Quien no aprende de sus errores tiende a seguir esos mismos y “cómodos” patrones que con anterioridad lo llevaron a la derrota. Y es que más allá de partidos, me refiero a cada uno de los derrotados de la pasada elección del 7 de julio, quienes en diferentes circunstancias, municipios y candidaturas, terminaron como rehenes de esa dolorosa noche, dónde no hay culpables –aparentemente-, pero es más que evidente que las verdaderas fallas son atribuibles al desempeño de cada uno de sus cuartos de guerra, independientemente del derroche de recursos y compra de votos en los que se escudaron los contrincantes.
Es una realidad que la soberbia y ambición son una mezcla explosiva e infalible para truncar proyectos.
Muchos candidatos derrotados padecieron el síndrome zavalista del 2009; embriagados en una burbuja sórdida de halagos propios de rémoras y hienas sedientas de probar las mieles del poder, cedieron nuevamente al canto engañoso de las sirenas.
La astucia de los viejos lobos combinado con la intolerancia de las comadrejas y la impunidad de una que otra zorra, dieron al traste trabajo de meses e incluso años.
El poder envilece y nubla la razón, y vaya que lo hace, pues estos personajes fueron los verdaderos derrotados.
Crearon una burbuja a modo de los gustos de un candidato que mantuvieron en el surrealismo propio de los montajes que se vinieron abajo con toda fragilidad.
Resultó caricaturesco mirar en las redes sociales las fotos y videos de candidatos que “se emocionaron” con el cómputo y empezaron a anunciar las victorias.
El ridículo tardó poco, entrada la madrugada los números se volvieron ganchos al hígado y sólo reflejaron la ineptitud e inexperiencia de muchos candidatos que se dejaron llevar por sus enemigos –pero no de afuera- sino, los de sus propios equipos de trabajo.
Los errores políticos devienen sobre todo cuando la burbuja del candidato despega del piso y empieza a manejar la soberbia como la carta de presentación no sólo de un candidato, sino de todo un proyecto político.
Habrá que preguntarles a todos esos operadores del voto si realmente abandonaron la balsa de su candidato por dinero o por la humillación, bloqueos y grillas gestadas al interior de los equipos de trabajo.
Muchos de estos “promotores del voto” esperaron hasta el último momento para cobrársela ni siquiera al Rey, sino a los peones que llegaron a sentirse alfiles o reinas de un día.
La derrota fue inminente, lastimosa para muchos de estos candidatos que confiaron en verdaderos mercenarios de la ambición.
Hoy lloran para victimizarse, cuando en la banalidad fueron los artífices para impulsar rupturas internas que facilitaran la operación y el triunfo de sus contrincantes.
Harakiri y política ficción surrealista a la poblana.
@rubysoriano rubysoriano@gmail.com http://mediatikos.wordpress.com/
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CEO Mediatikos Consulting. Ganadora Napolitan Victory Award como Mujer Influyente de la Comunicación Política 2019. Consultora y Estratega en Comunicación Política, Gubernamental y Campañas Electorales. Periodista y Analista Política en medios digitales