- Sociedad
Violencia en la vejez, cruel realidad en México y el mundo
La mayoría de los viejos mexicanos que sufren agresiones no denuncian porque ignoran que se puede, por miedo a quedar solos o hasta para evitar ser institucionalizados, indica Sandra Hernández Corral, tutora externa del Programa de Maestría en Enfermería de la Escuela Nacional de Enfermería y Obstetricia de la UNAM.
Mundialmente, sobre todo en países desarrollados como Canadá, Estados Unidos y Reino Unido, se han reportado cifras de entre 3 y 6% de abuso hacia ancianos, indica.
En México no hay muchos estudios al respecto, sólo se sabe de uno sobre el tema realizado en 2006, en la Ciudad de México, y desde entonces no ha habido actualizaciones.
En ese entonces, 16.2% de los encuestados refirió haber sufrido algún tipo de vejación, en especial los mayores de 90 años.
El maltrato físico se dio en 3.7% de los individuos, el psicológico en 12.7%, el económico o financiero en 3.9%, abandono o negligencia en 3.5% y abuso sexual en 0.9%.
Tipos de violencia
Existen seis tipos de violencia: física, psicológica, abuso sexual, abandono, explotación financiera o falta de cuidado. La primera se refiere a cualquier acto no accidental que provoque un daño corporal, como golpes, empujones, sujeciones, amarres a una silla y castigos.
En la segunda se provoca angustia intencionalmente, se desvaloriza a la persona y se le inflige sufrimiento mediante actos de palabra o no verbalizados, como gritos, amenazas, insultos, descalificaciones e intimidaciones, detalló Sandra Hernández.
El abuso sexual comprende cualquier contacto carnal o erótico no consensuado y el abandono es cuando el individuo que ha asumido el papel de cuidador deserta; en estos casos el adulto mayor suele ser dejado en un lugar peligroso o hasta encerrado en su domicilio, dijo.
En tanto, la explotación financiera se da mediante el despojo de bienes inmuebles o de cuentas bancarias, y puede haber presión de la familia para realizar algún tipo de testamento. La incuria estructural (falta de cuidado) surge a partir de la deshumanización en el trato hacia los ancianos y suele darse en oficinas gubernamentales o en centros de atención médica.