El presupuesto de defensa de EU y sus razones

  • Herminio Sánchez de la Barquera
Estados Unidos necesita garantizar su superioridad militar y su capacidad de proyección de poder

Para comenzar, deseo a mis cuatro fieles y amables lectores un excelente año 2022, que no abandonen al humilde autor que perpetra tozudamente estas líneas, que Dios les conceda vida y salud y que los ilumine para que se abstengan de participar en el faraónico circo de la revocación del mandato.

Pasemos ahora a exponer el primer tema de este año, que en esta ocasión tiene que ver con las políticas de defensa nacional de los Estados Unidos, en un contexto caracterizado por las confrontaciones con China (que cada vez manda más señales de estar a punto de invadir Taiwán) y con Rusia (que cada vez manda más señales de estar a punto de invadir Ucrania). Para el ejercicio fiscal de este 2022, el presupuesto de Defensa de los Estados Unidos alcanzará una cifra más alta que nunca: ¡768 200 millones de dólares! Es una cantidad verdaderamente estratosférica, superior en un 5% al presupuesto del año anterior e incluso más alto que lo que el mismo gobierno de Biden había solicitado. Hasta ahora, el presupuesto de defensa más alto de la historia estadounidense (y, por lo tanto, del mundo, en general) había sido el de 2020, con 740 000 millones de dólares.

Para que mis aspiracionistas lectores se den una idea de los que este dinero significa: con 768 200 millones de dólares entraríamos definitivamente al primer mundo, y por la puerta grande, pues, si tuviéramos ese dinero, podríamos construir un Tren Maya desde Tijuana hasta Cancún, de ida y vuelta, y otro de Matamoros a Tapachula, con lo que les ahorraríamos el trabajo a los inmigrantes centroamericanos. Además, alcanzaría para poner centrales avioneras como la de Santa Lucía en la Mixteca, en la Huasteca, en el Valle del Yaqui, en las Islas Revillagigedo, en la Selva Lacandona y en donde se nos antojara. Y podríamos construir muchas refinerías como la de Dos Bocas para acabar de destruir los pocos manglares que aún quedan en el país. Estaríamos, claro está, en el primer mundo.

Pero dejemos de soñar y volvamos a nuestro tema. El monto tan elevado del presupuesto de Defensa de los Estados Unidos refleja cuáles son las preocupaciones actuales en materia de seguridad y de política exterior de ese país y en dónde están: ya no es Afganistán, ahora es la región Asia-Pacífico y en la Europa del Este. Y el esfuerzo central está en tratar de contrarrestar el protagonismo, las amenazas y los esfuerzos de China y de Rusia por imponer sus intereses, así sea en contra de Europa, Japón, Australia, la OTAN y los Estados Unidos. No olvidemos que el segundo país del mundo en cuanto al monto de su presupuesto de defensa es precisamente la República Popular China, pero su presupuesto es de apenas una tercera parte de esos 768 200 millones de dólares que gastarán los Estados Unidos en sus programas de defensa en el ejercicio fiscal 2022.

El presupuesto de Defensa en los Estados Unidos fue aprobado por la Cámara de Representantes por 363 votos a favor y 70 en contra, y en el senado por 89 contra 10. Según la ley correspondiente, los salarios en las fuerzas armadas estadounidenses aumentarán en un 2.7%, además de que se destinarán 7 100 millones de dólares para mejorar las capacidades militares en el Pacífico, 4 000 millones para la Iniciativa de Defensa Europea y 300 para apoyar a Ucrania.

En esta columna ya hemos tocado en ocasiones anteriores el tema espinoso de la expansión china en el Mar Meridional, con sus roces internacionales, pues se enfrenta a intereses filipinos, japoneses, vietnamitas, coreanos, australianos y, obviamente, estadounidenses. A fines del 2021, la presión militar y psicológica que China ejerce contra Taiwán, país al que considera parte de su territorio y al que tarde o temprano tratará de reconquistar, fue en constante aumento, con frecuentes vuelos de aviones militares, entre los que había aeronaves de combate y bombarderos. Esta presión, los intentos chinos por “devolver” a los rejegos taiwaneses al seno de la gran patria y la expansión de China, por medios condenados por el Derecho Internacional, en el Mar Meridional, hacen que los Estados Unidos preste especial atención a esta región del mundo. A este escenario tan explosivo hay que agregar a Corea del Norte y sus constantes bravatas, su inestabilidad económica, sus tensiones con Corea y su cercanía política y económica con China.

El otro escenario delicado, particularmente en estos días, es el de la frontera de Rusia con Ucrania. Todo parece indicar que los anhelos expansionistas de Vladimir Putin se han acrecentado en los últimos años. La nada honrosa salida (por no decir “huida”) de los Estados Unidos de Afganistán y los desencuentros en materia de estrategias y gastos de defensa provocados por Trump con Europa, que dejaron heridas aún no cerradas, son fenómenos que Putin interpreta como señales inequívocas de debilidad en el Occidente, por lo que muy probablemente está solamente esperando un pretexto para invadir Ucrania. Nadie concentra 100 000 soldados en la frontera con otro país solamente para hacer maniobras, por lo que creo muy probable que Putin esté acariciando la idea de una invasión, particularmente porque si lo hace en invierno puede provocar mucha intranquilidad en Europa por el desabasto de gas y petróleo. La reciente ola de “hackeos” a millones de usuarios de internet ucranianos, en cuyas computadoras aparecía el mensaje de que se prepararan para lo peor, no puede ser visto sino como un paso más de la guerra psicológica de Rusia contra Ucrania.

Como afirma Christoph Heusgen, director de la Conferencia de Seguridad de Múnich, Putin vive nostálgico en su viejo mundo de la antigua Unión Soviética, en el que el Derecho Internacional no jugaba ningún papel importante. Por eso busca afanoso, la restauración de ese añorado paraíso, de ese imperio ruso. Es por eso que, si el Occidente reacciona con suavidad ante una invasión a Ucrania, Putin verá confirmada su visión de la debilidad de Estados Unidos y de sus aliados, por lo que podrá seguir tranquilamente adelante.

A eso se debe que las actividades militares de los rusos se hayan multiplicado en el año que recién concluyó, pues así mantienen nerviosos a los europeos y sus aliados. Para darnos una idea: tan sólo en el año 2021, los aviones de combate de la OTAN tuvieron que despegar para interceptar u observar a aeronaves rusas en 290 ocasiones. En general, los aviones interceptores de la alianza atlántica tuvieron que despegar en 370 ocasiones por algún tipo de alarma; de estas ocasiones, 290 tuvieron que ver con aviones rusos, a los que los aviones caza tuvieron que identificar y escoltar hasta que abandonaran el espacio aéreo considerado por los aliados como prioritario para la detección temprana. Muy pocos aviones rusos entraron al espacio aéreo de algún país de la OTAN, pero el hecho de provocar constantemente a los aliados es otra especie de guerra psicológica.

Casi todos los vuelos sospechosos de los rusos se llevaron a cabo sobre el Mar Báltico. Este espacio está especialmente vigilado por la OTAN desde 2014, cuando comenzó el conflicto con Ucrania, particularmente por los deseos expresos de Lituania, Letonia y Estonia, quienes vieron con muchísimo nerviosismo la invasión y posterior anexión de la península de Crimea. Es por eso que en torno al Báltico están estacionados más de 60 aviones de combate de la alianza atlántica, listos para entrar en todo momento en acción.

Obviamente, los rusos ven las cosas desde otra perspectiva: a mediados de diciembre pasado, en una reunión con diplomáticos, el viceministro ruso de Defensa, Alexander Fomin advirtió, en un mensaje dirigido a los agregados militares occidentales, sobre los peligros de un conflicto armado. Dijo que la OTAN, en los últimos años, ha estado practicando la provocación directa, que fácilmente podría pasar al conflicto armado.   

Así que, para entender una de las razones para el monto tan elevado del presupuesto de Defensa de los Estados Unidos, no solamente hay que considerar la expansión comercial, militar y política de China y de Rusia en diferentes partes del mundo, como África, Asia y América Latina, sino que también hay que observar con cuidado el desarrollo de los acontecimientos en esos dos grandes escenarios explosivos: las fronteras de Rusia con Ucrania y el Mar Meridional de la China. Los Estados Unidos necesitan forzosamente garantizar tanto su superioridad militar como su enorme capacidad de proyección de poder y de movilización de fuerzas hacia cualquier escenario mundial. Y eso cuesta dinero. Mucho dinero.  

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Herminio Sánchez de la Barquera

Originario de Puebla de los Ángeles, estudió Ciencia Política, música, historia y musicología en Núremberg, Leipzig, Essen y Heidelberg (Alemania). Es Doctor en Ciencia Política por la Universidad de Heidelberg.