Presencia: La escuela como espacio de encuentro

  • Luz del Carmen Montes
Sí digo no a la escuela como un espacio que nos aísla y digo sí para la escuela remota con presencia

Desde que inició la contingencia sanitaria y, el consecuente aislamiento físico, hasta este momento en que no estoy segura si ya podemos hablar de pospandemia, una de las preguntas recurrentes es: ¿qué podemos aprender de este complejo fenómeno? En el ámbito educativo es una pregunta obligada para todos los actores involucrados. Por supuesto, en el centro del sistema educativo están las y los niños y jóvenes.

Quiero pensar que hemos rebasado las respuestas reactivas ante la emergencia y hemos empezado a estructurar programas de respuesta ante la crisis como la que apenas estamos superando. Pero es inevitable dejar de lado el temor de regresar a las mismas dinámicas escolares en las modalidades educativas presenciales.

Especialmente en los espacios escolares, uno de los retos es pasar de la presencialidad muchas veces simulada, a través de una pantalla, a la presencia total, esto es con el cuerpo, la mente y alma. Este aspecto tan particular como relevante fue tratado, hace algunos días, por la Dra. Inés Dussel, investigadora titular del Departamento de Investigaciones Educativas del CINVESTAV-IPN, en el Foro “El regreso a la escuela: entre lo presencial y lo híbrido” organizado en el marco de las actividades del Campo Estratégico de Acción en Modelos y Políticas Educativas de la IBERO Puebla.

Para la Dra. Dussel, la pandemia visibilizó “la escuela como encuentro en cuerpos, artefactos, espacios y saberes y a la co-presencia como una dimensión importante de la escolarización”. Habló de la gestión del tiempo en lo que llamó la nueva economía de la atención pues la educación remota provocó una especie de poliactividad que trajo consigo la práctica de una atención efímera.

A mí me parece que, en el afán de estructurar los procesos de aprendizaje en paquetes pequeños para evitar tanto tiempo frente a las pantallas, con la idea de que las actividades fueran variadas, atractivas y disfrutables, en muchos casos, se ha difuminado la concentración y la atención indispensables para los procesos intelectuales implicados en el aprendizaje.

La interacción a través de la pantalla, con las cámaras apagadas por la supuesta mala calidad de la señal de internet, se empobreció. Muchas y muchos docentes no sabíamos si los y las estudiantes nos escuchaban, atendían y realizaban los ejercicios que habíamos preparado para ese momento. De ahí el uso de la expresión “manifiéstense” aludiendo a las sesiones espiritistas.

Según Inés Dussel, lo que queda de estas experiencias, es “la escuela como lugar relevante para (el) saber”. Y coincido totalmente con ella, pero creo que hablamos de escuela convertida en un espacio para el encuentro, para la co-presencia. No un espacio en el que una persona transmite ese saber a las personas que no saben, en el que rigen las actividades atractivas, pero sin propósito formativo claro, con un despliegue sin sentido de recursos.

Hoy más que nunca, hay que recuperar la interacción cara a cara para el entendimiento, para la comprensión, para el cuidado de uno y de los otros. Hay que “estar” y “habitar” los espacios escolares de tal manera que las experiencias y la convivencia sean más ricas y de mayor valor formativo que en un escenario remoto. La socialización de lo producido por las y los estudiantes, en compañía y con la orientación de docentes, debe ser un espacio de conversación en que se comparten saberes; no un espacio en el que se repite lo que está en textos digitales y físicos; y, me refiero a textos en diversos formatos como videos, artículos de revista y sitios web, entre otros.

No digo no a los recursos tecnológicos, tampoco a la educación remota, híbrida, virtual, y asincrónica; digo, sigamos usando el abanico de recursos disponibles, pero no sacrifiquemos la presencia y el encuentro para la comprensión mutua. Cierro con una idea más de Inés Dussel, trabajemos por una escuela que provoque “tomar nota del mundo, que nos inscriba en el mundo”, sí digo no a la escuela como un espacio que nos aísla y digo sí para la escuela remota que permita acercar la educación a quienes no puedan estar presentes, pero generando presencia.

La autora es académica de la Universidad Iberoamericana Puebla.
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