• Deportes

Corrida pasada por agua

  • Jaime Oaxaca
Parecía que se suspendería el festejo porque llovía fuerte y el ruedo estaba enfangado. Macías le echó afición, hizo señas al público que aguantara
.

Salió el toro al ruedo en la segunda de feria en Puebla, entonces el espectáculo fue serio, auténtico. Arturo Gilio mandó al Relicario seis toros con trapío, descarados de cuerna, todos tenían con qué querer, destacaron por su juego tercero y, sobre todo, el quinto. Cuando se lidiaba el tercero, se cayó el cielo, se soltó un aguacero durante ese y el siguiente, Los toreros echaron pa´lante, sobre todo Macías, la corrida continuó. Arturo obtuvo dos orejas del 4to bis de Zacatepec, Sergio Flores cortó una y una y “El Galo” no tocó pelo. La entrada: dos tercios del aforo.

El encierro de Gilio tuvo trapío, ignoro por qué no los ovacionaran de salida. Mostraron la característica de la debilidad, ninguno se prodigó en la suerte de varas; curioso el segundo que dobló las manos en el momento de la reunión, cayó, pasó por abajo del caballo y salió del otro lado, sólo recibió un puyacito. El quinto tuvo calidad en la embestida y el cierra plaza desarrolló sentido. El cuarto se resbaló y se pegó en las tablas, fue devuelto y sustituido por uno de Zacatepec que fue picado cerca de la puerta de cuadrillas dado que el piso era un barrizal.

Lo mismo sucedió con los palitroques, a los tres primeros los banderillearon, con tres pares a cada uno, en los tres últimos se omitió el tercio, consecuencia del albero, me parece que con buen criterio.

Arturo Macías fue desarmado en los primeros lances con el abreplaza, Sergio Flores le hizo el quite. Piquetito de Juan Roberto Cobos. Un buen par de banderillas de Fermín Quiroz, Fermín es el único torero en activo de los que actuaron en la inauguración de El Relicario. La labor de muleta no fue sencilla, “Don Ángel” fue tardo, de embestida áspera, porfío el torero. Estocada entera, descabellos, avisos y palmitas para el torero.

Parecía que se suspendería el festejo porque llovía fuerte y el ruedo estaba enfangado. Macías le echó afición, hizo señas al público que aguantara. Salió el cuarto, el toro resbaló se golpeó en tablas lesionándose una mano, lo regresaron en una labor rápida. Salió el primer reserva, un toro de Zacatepec que no desentonó en trapío. El toro fue tocado desde un burladero de aviso, acudió a toda velocidad, se le acabó el terreno, brincó al callejón, sin consecuencias.

Parte del público abandonó los tendidos; sin embargo, hubo fieles que aguantaron el chubasco, Macías no salió a espantarle las moscas, se la jugó. El toro iba cuando lo llamaban, imposible estructurar una faena en esas condiciones, pero eso no impidió buenos muletazos y el “Zacate” tenía lo suyo. Le metió la espada y se le concedieron dos orejas. Quizá demasiado, estrictamente juzgadas en relación a la faena, pero hubo algo más que la pura faena.

Sergio se encontró con un castaño débil al que obligó a embestir, poca transmisión del burel y el apizaquense logró algunos momentos. Metió la espada y le dieron la oreja. A la muerte del cuarto, dejó de llover, echaron aserrín en la mitad del ruedo, cubrieron el agua, le echaron los kilos “El Lobo” y los monosabios, mucha gente regresó al tendido. Salió el quinto, el mejor de los pupilos de Gilio, picó Jorge Morales en el terreno correspondiente. Sergio logró tandas buenas, “Poblano” embestía con clase y el de Tlaxcala lo aprovechó, terminó con adornos innecesarios como arrojar la muleta. Mato de estocada, caló al burel, un descabello. Le dieron una oreja.

El Galo lidió al tercero que, sin ser nada del otro mundo, embestía con claridad. André cubrió el tercio de banderillas con más voluntad que efectividad. Puyacito de Juan Carlos Paz. El yucateco logró buenos pases, pero no conectaba con la gente, recurrió a lo corriente, pedirle a la banda de música que tocara “la de acá”. La música es un aderezó, sólo un acompañamiento, no es el plato fuerte. Cuando un torero se siente incapaz de llegarle con su toreo al público, se coloca en segundo lugar, permite que lo importante de la faena sea la música, entonces la gente “se alegra”, “se emociona” y jalea con fuerza.

La sensacional Banda de Música de la Secretaría de Seguridad del Estado, con los coros normalistas interpretaron “Qué Chula es Puebla”, el torero dio pasitos de baile girando, etc. Que se suelta el aguacero, todo mundo ocupado en cubrirse, en huir. Los hules que estaban baratos se cotizaron alto, los músicos huyeron. Francamente no vi el final de la faena ni la estocada.

El sexto desarrolló sentido, lo picó Othón Ortega. El torero se esforzó, no había músicos para pedir “la de acá”, algunos muletazos, dos tandas de molinetes y problema con la espada, un aviso y fuimos a secarnos a casa.

Tags: 

Comentarios de Facebook: