Marie Jo Paz

  • Patricio Eufracio Solano
Un documento de hace 18 años. Fragmento de Vislumbres de la India. Su muerte.

En el año dos mil, publiqué en el Proyecto Ensayo Hispánico de Georgia University una semblanza sobre Octavio Paz. La generosidad de José Luis Gómez Martínez, creador y director del proyecto, la colocó en sitio privilegiado y con los años se ha transformado en una de los textos más consultados en Internet.

Mi colaboración constaba de tres partes: la semblanza, la reproducción del Índice las Obras Completas editadas por el Fondo de Cultura Económica, y la publicación de ciertos pasajes de la obra de Paz, cosa que fue posible por la anuencia generosa de Marie José. Ella misma me proporcionó una fotografía, inédita hasta esos momentos, para engalanar el texto.

Hoy, ante la muerte de la “mujer más importante en su vida”, según aseguraba el propio Octavio Paz, reproduzco el fragmento del texto donde hablo sobre ella.

 

Marie José

Para Octavio Paz, Marie José es La Mujer; la contraparte elemental de todo Hombre; la oportunidad temporal de completar el Ser. En 1964, de camino hacia Bélgica para recibir el premio Knokke le Zoute, se detiene unos días en París. Marie José y Octavio se habían conocido fugazmente en la India y en París se reencuentran. Paz recuerda así aquel momento:

Una mañana —azar, destino, afinidades electivas o como quiera llamarse a esos encuentros— me crucé con Marie José. Ella había dejado Delhi unos meses antes y yo ignoraba su paradero, como ella el mío. Nos vimos y, más tarde, decidimos volver juntos a la India. Recuerdo que una noche, un poco antes de mi salida de París, le conté a André Breton mi sorprendente encuentro y él me contestó citándome cuatro versos de un misterioso poema de Apollinaire (La gitana):

Sabiendo que nos condenamos

en el camino nos amamos;

lo que nos dijo la gitana

lo recordamos abrazados.

Nosotros, Marie José y yo, no obedecimos al oráculo de una gitana y nuestro encuentro fue un reconocimiento (...) En el encuentro de amor los dos polos se enlazan en un nudo enigmático y así, al abrazar a nuestra pareja, abrazamos a nuestro destino. Yo me buscaba a mí mismo y en esa búsqueda encontré a mi complemento contradictorio, a ese tú que se vuelve yo: las dos sílabas de la palabra tuyo...

(Vislumbres de la India, OC, v, X, p. 376)

Marie José y Paz se casaron en los jardines de la Embajada Mexicana en la India.

Marie José es una mujer atractiva, de mirada inteligente, suaves maneras y firme carácter. El amor que Octavio Paz le profesaba iba más allá de dedicarle sus libros de poesía y llegaba al punto de permanecer pendiente de ella. Una anécdota narrada por Tulio Demicheli, uno de los colaboradores de la revista Vuelta, ilustra esta amorosa preocupación. La labor de Demicheli en la revista lo obligaba a consultar con Paz el índice de cada número de Vuelta. Regularmente lo hacía en forma telefónica, pero en ocasiones se presentaba ante el poeta. Una de esas ocasiones tan pronto fue recibido, Paz le indicó que lo siguiera a la afueras del edificio donde habitaba:

Y salimos —cuenta Demicheli. No era normal que a Paz le diera por ir de paseo a tratar los asuntos de la revista. ¿Será un virus peripatético —pensé? No, esa criatura genera debate y controversia, anima la conversación y Paz no decía palabra: ni preguntó por Vuelta, ni especulaba sobre tema alguno, sólo estaba nervioso y mudo. Dimos una vuelta alrededor del edificio de (la avenida) Reforma. Increíble: el poeta escudriñaba los parterres del jardín, se agachaba, miraba por debajo de los coches y, cada vez, se impacientaba más. Por fin, me decidí:

— Dígame, Octavio, ¿qué busca?

Primero me miró como si yo debiera saberlo o, al menos, haberlo adivinado; y luego, respondió:

— El gato. Se ha escapado el gato de Marie-Jo. ¿Se da cuenta?

— No. Digo: sí, claro...

Debió sentirse raro. Insistió:

— ¿No sabe cuánto quiere Marie-Jo a su gato? Pues ha desaparecido. ¿Comprende? No está. El gato no está en la casa. He revisado todos los rincones, bajo la cama, en la biblioteca, en todas las recámaras, en la sala, y el gato no está. Tulio, tenemos que encontrarlo Anduvimos una hora larga en pos del gato...

Hoy, Marie José, es la llama viva del espíritu del poeta y el alma de la Fundación Octavio Paz.

 

Fue tan grande el amor que Octavio le profesó a Marie José, que le dedicó los dos tomos de sus Obras Completas que contienen todos su poemas, no obstante que, algunos de ellos, no fueron originalmente escritos pensando en ella; por ejemplo, aquellos en los que se vislumbra, sin duda alguna, la figura y temperamento de Elena Garro.

Cosas del amor poético.

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Patricio Eufracio Solano

Es Licenciado en Lenguas y literaturas hispánicas por la UNAM.

Maestro en Letras (Literatura Iberoamericana) por la UNAM.

Y Doctor en Historia por la BUAP.