La cultura en los tiempos de AMLO (I)

  • Patricio Eufracio Solano
Tlaxcala parte de la cuarta transformación. Alejandra Fraustro y el plan. Bienestar y desarrollo.

A mediados de diciembre del 2017, Andrés Manuel López Obrador anunció que la ciudad de Tlaxcala sería la sede la Secretaría de Cultura durante su administración. A la fecha, nadie sabe, bien a bien, por qué eligió esta y no otra localidad para el asiento de la administración nacional de la cultura, en el marco de la llamada por él “cuarta transformación del país”.

Hoy poco importan sus razones, puesto que ha ganado y, para sustentar su promesa de “no fallarnos a los mexicanos”, debe cumplir y trasladar el aparato cultural nacional a Tlaxcala, puesto que, lo que en el 2017 era un anuncio, a partir de hoy deberá comenzar a ser una realidad. Para ello, además de un sitio: Tlaxcala, la intención de cambio tiene un programa, denominado “El poder de la Cultura” y una timonel: Alejandra Fraustro.

En esta y las siguientes entregas, comentaré los contenidos del programa, la dimensión del reto planteado y la actualidad social de la sede propuesta.

La de Tlaxcala es historia antigua en nuestro continente. Ha participado en todas las épocas y en todos los momentos de relevancia mexicana. Algunas de sus hazañas, como su decisiva participación en la transformación del mundo indígena, han sido mal valoradas y peor digeridas. Aún hoy, más de un trasnochado continúa calificándolos de traidores, asunto este que tan solo exhibe las escasas lecturas y raquítico análisis de la realidad histórica. Es tal el encono (e ignorancia) de estos trasnochados, que llegan a atribuir su dimensión territorial, la más pequeña del país, a esa supuesta traición, ¡ocurrida hace casi cinco siglos!

La realidad actual de Tlaxcala, por supuesto, no obedece a su leyenda negra, si bien no dista mucho de la nacional. Las estadísticas y datos del CONEVAL aseguran que el 46.8% de sus habitantes vive por debajo de la “línea de bienestar mínimo” (su actual gobernador aporta el dato, aún más dramático, de 58.9%). Es decir, que con una población de un millón trescientos mil personas (equilibradas casi al 50% entre mujeres y hombres), seiscientas ocho mil cuatrocientas personas, son pobres en alguna medida.

El 80% de los tlaxcaltecas son urbanos y el resto rurales. La densidad poblacional es cinco veces menor que el promedio nacional, ya que viven 318 personas por kilómetro cuadrado, siendo su capital la más poblada.

El promedio educativo de su población es: 25% primaria, 54% secundaria o medio superior y 17% superior. La mayor parte de los desempleados son jóvenes y, de estos, las mujeres son mayoría. La lengua prehispánica dominante es el náhuatl (23,402), si bien se habla asimismo: totonaco (1,668), Otomí (594) y lenguas zapotecas (227). Catorce de cada cien personas que hablan alguna lengua indígena, no hablan español.

Uno de los datos más alarmantes, de acuerdo al análisis del Programa estatal de Desarrollo del actual gobierno, es el aumento de los suicidios.

Y a este universo tlaxcalteca, vendrán –además de Alejandra Fraustro- de acuerdo al organigrama actual de la Secretaría de Cultura: dos Subsecretarias, Oficialía mayor, Unidad de Asuntos Jurídicos; once Direcciones Generales y el FONCA, el INAH y el INBAL, y, quizás (o quién sabe): el Canal 22, el INALI, IMCINE, Estudios Churubusco, Cineteca Nacional, CCC, CECUT y Educal.

Todo ello, a un territorio que cuenta con trescientas diez mil cuatrocientas dieciséis viviendas particulares ya habitadas y, que en el diagnóstico de 2013 sobre la Competitividad como Destino Turístico, ocupaba el lugar 29 del país y, en cuanto al indicador denominado: “Sectores precursores de clase mundial”, que mide la “calidad y capacidad de la infraestructura en telecomunicaciones y transporte, así como el acceso social a las TI”, ocupa el último peldaño nacional, y el penúltimo en cuanto a “Gobierno eficaz y eficiente”.

Pero no todo es así, en cuanto a delincuencia organizada y no, delitos del fuero común y federal, y violaciones legislativas federales, estatales y municipales, Tlaxcala está en los primeros sitios por su salud y mejoría social. Al menos hasta ahora que aún no llegan los “cultos nacionales”.

En este panorama, los defensores del “vaso medio lleno” encontrarán una oportunidad de progreso y bonanza propiciada por la llegada masiva de tanta gente culta y remunerada, misma que demandará servicios e insumos a granel, para beneplácito de los tlaxcaltecas. En cambio, para los paladines del “vaso medio vacío”, la “invasión” tiene visos de conquista cortesana (en ambos acepciones del término) y degradación, en una tierra cuasi virgen y con fuerte aroma prehispánico.

Lo único cierto a la fecha, es que el presidente electo prometió el arribo de la Cultura a Tlaxcala y no piensa fallarnos. Pero este no fallarnos ¿qué significará realmente en la cotidianeidad talxcalteca (y poblana, sin duda alguna)? Nadie parece saberlo, por lo que, ante la incertidumbre, por el momento solo nos queda atenernos a lo plasmado en el Proyecto Cultural del gobierno que entrará en diciembre y, particularmente,  a su eje denominado “Redistribución de la riqueza cultural”, en el cual Alejandra Fraustro sentencia: “la política cultural está concentrada en la Ciudad de México y en unas cuantas zonas urbanas. Esto tiene que cambiar”.

Traer el aparato administrativo cultural del país a Tlaxcala, con todo lo que esto implicará para sus coetáneos y demás cultos nacionales, indudablemente será el primer paso de este cambio. Esperemos que sea un paso firme (culturalmente hablando), y no un tropiezo (sociodemográfico y políticamente hablando) y, por supuesto, que no sea el último. Porque el que crea que la cultura solamente lo hacen (crean, fortalecen, rescatan, apuntalan, sostienen, etc., etc., etc.) los cultos de escritorio, está tan errado en su percepción humana, como aquellos que aún llaman traidores ancestrales a los tlaxcaltecas.

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Patricio Eufracio Solano

Es Licenciado en Lenguas y literaturas hispánicas por la UNAM.

Maestro en Letras (Literatura Iberoamericana) por la UNAM.

Y Doctor en Historia por la BUAP.