¿Educación humanista en México?

  • José Guadalupe Sánchez Aviña
La educación representa la posibilidad de existencia humana, la vida con otros y para otros

Esta mañana, en medio de escuchar la transmisión de la Secretaría de Educación Pública de la inauguración del Plan de Implementación de la Política Nacional de Educación Inicial, no puedo dejar de mencionar que me resulta “muy curioso” que un gobierno cuyo discurso es bien conocido, tome como conferencista de apertura de una acción como la que se señala, a un “Especialista Senior” en la Práctica Global de Educación del Grupo del Banco Mundial, sí, del mismísimo Banco Mundial.

¿Será que lo declarado desde el Proyecto Alternativo de Nación de AMLO, así como de los últimos boletines y anuncios relacionados al Nuevo Marco Curricular, son solo eso? Declaraciones.

Reforzando esta sensación de inconsistencia e incoherencia por parte de la administración en materia educativa, viene a mi mente, el Ciclo de webinars Alfabetización emocional", organizado por la entidad rectora en materia educativa del país; en donde los tres conferencistas fueron extranjeros, con enfoques francamente ajenos en tiempo y en espacio a las realidades de nuestro país.

Además de cuestionarme sobre el escaso aprecio gubernamental actual, sobre los pensadores educativos de nuestro país, me hace pensar que atentan contra algunas de sus declaraciones, que encontrarían fundamento sólido en enfoques como aquellos que postulan la ruptura con el colonialismo.

El aspecto del discurso oficial, que traigo a colación en esta ocasión -mismo con el cual coincido, pero no de manera ingenua-, es el enfoque humanista de la educación, que dice impulsar este gobierno. Referiré elementos básicos que vislumbran posibilidades de diálogo y de valoración de la acción en la materia.

Recuperemos lo que nos propone Octavi Fullat: “La naturaleza sola no le sirve al ser humano para ser precisamente hombre; siempre queda perplejo, irresoluto, turbado y en menoscabo” (2008, p. 20), haciendo referencia a la condición de un Ser en construcción y búsqueda permanente de humanización; a lo que agrega: “Una cosa es lo que yo soy y otra muy distinta es aquel que yo soy; lo primero es mi qué, mi ´naturaleza´, y lo segundo es mi quien, mi ´persona´. La naturaleza es lo tenido por mí; la persona es la que la tiene.” (2008, p. 144). En otras palabras: ¡La vocación del hombre es la de ser sujeto y no objeto!

Lo anterior expresa parte de la esencia de la propuesta humanista al mundo, en su relación directa con la educación. En este marco, la educación representa para una persona la posibilidad de ser humano, de ejercer efectivamente a través del discernimiento propio la libertad; representa la posibilidad de existencia auténticamente humana, la vida con otros y para otros. Siendo esto núcleo de los fundamentos de la educación moderna, con énfasis de lo formativo por encima de lo informativo y el principio de capacidad y libertad del hombre para forjar su destino, México hoy se manifiesta en la órbita mundial, por lo menos en discurso.

Consideremos dos aspectos que nos sirven de referente para valorar las orientaciones reales de la política educativa en el país: a) Humanos son los símbolos y el arte, la creatividad, la estética, la música y la plástica; las letras y la filosofía; la imaginación y el sentimiento que nos impulsa a construir mundos fabulosos; el amor, la reiterada búsqueda de valores absolutos que nos sobrepasan y nos comprometen; la necesidad de lo trascendente y el temer el llegar a encontrarlo; y la fe. b) Lo específicamente humano: la conciencia que tenemos de nosotros mismos; la inteligencia que genera ciencia; la convicción de que toda persona posee dignidad especial que la hace un fin en sí misma; el orden del derecho, construcción de valores y normas que protegen esa dignidad contra la fuerza; la capacidad de concebir la existencia como destino, con principio y fin, con sentido de realización; el orden moral que compromete nuestra consciencia; el arrepentimiento que nos ennoblece, el fracaso que podemos convertir en triunfo y la capacidad de reconstruir nuestro destino fracturado; y, la esperanza que nos distingue de los demás seres de la naturaleza.

No puedo cerrar este texto, sin compartir la postura de un pensador educativo mexicano como Pablo Latapí:

“…llamamos humanismo a las filosofías que lo valoran, y educación humanista, a los intentos por preservarlo en las nuevas generaciones. Porque estos valores específicos del hombre no están dados sino en germen en cada hombre o mujer que nace, porque somos más proyecto que obra terminada, ellos requieren ser cultivados, protegidos y desarrollados por la educación. Todos somos responsables de preservar la esencia humana. Por esto todos educamos, en la familia, en la calle, en la conversación cotidiana; también por supuesto, en las escuelas y en las universidades.” (2009, pp. 51-52)

Texto que de manera sencilla pero directa, deriva dos compromisos ineludibles para quienes buscamos gestar una transformación auténtica de la educación hacia el beneficio común:

1) Resistir a las posturas utilitaristas o economicistas en el mundo; y 2) Proteger esta dignidad humana en los niños y en los jóvenes, orientándolos para que superen la tentación de reducir su existencia a otras dimensiones más frívolas e inmediatas, es la tarea de la educación humanista que a todos nos incumbe.” (Latapí, 2009, pp. 51-52)

Felicidades al equipo de e-consulta por el vigésimo aniversario. Gracias por permitirme colaborar.

Abrazo, Rodolfo.

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José Guadalupe Sánchez Aviña

Doctor en Educación, Sistema Universitario Jesuita ademas de ser maestro en Investigación Educativa por la Ibero Puebla realizó su licenciatura en Sociología por la UNAM . Actualmente es Académico de Ibero Puebla