La carta a los Reyes Magos

  • María Teresa Galicia Cordero
Podemos resignificar las experiencias familiares para conservar el valor de un momento tan especial

Para mi nietecito


Mi vínculo con la llegada de los Reyes Magos tiene un fuerte lazo familiar, y que se replica con los años desde que era muy pequeña, pues me remite primero con mis abuelos maternos. Tiempo después, la tradición continuó con mis dos queridos hijos y ahora con mi pequeño nieto.

Nuestros hijos siempre esperaban ansiosos la fecha; en ese entonces redactaban su carta adornada con dibujos, bajaban su zapato y esperaban con ansia la llegada mágica. Lalo en especial, se esmeraba para el recibimiento, ponía algo de comer para los Reyes Magos y una cubeta con agua porque suponía que el elefante, el camello y el caballo tendrían sed después del largo camino realizado.

Mi hija siempre fue mucho más perspicaz, ya que argumentando que eran magos, cambiaba la carta varias veces, de tal manera que los Reyes de Oriente se volvían locos para cubrir su solicitud, pero todo valía la pena, lo importante era conservar la tradición.

Esos recuerdos se conservan toda la vida. En mi caso siguen presentes muy dentro de mi mente y corazón. Recuerdo esas madrugadas   del 6 de enero, mientras soñolienta contemplaba la enorme felicidad y el júbilo evidente de mis dos hijos cuando descubrían junto al nacimiento, lo solicitado.  

La celebración se ha ido transformando y muchas veces la fecha se enmarca más dentro de un marketing publicitario que como una tradición; sin embargo, podemos resignificar las experiencias familiares para seguir conservando ese sentido tan particular que tiene en nuestras vidas, esta noche tan especial.

Es importante no olvidar que, cada vez el medio ambiente sufre de las consecuencias de nuestros actos y cualquier acción humana que se vuelva masiva, repercute negativamente en nuestro medio ambiente, un ejemplo son los globos.

Es necesario hacer explícito y difundir que los globos no llegan al cielo, caen y a veces muy rápido en algún lugar en donde las aves, los peces, los reptiles y otros animales marinos y silvestres son atraídos por sus bellos colores matándolos o lesionándolos de alguna manera a pesar de que ciertos países, instituciones y organizaciones insisten en prohibir su lanzamiento, pero se insiste en fomentar su uso.

Escribir una carta desarrolla las habilidades comunicativas de los niños y niñas, ponerla en el zapato, mandarla por correo convencional como se hacía en antaño o mandarla por correo electrónico, tiene mucho que ver con la imaginación, fuente importante del proceso creativo.

Y para quienes ya no somos niños o tan niños, podemos elevar la mirada al cielo y buscar las estrellas, las tres más luminosas que están en nuestro cielo y pedirles de todo corazón, se cumplan nuestros más sentidos deseos.

Los míos sin duda tienen que ver con la concreción de una educación mucho más pertinente e inclusiva para todos nuestras niñas y niños y por supuesto, que mis seres queridos sean felices recorriendo ese camino que han decidido elegir.  

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María Teresa Galicia Cordero

Doctora en Educación. Consultora internacional en proyectos formativos, investigadora social, formadora de docentes e impulsora permanente de procesos de construcción de ciudadanía con organizaciones sociales. Diseñadora y asesora de cursos, talleres y diplomados presenciales y en línea. Articulista en diferentes medios.