Corazón perdido…, perdido corazón

  • Patricio Eufracio Solano
Leyendas poéticas. Andreu Almazán y su versión. Algunas inconsistencias. Los antropólogos.

El rumor es real, pero no su contenido. Surgió desde el momento de su muerte y, precisamente, desde el primer corte de su cuerpo. “Guárdelo, doctor, consérvelo para ejemplo de las generaciones futuras”. Dramático sin duda, pero falso. Pero, ¿de qué estoy hablando y por qué aseguro que es mentira? Del corazón de Aquiles Serdán. Nunca se lo extrajeron. Todo fue un mito, aunque el mismísimo Octavio Paz lo afirmara en un artículo publicado en El Universal, el 25 de agosto de 1929. En dicho texto Andreu Alamazán, mediante la pluma de Octavio Paz, asegura:

“En el panteón de Agua Azul se presenciaba un macabro espectáculo; los cadáveres de Aquiles Serdán, de su hermano Máximo y de Fausto Nieto se encontraban tendidos en las planchas fatídicas, esperando el bisturí de los doctores para hacerles la autopsia.

“El único médico que se había prestado para esta operación era el doctor Lázaro (sic. Se llamaba Lauro) Camarillo, pero faltaba practicante que le ayudara en su dolorosa misión; salió del apuro al presentarse piadosamente con los ataúdes Juan Andreu Almazán.

“—Cómo te agradezco que hayas venido, Juan. Vas a ayudarme a autopsiar estos cadáveres.

“—Tengo la entereza bastante para presenciar y ejecutar cualquiera operación; por eso estoy estudiando para médico; pero en este trance, es muy duro para mí abrir los cuerpos de mis queridos compañeros. Sin embargo, es un deber ayudarle a usted en esta penosa situación.

“—Manos a la obra; toma el bisturí y a trabajar.

“Antes de practicar la autopsia, Juan Andreu Almazán cortó mechones de cabellos de los mártires para entregarlos a sus familiares, y con toda sangre fría, resueltamente, tomó el instrumento cortante y procedió a abrir el cadáver de Aquiles Serdán. Unciosamente, con enorme respeto, extrajo el corazón del héroe, chorreando sangre y aún cálido de amor a la libertad, con ambas manos lo elevó como algo muy sagrado, y, entregándolo como una reliquia al doctor Camarillo, pronunció emocionado estas palabras:

“—Guárdelo, doctor, consérvelo para ejemplo de las generaciones futuras.”

Solo parte de lo dicho es verdad, por ello permítanme contarles, a la luz de los testimonios judiciales, cómo sucedieron realmente los hechos.

Toda la falacia comenzó cuando Andreu Almazán despegó en la política poblana allá por 1920. Asegura su biógrafa Marie Musgrave: “La segunda fase (de su carrera política) se inició en 1920, cuando ocupó puestos relevantes en el Gobierno, de donde surgieron sus contratos para realizar obras públicas importantes y necesarias que a la vez le favorecieron en lo personal, y culminó en 1940 con su fallida candidatura a la Presidencia de la República.”. En esos años se consolidaba la institucionalidad de la Revolución mexicana y todos los que se consideraban sus legítimos herederos querían una tajada del pastel y Andreu Almazán no fue la excepción sino la regla de este comportamiento que buscaba tener el currículum revolucionario más puro y más abultado. Y en la Puebla de esos años el mayor prestigio lo proporcionaban los Serdán y Aquiles primordialmente. Por ello no es de extrañar que Almazán lo incorporara como parte de su panteón revolucionario. Y con ello no pretendo negar que Andreu conociera a alguno o a todos los Serdán Alatriste, pero de ahí a que fuera un protagonista de primer nivel en el movimiento antirreeleccionista de 1910, es, por decir lo menos, dudoso. Y mi aseveración no subestima solo su edad, sino, sobre todo, que a decir de Marie Musgrave, los Almazán llegaron a Puebla en 1905 y es poco probable que, siendo los poblanos tan reservados y estando los Serdán en medio de una conspiración para derrocar a Porfirio Díaz, dos años después de su arribo (1907) hubieran admitido como principalísimo allegado a su amistad y a sus planes revolucionarios al joven Andreu, estudiante entonces de la carrera de Medicina en el Colegio del Estado.

Ahora bien y dando el beneficio de la duda a lo dicho por Andreu de que era amigo de la familia Serdán y que ya en 1910 comandaba a un grupo de obreros cuya misión era tomar la penitenciaría del Estado, eso no lo aproxima ni un milímetro a los hechos posteriores a la muerte de Aquiles Serdán y mucho menos al procedimiento de necropsia a que fue sometido. Hoy sabemos, gracias a los testimoniales del juicio que se emprendió contra los Serdán, que cuando es muerto Aquiles, Joaquín Pita ordena el inmediato traslado de su cuerpo a la Penitenciaría de la Merced y ya en ella, los médicos legistas Ignacio Farquet, Gregorio Vergara y Lauro Camarillo certificaron los pormenores de la necropsia practicada a Aquiles Serdán. No se precisa quién efectuó la autopsia, por lo que pudo haber sido Lauro Camarillo como afirma Alamazán, si bien es dudoso que en este procedimiento al antirreeleccionista más buscado, solamente Camarillo fuera el ejecutor. El certificado enviado por los médicos legistas al Juez Primero de Distrito dando cuenta de su labor, señala que se practicaron necropsias a diez cuerpos, entre ellos los de Aquiles y Máximo Serdán, durante los días 19, 20 y 22 de noviembre. Aquiles fue muerto la madrugada del 19 de ese mes, enviado al cuartel de policía y exhibido su cuerpo a la curiosidad pública. El día 20 es reclamado su cadáver por Luis Pérez Salazar para inhumarlo en el Panteón Municipal. De lo anterior se infiere que la autopsia debió efectuarse necesariamente el mismo 19 de noviembre por la tarde y ese día el cuartel policíaco era un hervidero de gendarmes, por lo que es improbable que dejaran pasar a Almazán, el antirreeleccionista encargado, en el plan de alzamiento de los maderistas poblanos, de “tomar la penitenciaría del Estado”, según afirma el propio Andreu en sus memorias.

Pero, suponiendo nuevamente que Andreu no exagera o miente en sus memorias, aceptar que Lauro Camarillo, médico legista oficial, le cede la iniciativa de la autopsia a un estudiante de medicina y que este en unos cuantos cortes llega a la cavidad torácica y extrae el corazón “chorreando sangre y aún cálido de amor a la libertad, con ambas manos lo elevó como algo muy sagrado, y, entregándolo como una reliquia al doctor Camarillo”, es abusar de la anatomía y de la literatura. Sin embargo, esta aseveración de Almazán no solo la desmiente el sentido común, sino sobre todo, la inspección de los restos de Aquiles Serdán que el pasado 18 de abril efectuaron los antropólogos y restauradores de la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural del INAH, quienes, al dictaminar el estado de la jaula torácica de Aquiles afirmaron que no fueron cortadas sus costillas, único procedimiento viable para extraer el corazón. “Existe un segundo procedimiento para ello”, nos aseguraron, “pero es menos probable, ya que tendría que removerse el músculo diafragma, parte de los pulmones y el árbol respiratorio y finalmente cortar las arterias y venas que conectan al corazón con el sistema circulatorio, y estas venas y arterias, son de un grosor que haría imposible su disección desde la base del tórax”.

Todo lo anterior nos lleva a concluir:

--1) Hasta los grandes poetas pueden escribir un mal artículo periodístico.

--2) Desde siempre algunos políticos buscan apropiarse de los héroes nacionales con fines mezquinos.

--3) El corazón de Aquiles Serdán debió hacerse polvo en el cementerio al igual que todo su cuerpo carnal.

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Patricio Eufracio Solano

Es Licenciado en Lenguas y literaturas hispánicas por la UNAM.

Maestro en Letras (Literatura Iberoamericana) por la UNAM.

Y Doctor en Historia por la BUAP.