Perfiles y prioridades ante el cambio en la SEP

  • Juan Martín López Calva
Si el presidente quisiera transformar realidades injustas tendría entre sus prioridades la educación

La educación es el vestido de gala para asistir a la fiesta de la vida.
Miguel Rojas Sánchez

En términos educativos, estas semanas en las que he estado ausente de este espacio que me brinda e-consulta, han sido de suspenso e indefinición acerca del futuro de la secretaría que tiene nada menos que la responsabilidad de la formación de los futuros ciudadanos de este país.

Porque a pesar de que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación emitió un fallo que determina que la actual secretaria del ramo cometió un delito electoral cuando fue alcaldesa de Texcoco, en el Estado de México, al descontar un porcentaje de su sueldo a todos los servidores públicos a su cargo y destinar esos recursos a fines partidistas, el partido en el poder -léase el Presidente de la República- ha decidido que será ella, la maestra Delfina Gómez Álvarez, su candidata a la gubernatura del Estado de México por segunda ocasión, con lo que se requerirá un relevo en la SEP.

Si se busca hacer una evaluación de su desempeño en el cargo de secretaria de Educación Pública federal, cargo que dejará pronto para iniciar su campaña, resulta muy complicado obtener datos de su desempeño. La palabra con la que podría definirse sintéticamente su paso por el despacho que han ocupado destacados intelectuales y funcionarios públicos como Justo Sierra, José Vasconcelos, Jaime Torres Bodet y Agustín Yáñez entre otros, sería, desde mi punto de vista: ausencia.

Porque en este período como responsable de la SEP que inició en febrero de 2021, la maestra Delfina no ha tenido prácticamente ninguna presencia ni mostrado el menor liderazgo en su cargo. No ha habido un proyecto claro y objetivo que ella haya definido y llevado a la práctica. Su participación en los medios ha sido también nula y el protagonismo y la coordinación de la propuesta de nuevos planes y programas de estudio (NPPE) para la educación básica y media superior ha estado a cargo de Marx Arriaga, director de Materiales Educativos de la secretaría.

Este paso fugaz por la oficina responsable de la educación en todo el país y este desempeño gris y prácticamente imperceptible de la secretaria sería algo extraño y reprobable por parte del presidente López Obrador si en su agenda de “transformación” -sí, entre comillas- la educación ocupara el lugar prioritario que debería tener en cualquier país que aspire a mejorar en términos de calidad de vida, equidad, paz y justicia. Pero no es el caso.

En efecto, la SEP se ha manejado, no sólo en este gobierno sino en muchos sexenios, como una secretaría de segundo nivel, como un mecanismo de control y aseguramiento de votos del magisterio o como trampolín político de quienes han ocupado la oficina de Vasconcelos.

Para muestra basta un botón, un botón muy reciente en el que el presidente, tal vez sin darse cuenta y dejando fluir lo que piensa y siente de la educación en su subconsciente o tal vez con toda la intención política de marcar el carácter no prioritario de esta secretaría, dejó muy claramente establecido que la educación no está entre sus prioridades de gobierno.

Ante las especulaciones de que la siguiente titular de la SEP sería la Dra. Elena Álvarez Bullya, actual directora general del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT), dado que el presidente había afirmado que sería una mujer quien sustituyera a la maestra Delfina. La convocó a la llamada “mañanera” para supuestamente presentar los avances de la aún inexistente vacuna Patria, desarrollo científico nacional para prevenir la COVID-19, pero en realidad lo hizo para dar a conocer que no será ella la nueva responsable de la SEP.

Cito a continuación lo que dijo el presidente refiriéndose a la Dra. Álvarez Bullya:

“…es una profesional y si hay duda fue, no en este gobierno, en otro fue Premio Nacional de Ciencias”; después agregó que es una mujer honesta, “nada que ver con los que estaba ahí que es una vergüenza… “tiene dimensión social, tiene convicciones y piensa en el pueblo. Por eso no va a ir a (la Secretaría) de Educación”.
Andrés Manuel López Obrador, refiriéndose a la titular del CONACYT

¿Cómo interpretar este pronunciamiento del titular del Poder Ejecutivo? En primer lugar, como una -para mi gusto no correcta- valoración de la titular del organismo rector de la ciencia y la tecnología en el país, puesto que señala cuatro cualidades muy destacables para referirse a ella: es una mujer honesta, tiene dimensión social, tiene convicciones y piensa en el pueblo.      

Pero enseguida, añade: “Por eso no va a ir a la Secretaría de Educación”, lo cual indica que para el presidente, la secretaría encargada de la formación de las nuevas generaciones de este país urgido de personas bien preparadas para superar sus grandes inequidades e injusticias, no necesita una titular honesta, con dimensión social, con convicciones y que piense en el pueblo.

Podría cuestionarse mi interpretación y decirse que él “por eso no va a ir”, significa que por eso -y de hecho lo dijo también el presidente: “la necesitamos aquí”. Él ha decidido que la Dra. Álvarez Bullya continúe al frente del CONACYT. Sin embargo, aún en este caso, la declaración hace pensar en que el presidente piensa que el CONACYT requiere de un perfil con esas cuatro cualidades pero la SEP no.

Tristemente, este discurso deja muy claro que en la mente del presidente y en su proyecto de “transformación histórica” del país, la educación no es un elemento central y por ello no requiere de un perfil como el que él -y sus seguidores, solamente- piensa que tiene la Dra. Álvarez Bullya.

La realidad educativa que no sólo no es la antifatalidad que postula Savater que debería ser, sino que es un medio para mantener y aún aumentar las enormes desigualdades de nuestra sociedad, condenando a los hijos de los pobres a seguir siendo pobres por su muy deficiente educación escolar, no sólo en lo académico sino en lo ético, en lo social y en lo ciudadano.

Por ello, si el presidente realmente tuviera la intención de transformar radicalmente las realidades injustas y excluyentes de nuestra sociedad, sería indispensable que tuviera entre sus más altas prioridades a la educación y designara para encabezarla a alguien realmente profesional, honesta, con visión social y que piense en el pueblo.

Si “la educación es el vestido de gala para asistir a la fiesta de la vida”, parece ser que la austeridad que predica el presidente lo hace rechazar este vestido y dejar fuera de la fiesta a millones de mexicanos que aspiran a una mejor calidad de vida.

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Juan Martín López Calva

Doctor en Educación UAT. Tuvo estancias postdoctorales en Lonergan Institute de Boston College. Miembro de SNI, Consejo de Investigación Educativa, Red de Investigadores en Educación y Valores, y ALFE. Profesor-investigador de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP).