No le creo a la CNTE ni a AMLO

  • Manola Álvarez S.

Quiero compartir con mis lectores que estoy pasando por un conflicto existencial. Como les he comentado en diversas columnas, soy hija de un diputado constituyente de 1917, de los de izquierda. Él fue de los impulsores de los artículos: 3º, 27, 123 y 130, que representaban los derechos sociales por los que lucharon en la Revolución.

Cuando veo las manifestaciones y escucho las declaraciones de los miembros de la CNTE, no me inspiran ninguna confianza. No reconozco en ellos a los verdaderos mentores, los que dedican su vida a enseñar a los niños en medio de las grandes carencias que existen en nuestro México. Sus actitudes beligerantes son, como ellos mismos dicen, para evitar perder sus privilegios.

Se niegan a ser evaluados aun después de que se les otorgue capacitación y presenten hasta por tres veces exámenes y si reprueban los tres los cambiarían de adscripción dentro de la administración pública y no serían despedidos.

No los escucho protestar porque es insuficiente el presupuesto para la educación, o porque no hay transparencia en la asignación de recursos, o por las lamentables condiciones en que se encuentran las escuelas, o porque desapareció el civismo y la historia por la reforma del presidente Calderón.

Su actitud corporal y sus declaraciones representan todo lo contrario de lo que sería un ejemplo formativo para los alumnos. No les creo que paguen de sus escasos salarios las movilizaciones, los camiones, la comida, las casas de campaña nuevas, los baños y la logística para desplazarse a causar el mayor daño posible y, además, alejarse de sus hogares dejándolos sin sustento económico.

Por otra parte, debo decir que mi padre encabezó los trabajos del constituyente para reintegrar a la Nación la propiedad del subsuelo que Porfirio Díaz había entregado a los particulares, especialmente extranjeros. Y como jefe de Estado Mayor Presidencial de Plutarco Elías Calles, participó activamente en el contraespionaje para hacer abortar la invasión que pretendía evitar que se promulgara la Ley del Petróleo mexicano.

Cuando escucho a López Obrador gritar que la propuesta de Enrique Peña Nieto es una traición a la patria, el robo del siglo, que se está vendiendo a PEMEX y se está entregando el petróleo a los extranjeros, sólo veo en su actitud el inicio de una campaña presidencial para el 2018.

Lo más significativo es que no acepta ir junto con el PRD y Cuauhtémoc Cárdenas en esta lucha a favor de que el petróleo siga siendo de la Nación, como lo establece la iniciativa presidencial. La única explicación es que le puede quitar presencia, ya que él ha demostrado y dicho que la lucha por el petróleo es sólo suya y no va a permitir que le arrebaten el estandarte que tan buen resultado le ha dado.

No veo argumentos sólidos y verídicos. No se está revirtiendo el concepto establecido por los constituyentes del 17, los verdaderos artífices de la nacionalización del petróleo, se está proponiendo abrir los contratos de utilidades compartidas. Una respuesta seria y nacionalista consistiría en manifestar los riesgos de estos contratos y establecer los candados que tendrían que evitar un detrimento en el monto de la renta petrolera.

Ya vimos cómo en la Ley del Petróleo de 1940, Cárdenas incluyó la participación de particulares en la materia petrolera. Cuando mi padre envió a Lázaro Cárdenas una investigación que realicé sobre la situación el petróleo en México, entre otras cosas le comentó en una carta que conservo.

“La continua intromisión y las múltiples presiones ejercidas por las compañías petroleras y el propio gobierno de los Estados Unidos para usufructuar una posición de privilegio en cuanto a la explotación del petróleo en México, resaltan en sus verdaderas dimensiones en el trabajo que comento y como señala la joven autora en sus conclusiones, queda clara la influencia que en la política internacional de los Estados Unidos ejercen los intereses económicos de sus ciudadanos, así como la protección específica del gobierno de aquel país a las compañías petroleras en el curso de la historia de México de casi un siglo atrás, continuas dificultades externas e internas que, algunas veces produjeron perturbaciones para la marcha ascendente y pacífica del país”.

Estos conceptos son muy valiosos para ser tomados en cuenta y evitar que se repita nuestra historia, pero los gritos y los insultos así como el arengar para que el movimiento crezca, sólo deja ver la intención política de que su próximo partido Morena, lo lleve a la presidencia.

De estas consideraciones surge pues,  mi conflicto existencial.

alvarezenriqueta@hotmail.com   

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Manola Álvarez S.

Licenciada en Derecho y en Ciencias Diplomáticas UNAM. Catedrática en la UNAM y en la UDLAP. Diputada en la L Legislatura del estado de Puebla.
Escritora y periodista.