Militarización y guerra sucia

  • Rodrigo Rosales Escalona
El concepto militarización abarca diversas tonalidades de acuerdo a la política e intereses

Los pueblos que han vivido el trauma y flagelo de la violencia de las consecuencias de las armas como de acciones bélicas, han actuado a menudo como si no hubiera un mañana, ante la angustia de la proximidad de la muerte, de presencias la crueldad con la que actúan quienes el uniforme les permite impunidad.

“El presente momento histórico es de una gravedad indecible, sus consecuencias pueden ser gravísimas, hagamos de tal modo que se resuelva el mayor número posible de las cuestiones dejadas irresueltas por el pasado y que la humanidad pueda volver a emprender su camino”: Antonio Gramsci

Las masacres y la sangre inocente perduran en el tiempo, sobre todo, cuando se actúa con represión, o ante la crueldad de la guerra donde los civiles, como “daño colateral”. Pero, ¿en qué momento y por qué se dijo así? Retrocedamos en el tiempo, donde en mayo de 1999, un bombardero estadounidense sobrevolaba Belgrado como parte de la campaña de ataques aéreos de la OTAN para forzar la rendición del líder serbio Slobodan Milošević en la Guerra de Kosovo. Poco antes de la medianoche del 7 de mayo de ese 1999, la embajada de China era bombardeada por error. Tres de los cuatro fallecidos eran ciudadanos chinos.

Ante el reclamo de Pekín por lo que calificó como un “crimen de guerra”, el presidente Bill Clinton, por medio de su entonces portavoz del Pentágono, Kenneth Bacon, hizo una declaración que sorprendió por su tono hipócrita y falto de escrúpulos: “Tenemos los mejores pilotos del mundo, el mejor armamento, las misiones mejor planificadas y las fuerzas mejor entrenadas, pero es imposible evitar los daños colaterales.”

Sin embargo, dos meses después de ocurrir esos “daños colaterales”, la investigación arrojó una conclusión escandalosa. La CIA, que en secreto facilitaba a la OTAN objetivos bélicos en la guerra contra Yugoslavia, cometió un trágico error: envió al Pentágono un mapa de Belgrado que no estaba actualizado y que marcaba como “objetivo legítimo” la oficina de compra de armas del gobierno yugoslavo, cuando en realidad lo que estaba ahí era la sede diplomática china. El propio director de la agencia de inteligencia más poderosa del mundo, George Tenet, tuvo que salir en persona a reconocer el fiasco y ofrecer una disculpa.

Aún no está claro si la estrategia de Clinton de llamar “daño colateral” a la muerte de cuatro civiles que no eran objetivo de guerra fue suficiente para disuadir a los chinos, pero la realidad es que la temida reacción de Pekín no fue atendida como debió ser, porque Clinton dejó de cobrarle interés.

Este hecho nos obliga a remontarnos a la nefasta era de los nazis los que entendieron como pocos el inmenso poder de la palabra para persuadir, enajenar, alienar y enardecer a las masas. Qué mayor crueldad que la de los jerarcas del III Reich cuando hablaban de “solución final” para no tener que desvelar el verdadero significado de la misión que Hitler les había encomendado: el exterminio del pueblo judío. Bastaron esos dos vocablos, a priori inofensivos, para que la propaganda nazi convenciera a millones de alemanes de ser cómplices del peor genocidio de la era moderna.

Bajo esta lógica perversa, la propaganda del Pentágono incorporó a su léxico militar daño colateral para convencer a la opinión pública de que las víctimas inocentes durante una misión bélica eran el precio que unos pocos deben pagar para evitar la victoria del enemigo. Siempre será más fácil recurrir a este eufemismo que reconocer que el asesinato de civiles desarmados, cuando no son objetivos bélicos, es un crimen de guerra.

“El hombre es sobre todo espíritu, o sea, creación histórica, y no-naturaleza”: Gramsci

En cada momento en que el mundo se encuentra en la encrucijada y la latente posibilidad de un conflicto entre grandes potencias, derivado de la escalada generada por intereses económicos que hacen de la política la justificación argumentativa para prepararse para la guerra. Entre tanto, la propaganda persuasiva debe ser efectiva ante las masas para inducirlas a que se actúe en honor, justicia y protección de la patria o la “democracia”, donde el efecto es la militarización nacional.

La retórica bélica es efectiva, surte efecto, sin que las masas consigan en ese momento que serán arrastradas como carne de cañón tragadas en la máquina de moler carne por el apetito de esas élites de ganancias económicas para su industria bélica y conquista del vencedor.

El mundo que no pertenece al club capitalista es devorado por dichos intereses, y cuando decide imponer su soberanía, ésta carece de sentido porque su soberanía no encaja en dichos intereses. Se “justifica” cualquier pretexto para decir que terroristas revoltosos de una nación, atentan contra las libertades democráticas del “mundo civilizado”, por lo que se justifica la invasión militar o fraguan golpes de estado imponiendo dictaduras y militarización del país para evitar o desaparecer cualquier intento del pueblo en luchar o ir reconstruyendo su libertad y soberanía. La militarización suprime a un gobierno democrático en cada espacio del mismo, determina quién vive, desaparece o es sometido a procesos “legales” amañados.

“Si asumes que no existe esperanza, entonces garantizas que no habrá esperanza. Si asumes que existe un instinto hacia la libertad, entonces existen oportunidades de cambiar las cosas”:  Noam Chomsky

Para garantizar el “orden” en el país, la militarización está presente en las calles de cada ciudad y regiones rurales, donde la boca del fusil y bayoneta es la expresión absurda contra la ciudadanía y posibles protestas. En muchos casos los daños colaterales son pretexto de asesinatos, ejecuciones y masacres.

Entre su último discurso de Salvador Allende el 3 de septiembre de 1973, en el golpe militar, dijo: “La Historia la hacen los pueblos”, palabras más que le costaron la vida. En Latinoamérica se cubrió de sangre y dolor ante las dictaduras impuestas por el imperialismo norteamericano, bajo la falsa moral de las barras y las estrellas y una hipócrita postura de decir que a la entrada de ese país está el Monumento de la Libertad, cuando su doctrina militarista deriva en daños colaterales.

Como para dar mayor énfasis al tema tenemos fresco ese militarismo imperialista con John Bolton, antiguo asesor de Seguridad Nacional (2018-2019) de Donald Trump; que afirmó en una entrevista concedida a la cadena de televisión CNN que "ayudó" a planificar golpes de Estado en otros países y descartó la idea de que el asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021 fuera equivalente a un golpe.

"Como alguien que ayudó a planificar golpes de Estado, no aquí, pero en otros países, requiere mucho trabajo, y no es lo que hizo (Trump), pasando de una idea a otra hasta que al final azuzó a los responsables de los disturbios en el Capitolio", manifestó en declaraciones al periodista Jake Tapper.

Pese a no dar ejemplos concretos, aludió el intento de intervención militar estadounidense en Venezuela en 2019 contra el presidente, Nicolás Maduro, aunque aclaró que Estados Unidos "no tuvo tanto que ver con ello". "Escribí sobre Venezuela en mi libro, pero (el intento de golpe) no fue exitoso. Vi lo que es necesario para que la oposición intentara derribar a un gobierno elegido de forma ilegítima", explicó. Como mayor prueba de ello, emplearon a un títere, Guaidó, para sostener la idea de que se luchaba por la democratización de Venezuela.

“La propaganda es a una democracia lo que la coerción a un estado totalitario”: Noam Chomsky

El otro militarismo que se tiende en el uso del control militar, por parte del ejército o de la policía, de un territorio clave para los intereses estratégicos que posee la multinacional, ya sean recursos naturales como el agua, ya sean infraestructuras, como carreteras, gaseoductos, etc. Estos contingentes militares llegan, en ocasiones, desde los países de procedencia de las multinacionales para asegurarse la explotación de recursos de terceros países sin impedimentos.

Mismos que los hemos encontrado durante la imposición de gobiernos títeres del capitalismo imperialista en contubernio con el criollo. Por lo que en el caso de México, en nuestra historia del siglo XX y parte del XXI, si bien no tuvimos esas dictaduras, sí se recurrió al militarismo para reprimir al pueblo en todos los sentidos, siendo el Gobierno Federal en cada etapa a partir de 1940 a 2018, donde en nombre de la democracia, la ley del imperio se impuso a la razón social. No podemos soslayar que entre las funciones del ejército también está el apoyo social en caso de desastres naturales, eso no se cuestiona, el problema radica cuando intereses de gobierno, de políticos y de la oligarquía con mezquinos intereses, hacen uso de la fuerza para contener, reprimir o ejecutar a la población, como el movimiento ferrocarrilero y magisterial en el 57.

El 23 de mayo de 1962, como a las dos de la tarde, se presentaron alrededor de sesenta militares y civiles frente a la calle de Mina número 14, en Tlaquiltenango, Morelos, domicilio de la familia Jaramillo. Elementos del Ejército mexicano y la Policía Judicial, acompañados del soplón Heriberto Espinosa alias “El Pintor”, se introdujeron a la casa y con violencia obligaron a salir a Rubén, su esposa e hijos adoptivos, quienes fueron secuestrados, al mismo tiempo que sustraían los documentos agrarios en poder del jefe campesino morelense, mismos que fueron masacrados.

“Los trabajadores hemos avanzado poco, y hasta es indispensable que unidos no sólo pidamos menos horas de trabajo como jornada diaria, hoy con toda la experiencia que hemos recogido, debemos pedir que cuanto antes sean nacionalizadas todas las industrias, y fuentes de riqueza nacional, y luchar políticamente, para hacer que el poder público y económico, llegue de una vez por todas como lo dice el artículo 39 constitucional a las manos del pueblo": Rubén Jaramillo

El 68 y Jueves de Corpus del 10 de junio de 1971, movimientos que ya estaban en la total represión de la guerra sucia, que implicó persecución de líderes y ciudadanos en general en el país, donde esos mezquinos actuaron a través de las fuerzas militares y policiales. Los medios de comunicación hicieron eco de la mentira y deformación de la represión, escribiendo o diciendo que los terroristas estaban contra la democracia.

Acteal, El Charco, Aguas Blancas, La Parota, Iguala y los 43 estudiantes normalistas, son un cúmulo de dolor y frustración social que va acumulando rencor contra esa casta mezquina.

Bajo el pretexto de combatir al narco, Felipe Calderón militarizó el país derivando en miles de muertos y desaparecidos, descomponiendo y desarticulando a la sociedad. Ahora se evidencia que el actual gobierno federal militariza a la nación, porque las Fuerzas Armadas tienen diversos papeles en construcción de obras distintas, que es el administrador de aduanas, etcétera. La diferencia está en que no actúa con fusil y bayoneta como recurso de presión contra el pueblo, que está presente en defensa social gracias a la herencia de Calderón.

Esa oligarquía y política que ejerció ese poder, escudando sus criminales actos usando a las Fuerzas Armadas, ante su imposibilidad de no imponer sus caprichos, emprenden otras acciones agresivas con la guerra sucia para manipular que la nación está militarizada. Si el país tiene herencia de sangre por parte del crimen organizado, donde algunos de esa élite están coludidos, que bañan de sangre a la nación, a su vez, con policía estatales y municipales limitadas, mal adiestradas y pésimamente armadas, las Fuerzas Armadas están dando respuesta a la sociedad, quienes también mueren o son heridos, quienes sus familias también padecen dolor.

Élites que no ven eso, que hacen guerra sucia, que emiten odio, que no poseen capacidad de propuestas reales de desarrollo, de reconstruir una nación, de dar respuesta clara y contundente a un pueblo con rencor, que se limitan a usar medios de comunicación como arietes y dardos envenenados.

¿Militarización? De acuerdo a lo descrito, así como el interés económico militariza al mundo, y en México la fuerza represiva era el mecanismo de diálogo contra el pueblo, ahora es otro el lenguaje. Que si la historia de obra pública gubernamental adoleció de corrupción, de saqueo de recursos y venta de nación, reconstruir una nación es y lleva tiempo. Entre tanto, de acuerdo a los hechos, no tenemos militarización que masacre, secuestre ni ejecute o desaparezca ciudadanos, como ellos ordenaban.

Así de simple.

Fuentes
Chomsky. N. Estados fallidos. Ediciones PC. Barcelona. 2010
Klare. M. Contrainsurgencia, proinbsurgencia y antiterrorismo en los 80. Grijalbo. 1990
Chomsky. N. El nuevo humanismo militar. Siglo XXI. México. 2002
John Bolton, exasesor de Trump, admite que ayudó a organizar golpes de Estado en otros países
https://elpais.com/internacional/2022-07-13/el-exasesor-de-trump-john-bolton-admite-que-ayudo-a-organizar-golpes-de-estado-en-otros-paises.html
https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-62156491

rodrigo.ivan@yahoo.com.mx

 

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Rodrigo Rosales Escalona

Periodista y analista político en medios locales y nacional, filósofo, docente en nivel superior, activista social, comprometido con la justicia.