Cambalache

  • Brahim Zamora
El arrabal del Río de la Plata. El tango. Las elecciones presidenciales. La agenda que nos reclama.

Antes que nada agradezco la invitación de Rodolfo Ruiz a escribir en e-consulta, es algo que no hago hace algún tiempo pero con mucho gusto comparto mis opiniones ciudadanas y mis tangos, para quien no lo sepa, esa es mi otra gran pasión y quiero compartirla de algún modo por aquí. Agradezco también a quienes me leen.

 

En ese mestizaje sin filtros que es el lunfardo (la lengua del arrabal del Río de la Plata, la jerga de los pobres y migrantes que fundaron como idea Buenos Aires y después el tango), la palabra cambalache no significa lo mismo que en estas tierras menos sureñas.

Cambalache, según el Diccionario del Español en México es: “intercambio o trueque de objetos; sustitución de una cosa por otra”, así no en lunfardo, que en la acepción a la que recurrió Enrique Santos Discépolo para darle título a su famosísimo tango, es “desorden, mezcla confusa de cosas u objetos”.

Discepolín, como le apodaban amorosamente, en 1934 compuso un tema de una vigencia brutal, y aunque habla de un siglo 20 caótico, hipócrita, cínico y corrupto en la Argentina, lo mismo podría decirse del siglo 21 actual en México.

En el cambalache nacional que es el proceso electoral, pareciera que parte de lo que se dirime es una exigencia de limpidez política absurda.

Y es absurdo por el estado de las cosas, el contexto nacional, pues.

Al menos desde el año 2000, en que empieza a despuntar esto que llamamos democracia en México, la clase política ha sufrido una serie de transfiguraciones pragmáticas donde ya todo es lo mismo o casi lo mismo: el PRI erigido como un gran útero que expulsa un solo modelo de ser político y por tanto de hacer política tanto en la izquierda como en la derecha, dando como reultado la lejanía y desencanto de la ciudadanía frente a una fragmentación nacional e ideológica desconcertantes.

No podemos entonces pedirle peras al olmo de la clase política, si queremos mejores políticos debemos involucrarnos, y eso implica mancharse bastante los zapatos.

 

Vivimos revolcaos

en un merengue

y en un mismo lodo

todos manoseaos...

 

Dice el censurado tango de Discépolo.

La pregunta es ¿qué hacer frente a la boleta electoral? Votar. Es una perogrullada, pero sí, hay que emitir el voto, no hay un mejor candidato: hay proyectos mediocres frente a proyectos de espanto. Todas las coaliciones y partidos tienen a impresentables en sus filas y a otras personas bien intencionadas o con voluntad. Pero en términos generales pienso que las ciudadanas y ciudadanos de este país nos hemos ganado a pulso esta contienda en la que más que votar a favor, votaremos en contra de algo.

Aún así, debemos pensar el sufragio como un ejercicio pragmático y limitado que hay que tener para disentir de lo que tenemos hoy.

 

¡Hoy resulta que es lo mismo

ser derecho que traidor!...

¡Ignorante, sabio o chorro,

generoso o estafador!

¡Todo es igual!

¡Nada es mejor!

¡Lo mismo un burro

que un gran profesor!

No hay aplazaos

ni escalafón,

los inmorales nos han igualao.

 

Reclama Discépolo en su clásico.

 

Lo que nos queda es lo que sigue: del 2 de julio en adelante deberíamos sentarnos a discutir la gran agenda ciudadana que urge, que importa que urja.

Y no tiene que ver con las pequeñas agendas particulares de los colectivos sociales, o las agendas históricas del desastre nacional como la violencia contra las mujeres, la inseguridad, los proyectos de muerte o la crisis de derechos humanos… tiene que ver con el conjunto de errores y ominisones que hemos cometido las y los ciudadanos al descuidar la posibilidad de participar activamente de la formulación de leyes y de políticas altamente participativas: incidir en una gran reforma electoral que les cierre la llave del dinero y del poder absoluto a los partidos.

Construir la agenda de la participación política y ciudadana. Pelear férreamente contra la corrupción, la impunidad, la opacidad y el uso indebido de los recursos públicos y el dinero sucio, lo que redundará en eficientar las condiciones para sanear la política partidaria y los cargos de elección popular.

No queda mucho por hacer antes del domingo, queda todo por hacer desde el lunes dos de julio. 

 

Concluye el tango…

 

¡Siglo veinte, cambalache

problemático y febril!

El que no llora no mama

y el que no afana es un gil!

¡Dale nomás!

¡Dale que va!

¡Que allá en el horno

nos vamo a encontrar!

¡No pienses más,

sentate a un lao,

que a nadie importa

si naciste honrao!

Es lo mismo el que labura

noche y día como un buey,

que el que vive de los otros,

que el que mata, que el que cura

o está fuera de la ley...

 

Milongueros

En este enlace puede encontrar toda la información sobre la escena milonguera poblana de esta la semana del 25 de junio al 1 de julio: Ver aquí.

 

Cambalache

1934

Letra y música: Enrique Santos Discépolo.

Fue escrito para la película El alma del bandoneón (1935) y lo interpretó Ernesto Fama con la orquesta de Francisco Lomuto.

 

(Enlace de la canción: https://youtu.be/94fHOOqFV68 )

@elinterno16

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