No importa la salsa que le pongas a tus tacos

  • Alejandra Fonseca
La sexualidad de las personas es como la salsa que le ponen a sus tacos: a nadie le importa

-¡Má, te invito a cenar unos tacos!, le dijo el joven a su madre.
-¡Claro que sí mi amor! ¿Dónde quieres ir?, respondió gustosa la mamá.
-En la Recta a Cholula hay unos de sesos muy buenos; hay mucha variedad así que puedes elegir lo que gustes.
-Está bien, ¡vamos!
-¡Yo manejo! Nos vamos en tu camioneta.
-Está bien.

Llegaron a los tacos y se sentaron en la última mesa del local. Abrieron las cartas y el muchacho le preguntó a su madre:

-¿Qué quieres comer? Además de la especialidad de tacos de sesos, que son diferentes y no los fritos tradicionales, hay de arrachera, chorizo, carne asada, carne enchilada, hay queso fundido, en fin, ¡mucho de dónde escoger! Pero de una vez te digo, son pequeños, los sirven con doble tortilla ‘moneda’.

 -Voy a empezar con dos de sesos; se me antojan sólo por las ganas con que los recomiendas. Después veo qué más como.
-¿Quieres refresco o agua de sabor?
-¡Agua de mango!

-¡Mesero!, gritó el chico, ¿nos puede tomar la orden? Mire, vamos a querer seis tacos de sesos, dos para mi mamá y cuatro para mí. Y dos aguas de mango sin hielo, por favor.

Presto el empleado llegó con la orden; puso frente de cada uno su plato con el número de tacos que pidieron y sus vasos con agua. ¡Provecho! dijo de manera amable y servicial.

-¡Gracias!, respondió la señora. ¡Qué buen servicio tienen! Vamos a probar los famosos tacos de sesos.

Empezaron a saborear los alimentos y la plática giró en torno a cosas sin importancia. Solicitaron otros seis tacos de sesos, tres y tres para cada uno, y un queso fundido con champiñones y tortillas de harina para compartir. Después de la comilona, el muchacho pidió la cuenta y sin decir ‘agua va’, soltó a bocajarro y sin aspavientos: “Soy gay”.

Llegó la cuenta, el chico la pagó, dejó al mesero su propina. Se levantaron de la mesa; dijeron “provecho” a los comensales de alrededor y a los taqueros los felicitaron por las delicias y la limpieza con que preparan los alimentos.

Subieron al coche y el hijo volteó la mirada hacia su madre, quien, viéndolo de frente le dijo:

-A ver mi amor, ¿te fijaste qué salsa le puse a mis tacos?
-No.
-¿Te fijaste si yo me fijé qué salsa le pusiste a tus tacos?
-No.

-Para mí la sexualidad de las personas es como la salsa que le ponen a sus tacos: nadie se fija y a nadie le importa. Yo te amo tal y como eres; te acepto tal y como eres. Eres y serás mi hijo adorado, ¡no me importa la salsa que le pongas a tus tacos y siempre te amo!

alefonse@hotmail.com

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Alejandra Fonseca
Psicóloga, filósofa y luchadora social, egresada de la UDLAP y BUAP. Colaboradora en varias administraciones en el ayuntamiento de Puebla en causas sociales. Autora del espacio Entre panes