Gali cambió su estrategia para no ser atacado

Fermín Alejandro García/Cuitlatlán/La Jornada de Oriente
.

El debate entre los candidatos a edil de Puebla distó mucho de lo que se esperaba, ya que ninguno de los tres contendientes quiso arriesgar y los ataques fueron mínimos, casi insignificantes. Esa situación lleva a que el encuentro entre los aspirantes tendrá un impacto nulo entre el electorado y no cambiará las tendencias en los índices de intención del voto, los cuales se encuentran parejos y sin un claro puntero entre el priista Enrique Agüera Ibáñez y el panista Antonio Gali Fayad, quienes le acabarán apostando a la eficiencia de sus estructuras partidistas para ganar los comicios del 7 de julio.

El debate se había preparado de tal forma para que fuera una celada contra el candidato de la coalición Cinco de Mayo, Enrique Agüera Ibáñez, ya que se orquestó por Actívate por Puebla, una organización de filias panistas, y con la intención de que Antonio Gali y Miguel Ángel Ceballos, el abanderado del PT, bombardearan con cuestionamientos al aspirante priista.

De última hora se supo que se desactivó ese plan por dos razones: la primera porque se evaluó del lado de Antonio Gali que hasta ahora él es el más perjudicado por las historias públicas de supuesta corrupción y enriquecimiento inexplicable, con un asunto que él mismo detonó al hacer pública una declaración patrimonial de más de 70 millones de pesos, en la cual no pudo justificar cómo en poco tiempo su fortuna creció en más de 50 millones de pesos, cuando sus negocios privados están quebrados.

Por tanto, se desechó la intención de utilizar el tema de los bienes personales, porque había un riesgo mayúsculo de que Gali acabara siendo el candidato más golpeado, y no con un asunto de guerra sucia, sino sobre una situación que él mismo generó.

El segundo aspecto que privó es qué algo pasó con el profesor Miguel Ángel Cabello López, el candidato del PT, de quien es ampliamente conocido que fue postulado para ser un “golpeador” de la figura de Enrique Agüera Ibáñez, con el apoyo del grupo político morenovallista.

Al final Ceballos salió al debate a pasar desapercibido; a leer propuestas nada atractivas y por momentos incongruentes; a no ver a la cámara y dirigir su mirada al extremo izquierdo del set televisivo; a arrastrar la voz y perderse en argumentos bizantinos. Quienes conocen al ex priista saben que ese no es su comportamiento tradicional, ya que siempre está lleno de grandilocuencia y frases mordaces.

Tal situación generó ayer por la noche la especulación de que Miguel Ángel Ceballos probablemente, de última hora, acabó acordando con el equipo de Agüera mostrarse neutral en el debate, porque al final su comportamiento no acabó beneficiando a Gali, quien era el que necesitaba un golpe mediático en contra de su adversario de la alianza PRI–PVEM.

Quien más necesitaba del debate es Gali, ya que es un candidato que llegó a su techo de preferencias electorales y ya no pudo crecer a lo largo de la campaña, pese a que tiene a su favor todo el aparato del Poder Ejecutivo, un exorbitante gasto en propaganda, el apoyo de seis fuerzas políticas y de varios medios de comunicación. Al final el encuentro entre los aspirantes en nada le ayuda para poder salir del estancamiento en que se encuentra.

En cambio, quien salió airoso del debate fue Enrique Agüera, quien tenía como meta no acabar vulnerado por ataques mediáticos de los que no se pudiera reponer, toda vez que se está agotando el tiempo de la campaña y se reduce la posibilidad de revertir ataques de guerra sucia.

Un balance general del debate ubica a Enrique Agüera como el candidato que tuvo el mejor desempeño, pues se mostró sereno, seguro y supo tocar puntos neurálgicos de la capital, como son:

Exponer que la ciudad de Puebla en los dos últimos años –periodo en que el PRI dejó de gobernar– sufrió una descomposición social que generó que se dispararan los índices de criminalidad, lo que plantea la necesidad de construir un nuevo clima social; que la inversión pública se debe dirigir a solucionar los problemas de servicios públicos de la población en general, en lugar de que se construyan millonarias obras que no eran solicitadas por la ciudadanía, y que una prioridad en la capital es generar desarrollo económico y empleos para 700 mil habitantes que viven en condiciones de pobreza.

En cambio, Gali le apostó a la correcta dicción y manejo de imagen; a intentar revivir el tema del desprestigio del ex gobernador Mario Marín Torres, el cual ya es un recurso desgastado y que no está concatenado a la figura de Agüera, y en su exposición de ideas incurrió en yerros, mentiras y actos de verdadero cinismo.

Ejemplos de lo anterior son los siguientes: Gali se quiso mostrar como un servidor público partidario de la transparencia y sostuvo que cuando fue secretario de Infraestructura llegó a componer la opacidad que había en la desaparecida Secretaría de Obras, que compuso la operación de plantas tratadoras de aguas residuales en torno al río Atoyac y que recuperó una parte de la cordillera del Tentzo, que es una reserva ecológica.

Para empezar, es mentira que sea un hombre transparente, ya que como integrante del gabinete nunca dio a conocer la información completa del Centro Integral de Servicios, la cual está en reserva por muchos años, y en su papel de secretario de Infraestructura ya no le tocó atender problemas ambientales, por lo cual no se entiende cómo intervino en los asuntos del Tentzo y el Atoyac, del que llama la atención que reconozca que no es un río saneado, porque el gobierno de Rafael Moreno Valle el año pasado dio por hecho que lo había limpiado.