Hay quienes se conmueven con los gobernantes populares. Yo prefiero a los responsables.

Me baso en la idea de Max Weber sobre la ética de la responsabilidad. Lo que cuenta en la ética de los políticos son las consecuencias de lo que hacen o dejan de hacer. No sus intenciones ni sus narrativas.

Tampoco estoy de acuerdo con que un buen líder es el que llena plazas o tiene alta aceptación. Creo que es más sensato definir al líder como la persona que crea las condiciones para que todos podamos hacer lo que tenemos que hacer. Para que todos nos acerquemos a la mejor versión de nosotros mismos.

Ernesto Zedillo llegó a la presidencia sin llenar plazas, pero les tomó el pulso a los principales problemas del país y actuó responsablemente para resolverlos.

Un ejemplo fue lo que él llamó la reforma electoral “definitiva”. Nuestro país había vivido elecciones conflictivas en varios estados, al menos desde 1983.

El sexenio de Salinas de Gortari (1988-1994) se inició poniendo en el centro de la vida política del país la necesidad de una reforma electoral. Fueron años intensos de discusiones y propuestas, con la participación de todas las fuerzas políticas y de la sociedad civil.

Con Salinas tuvimos tres reformas electorales. Con Zedillo una que tocó lo fundamental: sacar al Estado de la organización de las elecciones. Antes de la reforma de 1996 hubo quince elecciones presidenciales (1920-1994), cero alternancias. Después de ella ha habido cinco elecciones con tres alternancias (2000-2024).

La reforma electoral de Zedillo fue precedida por años de presiones de la oposición, de discusiones, propuestas, consultas. Enfrentó oposición dentro del partido en el poder, pero el presidente logró sacarla adelante. Sin aspavientos de su parte.

Ahora tenemos una reforma, la judicial, propuesta por una sola persona, el presidente López Obrador. Sin escuchar a los implicados ni a la oposición. Sin la participación de la sociedad.

Hay un enorme contraste entre la reforma electoral de Zedillo y la judicial del actual sexenio. También lo habrá entre los bienes públicos que ambas generen.