La diputada Silvia Tanús Osorio, ilustre política de toda la vida, enamorada del Partido Revolucionario Institucional, donde tuvo grandes maestros que le enseñaron a ejercer el poder, dio recientemente dos lecciones de alta política.

La ahora coordinadora del llamado Grupo Plural del Congreso de Puebla conformado por todos los legisladores que renunciaron a la fracción parlamentaria del PRI por razones un tanto extrañas, planteó en entrevista con e-consulta por lo menos tres excelentes verdades:

1) La campaña política en Puebla la ganará el candidato que cometa menos errores:
2) El triunfo de la campaña pende de un alfiler, esto es, nadie la tiene ganada, aunque las encuestas digan todo lo contrario y,
3) Está tan cerrada la contienda que durante los noventa días que faltan para la votación, todo puede ocurrir, todo puede trastocarse.

En lo personal, agregaría un poco más de condimento al asunto del triunfo electoral, pensando como ciudadano, como elector, como votante.  El 2 de junio se colgará el laurel del triunfo quien reúna las siguientes condiciones:

1) Ganará quien se aleje de esas guerras sucias que tanto cansan a la ciudadanía, tratando de enlodar al contrincante, manchando su honra, su trayectoria profesional, su dignidad.

Precisiones: Revelar verdades bien argumentadas, comprobables, documentadas, tanto del pasado como del presente del contendiente, por mucho que duelan no podrá ser considerada guerra malintencionada, sino estrategia de corroboración. ¡Cuidado con los audios apócrifos editados con Inteligencia Artificial! Les rebotará en la cara a sus creadores.

2) Ganará quien sea más propositivo en la campaña, centrando el elemento discursivo en la exposición de políticas públicas que den solución a los enormes problemas que padecen los poblanos en materia de seguridad, salud, desempleo, integridad familiar, economía, entre otros aspectos.

Precisiones: Hablar de políticas públicas no significa nada más mencionarlas, sino argumentarlas, haciendo énfasis en los mecanismos y recursos que se utilizarán para dar solución de esos problemas comunitarios. Esto va más allá de la demagogia y de las falsas o simples promesas de campaña.

3) Ganará quien pierda los nervios, quien mantenga el control y la sobriedad personal, principalmente en los momentos más tensos durante el proceso electoral, por ejemplo, los debates públicos.

Hoy en día se puede percibir a candidatos que ante el menor cuestionamiento pierden el control, se dejan llevar por las emociones, expresan temor, a grado tal que comienzan a inventar escenarios que no solo no les ayudan, si no les impacta negativamente. Serenidad y paciencia. Hay que hacer campañas alegres.

4) Dime con quién te llevas y te diré quién eres… Rodearse del equipo de colaboradores o asistentes personales -así haya sido designado o designada por el partido- es de vital importancia para los candidatos. Nunca falta el asesor o la asesora que disfruta abrir la boca para decir bobadas y que dañan la candidatura.

Ejemplo: Recientemente se vio el primer caso, la primera baja, de una persona a la que le cuesta mucho, muchísimo trabajo hablar en público, coordinar ideas, controlar sus fobias.  Careció de la dimensión necesaria para asumir una responsabilidad tan importante como la que le entregaron ¿habrá sido solo una broma de mal gusto? ¿Habrá sido producto de una acción malintencionada contra el candidato? Los errores se pagan.

5) La aproximación con la gente es fundamental para cualquiera, pero vale más un acercamiento real, natural y no fingido -aunque sean pocos los convocados-, que las masas ficticias, que los grupos de “acarreados”.

Los candidatos carismáticos son los que más votos obtendrán para el 2 de junio, no los personajes acartonados que únicamente copian discursos de sus superiores. Eso no les aporta nada. Los hace quedar mal.

En fin, la próxima contienda la ganará quien cumpla con esas condicionantes que no son tan complicadas de lograr. Y como hemos dicho, que predomine la razón y la emoción. ¡Que gane el mejor candidato!

@elmerando