Ética en la investigación educativa

  • Juan Martín López Calva
El plagio en la academia y la investigación. De Alzati a EPN. Necesidad de ética e investigación

“El conocimiento que procede de la investigación no es ciertamente la solución a los graves problemas del presente; pero cuando va unido a un compromiso vital y existencial, es una energía que se difunde y que puede detonar procesos positivos en todos aquellos actores de los que depende el destino de la educación…Por ello somos en el panorama nacional una semilla de esa esperanza que hoy nos urge reconstruir”.

Pablo Latapí Sarre.

El tema de la ética en la investigación científica ha cobrado mucha importancia en nuestro país en los últimos años debido al descubrimiento y la denuncia de múltiples casos de conductas no éticas en el trabajo académico.

El caso más claro y escandaloso de conductas no éticas es el plagio, del que se han conocido casos muy importantes en los últimos tiempos. En agosto del 2015 por ejemplo, el CONACYT expulsó del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) a dos académicos de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y del Colegio de San Luis por comprobarse que habían plagiado muchos de sus trabajos de investigación (CONACYT, 2015). En este año, el director de la Facultad de Estudios Superiores de Aragón (FES) tuvo que renunciar a su cargo por la misma causa de plagio en este caso en su tesis de maestría (García, 2016).

En este segundo semestre de 2016 se han presentado otros casos de gran relevancia y cobertura mediática como el del plagio del artículo de opinión del académico Germán Alvarez por parte de Fausto Alzati (Erick Juárez Pineda, Educación Futura, 22/09/2016), famoso por haber incurrido en la conducta no ética de presentarse como doctor sin tener el grado durante su breve paso por la Secretaría de Educación Pública al inicio del sexenio del presidente Zedillo y el caso del plagio de la tesis de licenciatura del Presidente de la República.

Lo más grave de estos casos de plagio es que se han intentado minimizar o justificar por parte de quienes los han cometido argumentando razones por demás inverosímiles como errores de imprenta o deseos de dar mayor difusión a las ideas plagiadas y que la misma sociedad ha reaccionado restando importancia a estos comportamientos bajo la idea de que se trata de acciones que no son la excepción sino la regla en el proceder de estudiantes y profesores y que si se hiciera una revisión exhaustiva habría muy pocas instituciones y personas que se salvaran de haber caído en algún tipo de plagio.

Además de esta conducta, existen otras formas de actuar éticamente cuestionables que también son, desafortunadamente, bastante comunes en el ámbito de nuestras instituciones de educación superior tales como la autoría ficticia o la apropiación del trabajo de los estudiantes y tesistas para beneficio de los profesores y asesores de trabajos de investigación como han documentado investigaciones realizadas por Hirsch; Escalante, Ibarra y Fonseca y otros.

Si bien durante mucho tiempo y bajo la idea de neutralidad axiológica en el trabajo científico se hizo a un lado la reflexión sobre los valores en la construcción de conocimiento por considerar este campo como subjetivo, hoy resulta muy claro y es ampliamente aceptado el vínculo indisoluble entre conocimiento y ética, entre trabajo de investigación e implicaciones de lo que se descubre y construye en las ciencias en la vida de los individuos y las sociedades humanas.

En estos tiempos de crisis se ve cada vez con mayor urgencia la vinculación entre ética e investigación tanto en el proceso de planteamiento y desarrollo del trabajo científico como en los resultados y su aplicación.

Por una parte se están generando y asumiendo códigos y protocolos éticos a los que tienen que ser sometidos los proyectos de investigación para ser aprobados (Declaración de Helsinki, 2015; Consejo de Europa, 2012). Protocolos que exigen la previsión de todos los pasos del trabajo de recogida de información o de experimentación cuidando meticulosamente el respeto a la naturaleza, a los animales en el caso de experimentos que los impliquen y por supuesto a la dignidad de los seres humanos en el caso de la investigación en Ciencias Humanas y Sociales. En ese sentido los investigadores deben ser extremadamente cuidadosos de la forma en que se realiza todo el proceso de generación de conocimiento y en el uso potencial del conocimiento que se genera.

Por otro lado, resulta indispensable también la planeación cuidadosa del impacto y las consecuencias ambientales, humanas y sociales que pueden tener los resultados de todos los proyectos de investigación y sus posibles aplicaciones. El investigador debe también ser cuidadoso en anticipar en lo posible las consecuencias que puede tener lo que se genere a partir de su trabajo.

Si esto es válido para todas las ciencias, resulta especialmente delicado para el caso de la investigación educativa. No solamente porque se trata de un campo de investigación de las Ciencias humanas y sociales, es decir, un campo que trata de indagar distintos aspectos relacionados íntimamente con la vida de las personas y en muchos casos, de menores de edad, sino porque siendo la Educación el campo que tiene como función social la formación integral de los seres humanos, específicamente de las nuevas generaciones, la forma en que se hace la investigación educativa y el uso que se hace de sus resultados tiene en sí misma también una función educativa.

Es por ello que Latapí insiste -en su ya clásica conferencia del Congreso Nacional de Investigación Educativa de 2007- que en el proceso de investigación deben ir ligados el conocimiento que se genera con un compromiso vital para que el trabajo del investigador educativo tenga realmente probabilidades de ser eficaz para la transformación social.

La investigación educativa puede y debería ser una semilla de esperanza para la transformación del panorama nacional tan necesitado de cambios profundos y tan dominado por la desmoralización.


El artículo de hoy reproduce la parte introductoria de la ponencia que presenté el pasado jueves 20 de octubre en el panel de expertos del Foro regional centro-sur del Consejo Mexicano de Investigación Educativa (COMIE) realizado muy exitosamente en el Centro Interdisciplinario de Posgrados de la UPAEP.

Latapí, P. (2007). ¿Recuperar la esperanza? La investigación educativa entre pasado y futuro. Conferencia de clausura del IX Congreso Nacional de Investigación Educativa. Mérida, Yuc., 5-9 de noviembre de 2007. Recuperado el 12 de octubre de 2016 de: http://www.scielo.org.mx/pdf/rmie/v13n36/v13n36a12.pdf

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Juan Martín López Calva

Doctor en Educación UAT. Tuvo estancias postdoctorales en Lonergan Institute de Boston College. Miembro de SNI, Consejo de Investigación Educativa, Red de Investigadores en Educación y Valores, y ALFE. Profesor-investigador de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP).