México no está en venta

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Mientras en Puebla la mayoría electoral se encuentra indefinida en cuanto al destino de su voto, todo como resultado de campañas despilfarradoras del recurso público, sin proyectos que entusiasmen al votante analítico y con predominio de una guerra sucia que arrasa prestigios como el de nuestra máxima casa de estudios; nuestro país empieza a despertar de la resaca del triunfo Televisa-Peña Nieto a una triste realidad que muy pronto sufriremos todos.

Y es que no es para menos la crisis económica que se avecina y cuyos síntomas empezarán a sentirse, si no es que ya sucede, dadas las medidas emprendidas por el gobierno federal de retirar miles de millones de pesos de circulante para contener el nivel inflacionario más elevado en los últimos dos años, a lo que debe sumarse la crisis bursátil mundial, la devaluación del peso cuyo costo se fue arriba de los 13 pesos por dólar; el sub-ejercicio del presupuesto del gobierno federal destinado al sector de las PYMES que es el que da empleo al mayor número de mexicanos y para colmo la pérdida de más de 90 mil millones de pesos en la inversión de las AFORES  que sin duda afectará al ahorro de los trabajadores, sumándose el "gasolinazo" mensual que hace que nuestros escasos ingresos se esfumen.

A lo anterior agregue usted las agendas pendientes en los temas de la delincuencia organizada, de la pobreza que envuelve a más de la mitad de los mexicanos, del creciente desempleo, de la contención salarial como detonante de la competitividad, de los pésimos niveles educativos y otras linduras más que deberán ser tratadas por los expertos en la materia y por el gobierno  actual que se comprometió a terminar con todo esto.

Pues bien, todavía no habiendo terminado de poner la barca a salvo, la semana pasada el presidente Peña Nieto dio a conocer, no de cara a los mexicanos sino a los dueños del capital mundial, que PEMEX siempre sí se privatiza, que se habrán de llevar a cabo las reformas constitucionales  que sean necesarias para dar certidumbre a los inversionistas extranjeros.

Fuera de los aspectos legales, económicos, políticos  y sociales que esto implica, Peña Nieto sacó a relucir ese designio funesto que nos persigue eternamente llamado "la maldición de Malinche".

Ese es el único argumento para poder ofrecer el principal recurso natural que sostiene a la economía del país, y que a otros países ha servido para sacarlos de la pobreza, esa tesis fue la misma que utilizaron el dictador Santa Anna, los traidores conservadores que fueron a Europa a ofrecer la corona imperial a  los Habsburgo, los propios representantes de las compañías petroleras  ante Lázaro Cárdenas y recientemente el Salinismo privatizador: los mexicanos somos incapaces de gobernarnos a nosotros mismos o, dicho con otras palabras, "nuestra salvación debe venir de afuera"

Con esta determinación de Peña Nieto, se abre la posibilidad de reivindicarnos ante la historia para poner definitivamente el alto a la venta del país iniciada por los gobiernos neoliberales del PRI y del PAN y dejar de una vez establecida nuestra posición de mexicanos bien nacidos; esta determinación debe ir más allá del aspecto económico, el cual sin duda tiene remedio, y  debe estar sostenida en el claro significado de lo que es la Patria para esta generación.

No hay vuelta de hoja; sin duda seremos millones de compatriotas los que impediremos la venta del patrimonio nacional que es también herencia de las próximas generaciones... ¡la Patria no se vende!