Perro amor

  • Augusta Díaz de Rivera
A Bache lo llamé así porque lo encontré en la calle, cachorrito, y era negro como el pavimento

“Bache” y yo compartimos dolores antiguos, algunos del cuerpo, otros del alma. Lo llamé así porque lo encontré en la calle, cachorrito, y era negro como el pavimento.

Pasamos varios días callados, sin hablar. Recién abandonados ambos, yo por un amor que creí eterno, él quién sabe por quién. Compartíamos la desconfianza que sentíamos por el mundo comiendo comidas enlatadas, sin salir de casa, sin bañarnos.

Con el tiempo ambos nos levantamos, nos sacudimos las pulgas, y empezamos a correr, primero por calles de noche, con luz y entre árboles después, hasta que descubrimos un amor simple, de miradas limpias, con frases de tres palabras.

Sin más exigencias que dos palmadas al llegar yo a casa y un buen paseo juntos, me paga bien echándose a mi lado en silencio. Sabe de mis huecos y a veces hasta los llena. Se alegra con mi alegría, comparte mi soledad cuando la ve alejarse, calla las tantas historias que han pasado por nuestra casa. Miramos por la ventana el pasar del tiempo.

Por las noches me echo unos minutos en el piso a su lado y lo abrazo, me gusta sentir su corazón, su olor, su serenidad. Me cuenta en silencio sobre la cadera que le falta y de cómo las gotas de CBD no le quitan el dolor, le recuerdo de mis prótesis en las cervicales y de cómo no me sirvieron de nada. Le confieso mi amor, me confiesa el suyo y le pido un imposible: le pido que nunca se vaya.

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Augusta Díaz de Rivera

Licenciada en Relaciones Internacional con Maestría en Políticas Públicas y Administración Pública. Se ha desempeñado en cargos como regidora de los Ayuntamientos de Puebla y Atlixco; diputada local en el Congreso de Puebla, así como diputada federal. Actualmente es Presidenta del CDE del PAN.