¡Van Los Zetas tras tu casa!

  • Antonio Betancourt

Anselmo y Clara se casaron hace 13 años en una hermosa ceremonia en una hacienda cercana a la capital del Estado de México. La novia, radiante, juró amor eterno al ilusionado novio, y juntos iniciaron el camino hacia la vida.

Él no tiene la vida resuelta, pero viene de una familia que aunque no es acomodada ha sabido administrarse bien y obtienen el mejor provecho de los ingresos que ganan con sacrificio y dedicación.

Ellos producen y distribuyen de los mejores quesos que se pueden conseguir en el sur del estado, y el negocio poco a poco ha prosperado. 

Para mayor felicidad, a los dos años de vida matrimonial llegó la pequeña Sara a darle más luz a sus vidas; y a los siete años de la boda se unió a la familia Paulo, un pequeño que aunque tuvo dificultades de salud al nacer, hoy luce lleno de vida.

Anselmo no podría imaginarse más feliz; estaba dedicado a sus hijos, a su esposa y lleno de tanta motivación que ya hacía planes para expandir su negocio a estados aledaños. 

Pero un suceso cambió sus vidas para siempre. Consciente de la inseguridad en su región y en el país, Anselmo tomó algunas precauciones para que su familia no fuera víctima de la delincuencia.

Pidió a su esposa y a sus hijos estar siempre atentos e hizo cambios a sus rutinas como variar las rutas hacia la escuela o el trabajo, no ostentar objetos costosos y --sobre todo-- no perder de vista a los pequeños. Por un tiempo la familia estuvo bien.

Una mañana a principios de año Anselmo recogió la correspondencia en la entrada de su casa. Al revisarla, además de los recibos, pagos e invitaciones, una carta escrita a mano en un sobre sin lacrar llamó su atención.

El texto decía así palabras más, palabras menos: “Sabemos quién eres cabrón, sabemos de tu familia, conocemos a tus hijos Sara y Paulo, y sabemos cuánto tienes en el banco, te hemos vigilado en tu trabajo, sabemos que tienes tres autos, la casa donde vives y dos terrenos más. Mira pendejo te hemos vigilado bien, te tenemos bien checadito y si no quieres que nos chinguemos a tu familia deja las escrituras de la casa y las facturas de los autos en donde encontraste esta carta. Somos deLos Zetas y no nos andamos con chingaderas, si no obedeces tu familia la va a pagar, tienes 48 horas para entregar todo y largarte o buscaremos a tu familia”.

Anselmo cayó en pánico. Hizo regresar a sus hijos de la escuela y reunió a su familia. En medio de la crisis escuchó sugerencias de llamar a la policía, de contratar seguridad privada, en fin, analizó cada posibilidad.

Hoy han pasado casi siete meses y Anselmo vive en el extranjero con su esposa e hijos. En esas 48 horas se armó de coraje y tomó la mejor decisión: no dejó nada a Los Zetas; al recibir la carta se fue, remató sus propiedades, su empresa y sus autos, e inició una nueva vida fuera del país. Desde allá se atrevieron a contar su historia.

Esta extorsión ha tomado fuerza desde hace un año en algunos municipios conurbados a capitales del centro del país, y estados como Chihuahua, Jalisco, Michoacán, Durango y Coahuila.

Ahora los delincuentes se toman tiempo para observar a sus víctimas. Obtienen datos del número de familiares que habitan la casa, color de piel, si hay niños y cuántos son, al final dejan una carta en la que exigen dejar las escrituras en el buzón, además de las facturas de los vehículos y pertenencias o de lo contrario secuestrarán a los menores de edad.

Este modus operandi se está dando mucho en algunos municipios del Estado de México cercanos a Puebla, como es Valle de Chalco, donde hasta el momento se han contabilizado tres víctimas; una de ellas perdió todo momentáneamente debido a que los delincuentes creyeron que el tener las escrituras de la vivienda los hacia legítimos dueños y al tratar de venderla fueron detenidos por irregularidades.

¿Hasta dónde llegarán los delincuentes? Gracias y buen inicio de semana.

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Antonio Betancourt

Periodista e investigador por la UNAM. Miembro fundador del periódico La Crónica de Hoy, trabajó en ese medio de 1997 a 2002, año en el que la Corresponsalía de The New York Times en México lo llamó para enrolarse como reportero investigador. Laboró en ese importante medio hasta 2011 para después fungir como Coordinador Web de Azteca América, en Tv Azteca, a cargo de contenidos para la población hispana en los Estados Unidos. Hoy es columnista en temas de seguridad nacional, narcotráfico y política, además de impartir cátedra universitaria en periodismo de investigación.