Cuando los gobernadores dejan de escuchar al pueblo, de percibir los síntomas de la efervescencia política y asoman los estragos de las malas relaciones entre el poder y la sociedad, la línea que separa la tranquilidad y el desorden es muy angosta.

Los oídos sordos, la mente obtusa en el jucio para ejercer el poder por el simple hecho de no dejar que nadie arañe la imagen pública, están siendo reconocidos por todos los actores de la sociedad.

A sotto voce los unos y los otros discursan sobre el malestar social derivado de la insensatez y ausencia de sentido común para gobernar.

La cantidad de funcionarios que no tienen ningún apego a la sociedad poblana, asombra a propios y extraños. ¿A quién le son fieles? Sólo al poder, no a la gente que vota, los colaboradores de Moreno Valle sólo le son fieles o por convicción o por temor a él, no a los poblanos.

Los enfrentamientos entre la policía y un grupo de estudiantes ha destapado un nuevo ángulo de las entrañas del poder. Nadie se tienta el corazón para proteger los interreses de las minorías. Todo está diseñado para que las decisiones se tomen en el cuarto de guerra donde los poblanos no tienen representantes.

La detención de los jóvenes universitarios que protestaron contra la actitud de Peña Nieto hace unos días, en acto público, fueron detenidos, encarcelados y amenazados, aunque luego soltados. En el encuentro aparecieron los abogados de la BUAP, o sea los intereses del colectivo más apaciguado en estos cuatro años, pero donde se localiza la mecha y el polvorín más importante que puede detonar en un desasosiego total.

Y por desgracia, para Rafael Moreno Valle, también aparecen los intereses de los jóvenes estudiantes de la Ibero Puebla, o sea de la corriente jesuita, esa que tanto peso, tantos seguidores, tanto impacto tiene en la sociedad mexicana.

Moreno Valle no se ha enemistado sólo con los estudiantes de la Ibero Puebla, lo ha hecho con una comunidad que si está organizada, que no tiene miedo y que según parece, no está en lo más mínimo sumisa a los abusos del poder.

La tensión está al borde y es un año electoral. 

¿Lo mejor estará por venir?

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