Fin de semestre: ser maestra y ser maestro

  • Dafne Reyes Jurado
Enseñar es respetar el aprendizaje de nuestras y nuestros estudiantes, sus intereses y necesidades

En días pasados se celebró en México el Día del Maestro; una fecha en la que vale la pena reflexionar sobre la importante labor que tiene esta profesión sobre todo en un país como el nuestro. Una de las cosas más bonitas que se le puede regalar a un maestro son palabras. Sí, palabras que den cuenta de hasta dónde ha llegado el alumno gracias a la compañía, guía y entusiasmo de su maestra o maestro.

En esta misma semana, yo por ejemplo tuve la retroalimentación con mis estudiantes de Orientación Escolar en torno al cierre de semestre. Dicha retroalimentación incluía una autoevaluación por parte de ellas sobre su propio aprendizaje, esas palabras que son el mejor regalo para un maestro en su día y que dejan ver si hubo o no aprendizaje significativo.

Dentro de este diálogo personal, una de ellas me compartió cómo fue que lo que habíamos revisado dentro del curso lo fue experimentando y viendo reflejado en su vida personal, familiar, con sus intereses, etc.; y aunque mencionó que consideraba que pudo haber “dado más” (aludiendo al Magis ignaciano) por el curso y por su propio aprendizaje, se iba contenta por haber aprendido algo en torno al ámbito educativo, sobre una nueva figura que si bien cuenta con las habilidades propias que tiene un profesor, también acompaña y se involucra en otros procesos: el orientador.

Las palabras de esta estudiante aún resuenan en mi cabeza como el aprendizaje al que he querido llevar a mis estudiantes durante el curso. Dice Garita (2001), que el aprendizaje tiene implicaciones de orden ético, psicológico y teórico-práctico, y esta alumna me lo demostraba a través de sus palabras, dando cuenta de una reflexión profunda de orden ético, psicológico y teórico-práctico. La calificación es un número que, sin una reflexión profunda, queda en un objeto carente de significado, no reflejando realmente el aprendizaje y todo lo que en este caso mi estudiante experimentó durante el curso en su vida personal.

Entonces, partimos de que el conocimiento se construye. Ser profesor implica llevar al estudiantado hacia el aprendizaje pero, ¿cómo hacer esto? Sabemos que no basta con tener las lecturas adecuadas para el curso, actualizadas y exactas para lo que se quiere alcanzar; necesitamos llevarles a la reflexión, al análisis, a desmenuzar las lecturas, pero también a experimentar ese conocimiento, apropiárselo, hilar lo que se vive con el propio conocimiento.

Señala Garita (2001) citando a Flores que los profesores deben asumir que su enseñanza se enuncia desde un enfoque epistemológico, que, si no es consciente, si no es explícito, estará reproduciendo la concepción dominante de la enseñanza de la época vivida, en este caso, la educación tradicional, en la que, aún se piensa que es el maestro el que tiene la verdad absoluta, que la transmisión del saber es incluso a base de ridiculización, regaños, etc.

Ser maestra o ser maestro implica que nuestra práctica parte de una concepción personal, subjetiva, que si no hacemos consciente como es está, nuestra práctica será sin conciencia clara de hacia dónde queremos llevar a nuestras y nuestros estudiantes; incluso vale la pena hacer conscientes estas concepciones para no caer en la contradicción sobre lo que queremos enseñar. Hacer nuestras concepciones personales explícitas nos llevará a un equilibrio entre lo subjetivo de nuestra persona y lo que enseñamos versus lo objetivo que implica la teoría y lo científico, que converge en todo momento dentro de nuestra práctica y nuestra enseñanza.

El fin de semestre es siempre una buena oportunidad para revalorar nuestra práctica, para revisar de la mano de las y los estudiantes si se creó una relación significativa entre el conocimiento, las lecturas, lo aprendido y su historia personal. Es una oportunidad, además, de revalorar nuestra práctica, de renovarla, dinamizarla, contextualizarla en el momento social-histórico-político que nos atraviesa, de extender las relaciones significativas de nuestros grupos a las nuestras, de seguirnos construyendo en este proceso.

Finalmente, aprovecho también el cierre de semestre para reconocer el valor que tiene nuestra profesión. Enseñar como dice Freire exige saber escuchar y ese saber nos debe llevar a brindar posibilidades para que cada estudiante construya su propio conocimiento, a partir de sus propios intereses y a partir de sus propias vivencias. Enseñar es respetar su aprendizaje, respetar sus intereses, sus historias y tomar en cuenta sus necesidades. El aprendizaje no se mide ni se evalúa con el número de una nota, o como dice Freire el número de libros leídos en un semestre, el aprendizaje se refleja en las ideas creadas y no en su consumo.

La autora es académica de la Universidad Iberoamericana Puebla.
Sus comentarios son bienvenidos.

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Dafne Reyes Jurado

Maestra en Educación Media Superior por la UDLAP, especialista en Orientación Educativa con enfoque sociopsicopedagógico (BUAP) y licenciada en Psicología por la Ibero Puebla, donde se desempeña como responsable del Programa Intercultural de Vida Universitaria Pedro Arrupe, SJ. y como académica.