Mujerizar los espacios políticos se impone como una necesidad. Aunque todavía haya resistencia
- Marcelina Romero
Marcelina Romero*
Esperaba con ilusión que los partidos políticos argentinos presentaran mayor presencia femenina en el inicio de sus campañas. Deseaba decir “las mujeres han copado los titulares de los medios de comunicación”. Pero lamentablemente, no es así. Basta observar los spots electorales plagados de estereotipos, o titulares donde algunas candidatas con trayectoria política son mencionadas como “esposa de…”. Esto afecta la percepción política que se tiene de la mujer.
Pocas veces un candidato masculino es criticado por su físico, tono de voz, vestimenta. Sin embargo, esto es habitual cuando se trata de una mujer. ¿Dónde se posan los ojos? ¿No son acaso más importantes los proyectos y propuestas? ¿O se trata de una estrategia para continuar postergando y entorpeciendo la participación femenina?
Cierto es que las mujeres se encuentran sobrerrepresentadas a nivel de base en actividades que apoyan a los partidos políticos. Ojalá los partidos pudieran comprender que la participación femenina beneficia el posicionamiento electoral, lo fortalece, da acceso a nuevos grupos de votantes y, como si fuera poco, aporta solidez al vínculo con su electorado.
Una de las dificultades que enfrentan las candidatas es el acceso desigual a los medios de comunicación. ¿Cómo propiciar condiciones más equitativas? ¿Cómo promover la participación de más mujeres? Quizás, estableciendo un porcentaje del espacio publicitario para representantes femeninas. Ya escucho el grito en el cielo de los mismos de siempre.
Otra situación de desventaja de la mujer en el ámbito político es en materia de financiamiento. Las candidatas son enviadas a distritos donde las probabilidades de ganar son pocas y, para colmo, cuentan con un financiamiento menor para sus campañas electorales.
Por otra parte, si bien los medios de comunicación son responsables de informar de manera equitativa las campañas políticas tanto de hombres como de mujeres, en el proceso electoral, las candidatas tienen menor exposición mediática que los hombres. Sobre este punto, la recaudación privada podría ser una de las soluciones aunque tiene sus complejidades a la hora de la implementación. En Estados Unidos, por ejemplo, es muy exitoso y duradero el recurso “Emily’s List” que funciona como una red de financiamiento de campañas políticas de mujeres afiliadas al Partido Demócrata.
Podría entonces implementarse un mecanismo que permita a las mujeres recaudar dinero con antelación, hacer campañas para lograr un posicionamiento y reconocimiento de sus nombres. Fomentar alianzas estratégicas, es decir, un apoyo real y concreto de los hombres políticos en virtud de dar ingreso a las mujeres al espacio político.
La tendencia universal señala un gobierno democrático basado en la paridad y la igualdad entre los sexos. Y sucederá más temprano que tarde.
Mujerizar las campañas electorales ya no es un cuento de hadas, es una necesidad. Mujerizar la política es, quizás, el gran desafío; sin embargo, lo impostergable es humanizar sociedades.
(*) Master en Comunicación Política y Gobernanza Estratégica, George Washington University; miembro de la Red de Politólogas -mujeres dedicadas a la Ciencia Política Latinoamericanista- y del National Association of Hispanic Journalists (EEUU). Síguela en Twitter: @lmarcelinaromer
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Politóloga y Comunicadora feminista reside en U.S, corresponsal medios nacionales e internacionales.