sino la negación de la moral como tal..."

Regreso a la peculiar escena, que, por momentos, se antoja propia de una película de Federico Fellini. Unos cuantos diputados alrededor de una mesa, la Comisión Permanente, dirigiéndose muy solemnemente al pleno de la legislatura que se encuentra vacío.

Legisladoras y legisladores tiemblan escondidos detrás de los muros del congreso, a salvo de la muchedumbre rabiosa que intenta frenar el premio-nombramiento como magistrado, última voluntad de Rafael Moreno Valle, del ex-presidente del PRD y flamante ex-secretario de educación pública de Puebla.

¿Cómo pudo ser Benito secretario de educación pública de Puebla..?

Los gritos de la pequeña y eficiente multitud inundan el salón del poder legislativo, nada que hacer tienen los torpes diputados locales de la permanente, pues jamás hubo un debate que calentara las curules, todo fue remar y cantar en el manso río morenovallista. Salieron a presentar la cara, sin hipocresías, a confesar que son adictos a la incurable genuflexión y qué bueno, porque, pensándolo muy bien, deberían ser parte de los libros de historia regional contemporánea. ¿Cómo eran los diputados poblanos del periodo prepeje? –se preguntaría a los estudiantes.

A continuación se podría publicar una historia como esta y se les enseñaría que para que la voluntad exista necesita de la libertad, porque sin libertad desaparece la existencia misma del ser, la dignidad de los seres humanos se realiza solo en libertad.

La falta de libertad de conciencia embotó las entendederas, de por sí muy escasas, de los diputados del antiguo régimen, no saben qué hacer y, por momentos, se callan para escuchar atentos el discurso que se teje desde los militantes de Morena. Se ven reducidos al silencio, pues ninguno domina el discurso parlamentario ni tiene recursos jurídicos para desalojar a los diputados electos de Morena, que serán mayoría en la LX legislatura de Puebla.

¡Fuera Moreno Valle!

¡Fuera Moreno Valle!

¡Fuera Morenos Valle!

La gente enardecida les grita asesinos, corruptos, vendidos y hasta vendepatrias, son las huestes morenistas que arrojan con puntería sus proyectiles contra los atolondrados y timoratos diputados de la Comisión Permanente del Congreso de Puebla.

Resuenan las demandas de juicio político contra el ex-gobernador, alguien grita enérgico que la sesión es un simulacro, pues no hay ningún diputado en su curul. Gabriel Biestro, diputado local electo de Morena, los exhorta a cumplir con dignidad la representación popular y no aprobar el paquete de conservadoras reformas que Rafael Moreno Valle pretende heredar al próximo gobierno, que puede ser el de su esposa Martha Ericka Alonso. Patrimonialismo salvaje, ¿o cómo nombrar a este acto de sucesión...?

Los diputados poblanos, con la excepción de los de la permanente y una aguerrida Socorro Quezada Tiempo, quien tomó la tribuna para denunciar la penalización del aborto en Puebla, dejaron sin representación a la ciudadanía, pues las curules estaban vacías. Bueno, quiero decir, todo el sexenio la ciudadanía estuvo sin representación legislativa, pero los cuerpos de los diputados al menos se dejaban ver y levantaban las manos automáticamente, movidos por los hilos de un enano oculto detrás de las cortinas.

Ese enano, desde luego, no era capaz de ganar todas las partidas del ajedrez de la historia, imaginado por el filósofo Walter Benjamin, sino el ambicioso enano nibelungo que se apodera del oro del Rhin y pone, con su avaricia, en riesgo de muerte la morada de los dioses, del admirado Richard Wagner. Imposible olvidar que los dos pensadores alemanes estaban unidos por el romanticismo y su crítica a la idea de progreso. La crítica más profunda al espíritu del capitalismo, como se sabe, no proviene de un filósofo sino del autor de la tetralogía sobre El oro del Rhin.

En una franja del plató, la luminosa, veo la expresión política de lo que es un movimiento triunfante, legitimado sobradamente por las urnas. Observo a militantes tocados por la gracia de la elección, gestos de sincera pasión ideológica, cuya autenticidad es real, patente. Son aliados fundamentales en el proyecto político de Andrés Manuel López Obrador.

Ahí está, por ejemplo, el entusiasmo de políticos jóvenes, como Gabriel Biestro, indignados por el humillante papel de siervos de los diputados moreno-vallistas.

No obstante, en las sombras del escenario, aparece el rostro del oportunismo político. Nada nuevo, con la emergencia de todo movimiento político es inevitable que se sumen rémoras del antiguo régimen.

Políticos sin más ideario ni filosofía que las cuentas bancarias saltaron sobre el cuerpo de Morena, pero sabemos muy bien que son el mismo rostro del nihilismo, representan, para todos los efectos, la negación de toda moral.

Son actores políticos que buscan el dinero, la fama y el éxito a cualquier precio, más áun, creo que están condenados a conseguir todo lo que se propongan, porque necesitan siempre tener más poder, para conservar el poder que ya tienen. Y, lo más relevante, están poseídos por una voluntad ciega de poder.

En teoría esos actores están muy alejados de la idea de pureza moral del líder de Morena que, imposible olvidarlo, fue la que sedujo al pueblo de México. Y están lejos del Peje, nuevamente en teoría, porque el dueño de la chingada no busca la fama, ni el dinero, ni el éxito sino, diría Maquiavelo, sueña con alcanzar la gloria.

Ojalá que el sueño no termine, como casi siempre, en la dominación política de los mismos y ojalá que el romance de Morena con el pueblo no desemboque en otra pesadilla dantesca.

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Miguel Ángel Rodríguez

Doctor en Ciencia Política y fundador de la Maestría en Ciencias Políticas de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP). Investigador y filósofo político. Organizador del Foro Latinoamericano de Educación Intercultural, Migración y Vida Escolar, espacio de intercambio y revisión del fenómeno migratorio.