Reduflación, cuando todo rinden menos

  • Fernando Manzanilla Prieto
Se debe ser responsable de leer los empaques de los productos para alzar la voz ante irregularidades

Hace algunos días, en una plática casual con amigos, salió a relucir la coincidencia de que varios de ellos habían notado que algunos de los productos que suelen consumir de manera regular, parecían haber “encogido”. Su tamaño era mucho menor del que tenían hace apenas algunos meses antes.

Sin embargo, esto no es ninguna ilusión óptica, ni mucho menos una mera coincidencia, sino un efecto de la inflación que atravesamos a nivel mundial y que es conocida con el nombre de “reduflación”.

Fue la economista Philippa Malmgren, experta en geopolítica y economía tecnológica, quien empezó a usar el término “shrinkflation”, acrónimo de la palabra shrink (encoger) e inflation (inflación), bajo el cual se hace referencia a la reducción en el tamaño de un artículo mientras que el precio en el que se compra se mantiene.

En su libro Signals: How Everyday Signs Can Help Us Navigate the World’s Turbulent Economy, Malmgren lo definió en términos muy sencillos e intuitivos:

“Hablamos de reduflación cuando un producto reduce su tamaño, su cantidad o el número de unidades que se venden en un mismo envase sin que esa reducción repercuta en una disminución de precio”. Es dar menos por lo mismo.

Si bien la reduflación se trata de una práctica legal, no es del todo transparente, ya que permite mantener el margen de beneficio para el productor, reduciendo “discretamente” el volumen total del producto entre un 5 y 10 por ciento. Es por ello que, para muchos especialistas, este fenómeno es conocido como “la inflación invisible”, ya que en realidad se trata de un incremento de precios encubierto.

Las marcas justifican su estrategia en la equiparación de los procesos de producción, el encarecimiento en los precios de importación de las materias primas y en los costos del transporte o de la mano de obra. También la justifican en su preocupación por la salud del consumidor al asegurar que ofrecen menos cantidad del producto porque han reducido la cantidad de azúcar o han eliminado ingredientes perjudiciales para la salud.

Lo cierto es que diversas investigaciones académicas han demostrado que los compradores no aceptan fácilmente el aumento de precios explícitos en los productos, pero, en cambio, tienden a asumir de manera pasiva las reducciones de volumen, tamaño o cantidad que no implican un cambio de precio incluso cuando les resultan perceptibles a simple vista.

Entre el 2014 y el 2018, la BBC analizó el comportamiento de 19 productos de distintos fabricantes y descubrió que 18 de ellos habían sufrido reducciones en su presentación.

La Oficina Nacional de Estadística de Reino Unido revela que, en los últimos cinco años, más de 2 mil 529 productos han reducido su tamaño sin variar los precios.

Es así como podemos ver que no se trata de una práctica reciente, por el contrario, es muy recurrente para diversas empresas con el fin de no perder competitividad con sus rivales comerciales, esto ajustando el dinero que los consumidores pueden pagar por sus productos.

Sin embargo, lo real es que para los consumidores se genera una pérdida del poder adquisitivo, es decir, de aquella capacidad económica para adquirir los productos y servicios.

Es por ello que la presencia de este fenómeno no sorprende en México, en donde tan sólo el mes pasado la inflación general se situó en 8.15 por ciento, lo que la coloca como la tasa más alta de los últimos 22 años.

Hoy por hoy en el país este fenómeno es ya evidente en panes, snacks, frituras, cereales, aceites, atún, suavizantes de tela, detergentes, champú y refrescos, entre otros.

¿Qué podemos hacer como consumidores ante ello? Necesitamos empezar por ser responsables leyendo con detenimiento los empaques de los productos adquiridos, con el fin de ser conscientes de este tipo de prácticas y, de ser necesario, alzar la voz ante irregularidades.

Recordemos que en nuestro país existe la Procuraduría Federal del Consumidor (PROFECO) a la cual podemos acudir en caso de algún abuso, además de que tenemos en nuestras manos la posibilidad de realizar compras responsables, adquiriendo productos y servicios que nos convienen tanto por su calidad, tamaño y precio.

 

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Fernando Manzanilla Prieto

Soy Fernando Manzanilla Prieto, desde hace 20 años la vida me ha dado el privilegio de servir a las familias poblanas. Mi mayor anhelo es que a mí Estado le vaya bien.