Nosotros los de entonces, fuimos abandonados
- Román Sánchez Zamora
La fiesta era de bohemios puros: anécdotas, vivencias, de logros, de chistes; y así estuvo ella tranquila, hasta que llegó él.
Ella le preguntó a su amiga, quién era ese hombre.
-Los proyectos políticos de mi papá, tiene talento, pero dudo pueda ser concejal, dice sus ideas y eso llega a la imprudencia.
Ella lo miró, él ni noto que ella estaba allí, sonreía mucho, fue el centro de la fiesta, sin duda estaba feliz.
Ella buscó una nueva oportunidad para verlo.
-Tienes un bello rasgo francés.
-Mi papá es de Italia y tiene años aquí en el país.
Y así hablaron gran parte de la noche y él no quiso ser el bufón de esa noche, ya habría otras noches.
-¿Y si nos casamos?
Ella se quedó absorta. “No sabes quién soy, ni qué hago, ¿y si te estuviera mintiendo?”
-Correré el riesgo.
Y en la tertulia lo anunciaron, todos aplaudieron.
-¿Hablas en serio?
-No lo sé, pero me pareció fabuloso.
Al enterarse, a los políticos no les pareció bueno.
-Te hemos apostado y eso que has venido preparando, no es bueno para los intereses del grupo.
-Soy libre y puedo hacerlo.
-Pues hazlo, y te deseo suerte.
Y así pasó una candidatura y otra más; él ya no era parte más del clan.
-El mundo nos dejó solos.
-Sí, a mí también me abandonaron, así no eran las cosas, y todos se volvieron extraños.
Diez años después, se volvieron a ver, firmaron el divorcio, era el único pendiente. Ella tenía dos hijos, tenía una pareja con la cual deseaba casarse. Él, dedicado a su despacho modesto fuera de la política.
-¿Y qué tan caro te salió ella?
-Demasiado caro, aún sigo pagando todo, de pronto todos se fueron, me olvidaron y tuve que reinventarme.
Suspiró, y terminó su copa.