La sustancia escopolamina, la popular burundanga, es una droga que es utilizada por violadores y ladrones para lograr la sumisión total de la persona a la que se administran.

La droga es un alcaloide extraído de ciertas plantas que tiene capacidad para “anular la voluntad” de la persona que lo ingiere, de forma que propicia su “sumisión química”.

Del tipo alcaloide tropánico, el efecto de la burundanga consiste en anular la voluntad de quien la ingiere, por lo que la persona que la consume se vuelve completamente sumisa ante las órdenes de otros.

Esta peligrosa propiedad ha convertido a esta droga es la opción perfecta para que agresores sexuales y delincuentes puedan manipular a sus víctimas a su antojo.

La burundanga se ha convertida en la reina de las discotecas, las fiestas y la noche, puede mezclarse perfectamente con una bebida o colocarse en un pañuelo para que otro la aspire y sea presa de sus efectos.

En una dosis menor a 300 microgramos, esta sustancia es empleada también en la medicina actual como analgésico local, antiespasmódico, para la prevención y el tratamiento de los vómitos, entre otros usos.

Pero la burundanga ha salido de los laboratorios directo a la calle con propósitos mucho más oscuros: anular la voluntad de quien la consume y poder manipular a esa persona sin resistencia alguna.

¿Y cómo actúa en el cuerpo? La burundanga es una droga de rápida absorción gastrointestinal que cuenta con un efecto casi inmediato.

A los pocos minutos de su ingesta la víctima experimentará un efecto depresor en el sistema nervioso central y periférico, lo que trae como consecuencia un estado de somnolencia y amnesia grave. En este estado, la persona es capaz de ejecutar órdenes de forma consciente pero sin poder negarse a ellas.

Bajo sus efectos, una persona puede sacar dinero de un cajero y entregarlo a un delincuente, realizar actos vandálicos por petición de otro o sufrir de una agresión sexual sin oponer resistencia.

Además de la ausencia de voluntad, quienes ingieren burundanga manifiestan otros síntomas como pupilas dilatadas, taquicardia, estupor, retención de orina, boca seca, sed, problemas para hablar o tragar, entre otras señales. Si se administra una dosis excesiva, puede ocasionar convulsiones, arritmia, colapsos vasculares, depresión severa e incluso, en casos extremos, la muerte.

Los efectos de esta droga pueden durar entre 1 y 2 horas dependiendo de la dosis administrada. Un aspecto que dificulta su detección cuando se sospecha que alguien nos ha drogado con burundanga, es que la escopolamina desaparece de la sangre alrededor de 30 minutos después de su ingesta, y no deja rastro en la orina tras 12 horas de consumirla, aproximadamente.

La burundanga es una droga inolora y sin sabor, por lo tanto resulta muy fácil de administrar por diversas vías. Generalmente puede ingerirse por vía oral, usualmente mezclada en tragos y bebidas, inhalarse mediante el olfato por lo que algunos agresores la colocan en pañuelos, o actuar por vía cutánea, es decir que basta con tocar una superficie en la que haya escopolamina para ser víctima de sus efectos.

Tras su ingesta, la droga toma entre 3 y 5 minutos en comenzar a actuar en el cuerpo.

Con información de salud.uncomo.com

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