Negros, oaxacos y sinaloas

  • Mauricio Saldaña
En una lucha de todos contra todos, se han enfrascado en una sorda pelea en territorio poblano

Era 2018 y caminaba por la Avenida Reforma en la ciudad de Puebla, cuando recibí una llamada telefónica. Un funcionario me preguntó con preocupación sobre “Los Sinaloas”. Lo que más le interesaba saber era si formaban parte del cártel dirigido por Joaquín Guzmán e Ismael Zambada, en ese entonces.

Preguntando, obtuve casi de inmediato la respuesta: no trabajaban para la mayor transnacional criminal en la historia de México, con operaciones en 50 países. Su origen era modesto y su irrupción a Puebla había sido por goteo, la mayoría vía la CAPU. “Flavio”, un personero de Jonatán “El Negro”, fue el cazatalentos.

A sus invitados, “El Negro” los concentraba en una casa de la 74 poniente entre 23 y 25 norte en La Loma. Tales delincuentes seguirían la línea del Cártel del Golfo y Los Zetas: así como los exgafes eran la guardia pretoriana de Osiel Cárdenas, “Los Sinaloas” serían el escudo armado de “El Negro”.

“Los Sinaloas” se abalanzaron sobre los comerciantes de los mercados Unión e Hidalgo. “Flavio” señalaba a quién debían visitar y lo hacían de inmediato.

Entre la paranoia y los narcóticos, “Flavio” identificó deslealtades hacia él por parte de sus cómplices en el Mercado Unión. Para sembrar miedo y mostrar músculo al mismo tiempo, asesinó a varios de esos desdichados. Ahí es donde aparecen “Los Oaxacos”.

Siguiendo con las analogías, “Los Oaxacos” eran la versión local de “Gente Nueva” respecto a Los Zetas y el Cártel de Sinaloa: se les inventó para enfrentar a los grupos armados de sus enemigos. Una especie de resistencia.

Así, se dio lugar a una guerra con propósitos claramente establecidos: “Los Sinaloa” decidieron trabajar como una pandilla de alto impacto; y sus perseguidores, “Los Oaxacos” querían lo mismo, borrando a sus contras.

El robo a escala industrial

“Los Oaxacos” optaron por el modelo de robo sindicado: hordas de criminales de poca monta se dedican a robar autopartes, teléfonos celulares y joyería. La concentran en puntos específicos de la ciudad y “Los Oaxacos” se las pagan.

Posteriormente, estos personajes las preparan y surten a revendedores en la 46 poniente para las autopartes y la 8 poniente, para los celulares. El metal robado lo distribuyen con compradores legales en el Centro Histórico.

También roban tráileres con mercancía legal, en diversos puntos del estado, sobresaliendo Puebla, Zaragoza, Libres y Oriental; además de perpetrar cobro de piso y robos en Sanctorum y la UH-Volkswagen.

El poder de “Los Sinaloa” fue disminuyendo cuando uno de sus líderes, Gildardo, fue detenido en mayo de 2020 y posteriormente enviado al CEFERESO de Oaxaca. Sus momentos de gloria quedaron atrás.

Había que ganarse el pan y aquellos salvajes sicarios se dejaron contratar al mejor postor. El 7 de marzo de 2020, de madrugada frente al bar “Cholulitas Terraza”, de la 14 Oriente 401, en San Andrés Cholula, se dio un enfrentamiento con saldo de tres muertos.

Los sicarios buscaban a “El Chilango”, integrante de “Los Sinaloas”, quien presuntamente andaba en ese bar, cobrando piso. Sus perseguidores eran de una pandilla de la zona, “Los Cholos”, una agrupación outsourcing de CJNG en Puebla.

El motivo de la búsqueda era que “Los Sinaloas” habían ejecutado a dos vendedores de “Los Oaxacos”, un pakistaní y un colombiano, ambos residentes de San Andrés Cholula.

Para el 1 de junio de 2020, ya sólo quedaba uno de los líderes visibles de “Los Sinaloas”, “El Nariz”, quien coordinaba el cobro de piso y el narcomenudeo en sus bastiones: Bosques de San Sebastián, Rivera Anaya, Barranca Honda y la Ciénega.

Habrá que apuntar que, a finales de 2021, todos los territorios mencionados habían cambiado de mando. “El Flavio”, fue detenido junto con Pablo, “El Choco”, quien fue reclutado por el primero cuando se conocieron en San Miguel.

En 2018, ambos personajes habían cobrado notoriedad por decapitar a dos narcomenudistas recién llegados de Guaymas, Sonora. Acto seguido, los tiraron en el desagüe de la colonia Los Ángeles, en Barranca Honda, el 14 de octubre.

Todos contra todos

Entre 2018 y el año que corre, las matanzas se han dado bajo el conocido estilo de todos contra todos: Sinaloas, Negros y Oaxacos se han enfrascado en una sorda pelea por el cobro de piso, narcomenudeo y préstamos a la colombiana. La marca presente en todos los conflictos es CJNG, considerando que la franquicia de Puebla la controla “El Negro”.

Las cenizas de los rencores dan constancia desde 2018, cuando el 22 de noviembre, dos hombres y una mujer ejecutados fueron el saldo de una refriega entre una célula de “Los Oaxacos” contra “Los Sinaloa”, en un local del Mercado Unión.

El grupo de “Los Oaxacos” arribó en tres vehículos y dispararon contra todos los que encontraron en un local de la 68 Poniente y la 15 Norte. Ahí dieron muerte a “El Kuri” y a dos personas más, sin omitir al menos, a cinco heridos.

La venganza no se hizo esperar y un comando arribó a una de las bases de “Los Oaxacos” en la 74 Poniente 2510 y posteriormente reventaron una casa de seguridad en Tercera de Tlotzin 17, de la junta auxiliar Romero Vargas. También pasaron a visitar algunas casas donde se almacenan refacciones robadas que se venden en la 46 Poniente.

El 26 de diciembre de 2018 a la media noche, hubo un ejecutado de dos balazos en la cabeza y una cartulina, en la colonia El Encinar, en un terreno bardado en Oyamel 220. El mensaje decía: “atte Los Sinaloa, nariz, cholo, vamos por ti Negro, te estamos esperando en Puebla”.

Evidentemente, la amenaza iba contra Jonatán. El 13 de febrero de 2018, dejaron enfrente de su vivienda en Clavijero, dos cuerpos: uno, masacrado a tiros; otro, agonizando. Era “un regalo del 14 de febrero” y el recado lo firmaban “Los Sinaloa”. Esto confirma que Jonatán tenía ahora, a dos enemigos encima: a “Los Oaxacos” y “Los Sinaloa”.

Con estas pandillas de alto impacto, el Mercado Hidalgo y el Mercado Unión no tendrían respiro por años: las autoridades, entre miedosas, compradas, agredidas y apocadas, dejaron crecer a esas uniones.

Al final del torbellino, Jonatán tendría más suerte que muchos de sus panegiristas y detractores, cobijado por el miedo entre policías y periodistas. Nadie lo molesta, nadie dice nada de él.

Epílogo hipócrita
El 4 de agosto de 2022 fue ejecutado frente a sus pequeños, Scott Danford, en San Andrés Cholula. Los amigos comentan que este personaje no había reunido el pago de extorsión exigido.

No hay que olvidar que el cobro de piso incluye vender narcóticos en los antros, sin importar en lo absoluto si los propietarios están de acuerdo o no.

El hombrecillo de siempre exigió, haciendo aspavientos con sus pequeñas manos, que los extorsionados lo busquen para pedir abrigo, consuelo y protección. Tal vez tenga razón: entre pares, él podría al menos negociar un descuento en el cobro de las extorsiones.

Las complicidades son como cuerpos que se protegen, abrazándose unos a otros. De esas canalladas sabe una sociedad hipnotizada por la anodinia.

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Mauricio Saldaña

Doctor en Administración Pública con estudios de doctorado en Ciencias Penales. Especialista en inteligencia y cotrainteligencia con más de 30 libros publicados. Ha diseñado un mapeo sobre la feudalización de la delincuencia organizada en México.