La llamada ciudadanización de los órganos electorales en México ha sido una perfecta utopía para realizar esa reingeniería electoral que muchas veces se ha puesto en marcha, con la finalidad de empujar resultados electorales fraguados desde el interior de estos cuerpos colegiados, mismos que hoy bien se podrían denominar sucursales gubernamentales.

Entre tanta historia tan oscura y vergonzosa de la que nos enteramos en días recientes con el caso del ex consejero electoral Víctor Cánovas, sin duda que llama al imprescindible análisis la función de los órganos electorales que han sido contaminados por esa parcialidad que hoy los vuelve jueces y partes.

Y es que las conclusiones después de todo el escándalo, exhiben una de las tantas anomalías que se cometen por estos señores, que disfrazados de una etiqueta ciudadana llegan a ostentar cargos que tienen como única finalidad, la no vigilancia y correcta realización de los comicios electorales, y más bien,  desempeñarse como empleados de gobiernos y autoridades que pagan por meter la mano y controlar la política electoral de sus regiones.

Ahora que estrenaremos el Instituto Nacional Electoral vale cuestionar hasta dónde este cuerpo colegiado será garante de una real y verdadera ciudadanización de sus integrantes.

¿Y cómo no plantear la pregunta? Si los llamados “ciudadanos” que se postulan para estos cargos –que por cierto son rentables y jugosos- lo hacen en su mayoría con la venia, empujón o padrinazgo de los personajes que tienen ligas y nexos con el poder.

La responsabilidad de calificar las elecciones no es menor, por ello resulta indignante la desfachatez de algunos personajes como Cánovas que reconocen ser “empleados” de los gobiernos en turno.

Cuántos casos similares podrían documentarse si se hace una revisión exhaustiva a los árbitros electorales en México.

Hoy el descrédito y la falta de credibilidad alcanzaron a estas figuras electorales que demandan una verdadera reingeniería y no precisamente electoral –como la que acostumbran hacer en cada elección-, sino una transformación que garantice una cercanía con la ciudadanía y no un control de estado.

En la antesala de las polémicas reelecciones que se aprobaron en México para algunos cargos de elección popular, es indiscutible el desgaste que hoy  tiene el tema electoral.

Las expectativas del INE (Instituto Nacional de Elecciones) para mantenerse como el eje rector en la realización de elecciones en México son muchas y se concentran en mantener ese “carácter ciudadano”, que en definitiva hoy perdieron los árbitros electorales en nuestro país.

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