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En redes el rumor no tiene autores, su gran virtud es el anonimato
Todo inicia en la pantalla de un dispositivo electrónico con un par de palomitas (en WhatsApp), o la imagen de un pulgar levantado: ahí va la información sin comprobar, entregada a la especulación, a la ambigüedad, que en algunos casos puede llegar a modificar el comportamiento de quien lo cree. El rumor no tiene autores, su gran “virtud” es el anonimato.
Según Raúl Trejo Delarbre, del Instituto de Investigaciones Sociales (IIS) de la UNAM, los rumores sólo pueden tener efectos e inquietar cuando en los receptores existe la predisposición a creer en ellos.
“No se puede decir que siempre funcionan de la misma manera, por eso no me gusta hablar de una teoría del rumor, entendida como el diagnóstico de fenómenos que se pueden replicar en condiciones similares; esto es muy cambiante en las sociedades, no siempre ocurre”, explicó.
El también académico de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS) insistió que lo dicho en cualquier medio, incluidas las redes sociodigitales, puede tener efecto de acuerdo con las condiciones de la colectividad.
“Si tenemos una sociedad malinformada, desanimada, dominada por el disgusto, es mucho más fácil que prendan los rumores, tanto en las redes como en los medios de comunicación”, remarcó.
Desarticular
Lo que se ha visto recientemente en el país ocurrió por la propagación, en las redes sociodigitales, de hechos que acontecían, como los saqueos: “es cierto, hubo predisposición de la población para participar en estos sucesos, y al ser difundidos fueron magnificados; a partir de ello se falsearon e inventaron acontecimientos, lo que contribuyó, junto con el rumor, a crear esa suerte de psicosis y conmoción”, explicó Trejo Delarbre.
Sin embargo, estos eventos, motivados y difundidos como rumores, no son suficientes para desarticular movilizaciones sociales, pues muchas veces ante situaciones que cuesta trabajo entender, las personas deciden creer en las fórmulas más sencillas o culpar a los actores más aborrecibles, evidentes o a quienes tienen alguna forma de control y poder sobre lo acontecido.
“En estos casos me he preguntado de qué le hubiera servido al gobierno un rumor. Sé que tenemos un gobierno cuestionable y cuestionado en la conducción de la vida pública, pero aún con esto no encuentro motivos para que las autoridades provocaran un rumor que afecta la estabilidad social”.
Finalmente, el académico apuntó que no hay evidencias para sostener que con dicho fenómeno se acabarían las protestas sociales, pues éstas surgieron antes. “No hay motivos para suponer que podrán ser atajadas por una oleada de versiones falsas, sobre todo porque esas versiones no tendían a inhibir la manifestación en las calles”.
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