Cuba, las dos caras

  • Octavio Corvera
Mucha polémica se levanta cuando hablamos de la situación de la isla. El debate regresa

Fue hace trece años que me estrenaba como director académico de postgrado. Mi poca experiencia como investigador y académico se contrarrestaba con lo que había aprendido, casi de manera empírica, sobre administración y gestión de universidades. El proyecto era posicionar y hacer crecer los programas de maestría, así como un incipiente programa de doctorado. Se tomó la decisión de solicitar ayuda a la máxima casa de estudios, la BUAP, y esta, nos comentó que tenían convenios con diversas universidades cubanas y que estaban siendo fructíferos. Que los profesores que venían traían mucha experiencia en distintas áreas del conocimiento y que nos recomendaban ampliamente sumarnos a estos convenios. Aceptamos y empezó el trabajo entre ambas instituciones, la privada para la que trabajaba y la pública cubana.

El acuerdo entre ambas universidades empezó con el primer doctor e investigador que nos apoyaría en la revisión y planeación del proyecto de doctorado en cuestión. Su currículum avalaba la contratación: nacido y formado en Cuba con estudios de posgrado en España, más el añadido de ser funcionario académico del gobierno de Castro. Las pláticas que a menudo se tenían sobre el régimen, siempre las aclaraba y defendía de manera argumentada y orgullosa, tanto que empecé a dudar sobre lo que yo pensaba de la isla y a reflexionar sobre la razón por la cual Fidel y la revolución eran un triunfo.   

Recuerdo varias anécdotas en las que, al saberlo cubano, empezaban las preguntas casi siempre de manera “curiosa” sobre los mitos que se sabían de la isla. Llamaba la atención porque era un hombre cubano que tenía permiso para trabajar en México, pero con fecha de regreso a Cuba.

La relación con el cuerpo académico que importábamos se fortaleció y los refuerzos académicos llegaron, fue entonces que llegaron varios doctores que, al pisar México conocieron y descubrieron otra realidad, otra América Latina.

Fue entonces que las anécdotas empezaron a cambiar. Quedó al descubierto la otra cara de la situación cubana. Estos otros profesores no habían tenido la oportunidad de haberse formado en España porque simplemente no pertenecían al cuerpo de gobierno del régimen.

Conocimos y escuchamos de la desesperación y la frustración por la carencia que se vivía. De las familias queriendo visitar a sus hermanos o hijos en Nueva York o Miami, y no poder hacerlo porque el salario que ganaban o, mejor dicho, el salario que el Estado les dejaba era mínimo para comprar un boleto de avión o simplemente no se les otorgaba permiso para viajar. Supimos también del problema que resultaba comprar tecnología aquí y esconderla allá porque eso generaba conflictos con otros ciudadanos porque nadie podía tener privilegios más los que el Estado permitiera y que cada vez con más frecuencia debían ir a trabajar con la ración de desayuno cada vez más escasa.

Llegó entonces el aniversario de la universidad revolucionaria y acudimos a la isla en calidad de invitados oficiales, invitados del rector. El trato fue de primera y la calidez y amabilidad fue indescriptible. Me resultaba muy extraño vivir las dos caras de la moneda de un día a otro. Como invitados de la rectoría no padecimos de nada, pero como turistas veíamos la realidad de un país gobernado por un sistema que ya había colapsado hace décadas. Fue entonces que entendí lo peligroso que resultaba que una sola persona afirmara saber lo que es mejor o no para el otro. ¡Yo soy la Revolución, yo soy la Patria, el Estado soy yo!

Defender la dictadura cubana afirmando que también en México existen carencias y niveles altos de pobreza, no significa que la revolución haya triunfado. Justificar la situación de la isla por el bloqueo económico tampoco es un indicativo de que ese sea el camino. La ideología revolucionaria de izquierda, exige libertad; libertad de pensamiento, libertad para manifestarse, para mudarse, para trabajar o simplemente para elegir. Y esto no es así. Los 500 médicos cubanos que vendrán, entregarán el 70 por ciento de su paga al Estado a cambio de una vida ¿digna y decorosa? Falso.

Como en todo país latinoamericano, la revolución triunfó para sólo un grupo, para un sector, para un grupo reducido; para los demás, sólo fue un traslado del poder.

Se dice que lo más presumible de Cuba es su sector educativo y médico, que es de lo mejor del mundo. Quizá por eso, trece años después, varios -ahora grandes amigos cubanos- decidieron adoptar a México como su hogar, o buscar un lugar en España porque siempre el triunfo de la revolución se apreciará mejor desde lejos.

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Octavio Corvera

Licenciado en Derecho con estudios en Ciencia Política. Profesor universitario, abogado y militante del PAN desde el año 2000. Miembro de la Asociación Nacional de Facultades, Escuelas de Derecho e Institutos de Investigación Jurídica, A.C.