Diluidos

  • Víctor Reynoso
Todos los partidos en las democracias modernas buscan acercarse al centro político

Profesor de la UDLAP

Algo tienen en común los tres principales precandidatos del actual proceso electoral: han tratado de diluir sus identidades políticas. El caso más obvio es el del PRI, que optó por el menos priista de sus precandidatos. Pero también el PAN, que no apostó por sí mismo, sino que buscó alianzas con partidos de orígenes e identidades muy distintas a las suyas. Y López Obrador, ahora con la presentación de su gabinete y su alianza con el Partido Encuentro Social.

Desde cierta perspectiva, no hay nada novedoso en esto: todos los partidos en las democracias modernas buscan acercarse al centro político, desde donde pueden acceder a mayor número de votantes. No es un fenómeno exclusivo de las elecciones: el matemático y economista Harold Hotelling planteó la ley que hoy se conoce con su apellido, en la que establece el modelo de la ciudad lineal: en una ciudad de una sola calle, los comercios que se sitúan en los extremos tienen menos probabilidades de vender sus productos que aquellos que se sitúan en el centro.

Pero el asunto no es tan simple. Al diluir sus identidades los partidos enfrentan dilemas. Al buscar al votante externo pueden perder su congruencia interna, y su electorado fiel. Es claro el caso del PRI. El caso de Meade recuerda al de Zedillo. Este último es, o fue hasta hace poco, una especie de demonio para el priismo. Llegó a la presidencia de la República sin militancia y sin cargos de elección. Un neoliberal educado en el extranjero. Igual que Meade. Los priistas tradicionales culpan a Zedillo de su derrota en el 2000 y de otros males.

El PAN y su alianza con el PRD y Movimiento Ciudadano da la impresión buscar una simple suma mecánica. Unir los votos de los tres partidos. Ciertamente este tipo de sumas que alguien llamó contra natura han dado resultado. Pero porque tenían un enemigo identificable: estados donde no había habido alternancia, donde el PRI seguía en el poder. Ahora no hay una razón tan clara para esta alianza. Puede que este intento de suma mecánica sume, puede que reste.

Tanto en su propuesta de gabinete como en su alianza con el PES López Obrador parece tratar de distanciarse de la imagen que él mismo ha ido creando de sí mismo y de su movimiento y partido. Cuestionado por tener una pobre formación universitaria (no ha estudiado posgrado, y terminó la licenciatura en mucho tiempo y con notas pobres), presenta en su gabinete personas con solidez académica, incluso con posgrados “en el extranjero” (es decir, en Estados Unidos). Supongo que a varios de ellos se les podrán aplicar los adjetivos de pirruris, señoritingos, blancos sin contacto con el pueblo, adjetivos que López Obrador ha utilizado contra sus adversarios.

Su alianza con Encuentro Social es todavía más extraña que las alianzas entre panistas, perredistas y demás. ¿Qué une a MORENA con el PES? Por lo pronto quedó claro qué los separa: lo que algunos han llamado derechos humanos de más reciente generación, como matrimonios entre personas del mismo género y el derecho al aborto.

¿La ley de Hotelling explica todo esto? ¿Están tratando estas tres fuerzas políticas de sumar votos, situándose cerca del centro? Puede ser. Pero eso no significa que lo estén haciendo bien, que les vaya a dar resultado. Al tratar de moverse hacia el centro, al acercarse a posiciones y fuerzas políticas distintas a las que les han dado identidad, enfrentan dilemas. Pueden ganar o perder. Ya se verá.

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Víctor Reynoso

El profesor universitario en la Universidad de las Américas - Puebla. Es licenciado en sociología por la UNAM y doctor en Ciencia Social con especialidad en Sociología por El Colegio de México.