Vasconcelos, hijo verdadero de la Revolución (primera de dos partes)

  • José Alarcón Hernández
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En ausencia de la verdad

se da vuelo a la conjetura.

José Alarcón Hernández

Al cumplirse 113 años del inicio de la Revolución Mexicana, es justo encomiar a José Vasconcelos, a quien se le han escatimado reconocimientos.

Vasconcelos, filósofo, escritor, intelectual y político fue enemigo de la simulación, de los abusos y de las injusticias; sentó las bases de la educación en México y fue prócer en la defensa y la propagación de las culturas mexicana e hispanoamericana.  

Fue tal su influencia que los caudillos de la Revolución requirieron su colaboración para otorgarle prestigio a su causa.

El libro José Vasconcelos y el Despertar del México Moderno, de William Howard Pugh, colección Figuras y Episodios de la Historia de México, Editorial Jus, publicado en 1958, destaca:

“La conciencia revolucionaria de Vasconcelos giraba en torno de la convicción de que para realizar el bien que podría venir de la Revolución, era preciso empezar por la educación del pueblo”.

“A este propósito enderezó sus esfuerzos. En 1920, el presiente Obregón estableció entonces la secretaría de Educación Pública e hizo a Vasconcelos el primer ministro en la historia de México”.

“Su impulso motor fue el deseo de poner lo mejor de la cultura al alcance del pueblo, para conseguir la elevación intelectual. El ruso Antonio Lunacharsky ejerció decisiva influencia sobre Vasconcelos”.

“Poco duró en el cargo, pero su obra subsiste como vivo monumento a su dedicación. Muchos de los cambios por él introducidos han sido conservados hasta la fecha y sus ideas dieron origen a saludables realizaciones posteriores”.

“Aunque Vasconcelos tuvo la admiración y el respeto de muchos mexicanos, al buscar la presidencia de la República tropezó con el obstáculo insuperable del Partido Nacional Revolucionario, terrible maquinaria que había dominado la política mexicana durante nueve años. La popularidad de Vasconcelos, hizo vacilar la confianza de los prohombres de ese partido, los cuales recurrieron a medidas extremas para asegurar la elección de su candidato, Ortiz Rubio”.

Nacimiento de un espíritu revolucionario

De acuerdo con el International Who’s Who in Latin America, José Vasconcelos nació el 28 de febrero de 1882, en el estado de Oaxaca. Tanto William R. Crawford como Kurt Reinhardt, señalan 1871 como el año de su nacimiento.

Frecuentó su primera escuela en Eagle Pass, Texas. 

Desechó el ofrecimiento de estudiar en la Universidad de Texas y prefirió hacerlo en la Escuela Nacional de Jurisprudencia.

Entonces, aún existía una marcada distinción de clases y de raza.

Al ser sepultadas las viejas glorias de España, surgía un fuerte nacionalismo. 

Conoció a Justo Sierra, cuando éste encabezó la Secretaría de Instrucción Pública, en el gobierno de Porfirio Díaz.

En 1909, a sus 27 años, fundó el Ateneo de la Juventud junto con Alfonso Reyes, Antonio Caso, Isidro Fabela y Miguel Alessio Robles, quienes crearon la Universidad Popular Mexicana.

Sus primeras actividades revolucionarias

La Revolución Mexicana es el movimiento armado iniciado en 1910 contra la dictadura de Porfirio Díaz que culminó oficialmente con la promulgación de la Constitución Política en 1917.  

Al inicio de la lucha armada, Vasconcelos se identificó con Francisco I. Madero, quien lo nombró director del órgano publicitario del Partido Constitucional Progresista y lo envió a Washington para gestionar el reconocimiento de los maderistas.

Porfirio Díaz renunció a la presidencia el 25 de mayo de 1911. Lo sustituyó en el cargo, Francisco León de la Barra, quien gobernó del 25 de mayo de 1911 al 6 de noviembre de ese mismo año.

Entonces, se llevaron a cabo elecciones, triunfó Madero y asumió la presidencia.

Vasconcelos no formó parte de su administración.

Después del golpe de estado de Victoriano Huerta el 22 de febrero de 1913, Venustiano Carranza designó a Vasconcelos agente confidencial ante los gobiernos de Inglaterra y Francia para evitar que éstos otorgaran ayuda financiera a Huerta.

En 1914, fue nombrado director de la Escuela Nacional Preparatoria.

Luego se exilió en Estados Unidos porque Carranza trató de arrestarlo.

Regresó al país y asistió a la Convención de Aguascalientes en la que participaron Álvaro Obregón, representante de Carranza, y los enviados de los caudillos revolucionarios Francisco Villa y Emiliano Zapata.

Desempeñó el cargo de secretario de Instrucción Pública, del 7 de diciembre de 1914 al 15 de enero de 1915, durante el gobierno de Eulalio Gutiérrez.

Al triunfo de Carranza sobre los convencionalistas, Vasconcelos se desterró del país en 1915.            

Residió en Nueva York y se dedicó al estudio de la filosofía.

Concluyó su ensayo Pitágoras, una teoría del ritmo, en 1916, era su primer bosquejo de filosofía.

Viajó a Lima, Perú, como agente de las Escuelas Internacionales de Idiomas Berlitz.

Entonces, Vasconcelos opinaba: “Ningún dictador mexicano arrojó más gente fuera del país que Carranza”.

William Howard, afirma que en su etapa final, el gobierno carrancista consiguió paralizar el proceso de industrialización del país, saqueó al pueblo y ofreció un cuadro importante de corrupción e incompetencia.

La oposición contra el gobierno creció notablemente en 1919.

Vasconcelos regresó a México en el ocaso de este régimen y ofreció su apoyo a Álvaro Obregón, en 1920.

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José Alarcón Hernández

Lic. en economía, con mención honorífica. Diputado Local dos veces y diputado federal dos ocasiones. Subsecretario de Educación Superior de la Entidad y Subsecretario de gobernación del Estado. Autor de 8 libros publicados por la Editorial Porrúa. Delegado de la SEP Federal en el Estado. Actualmente Presidente del Colegio de Puebla. A.C.