Música, esa rebeldía indomable de las masas

  • Juan Manuel Celis Aguirre
Es la música popular donde se refugia y alimenta la voluntad, y la fuerza que da identidad

La música ha sido fundamental en mi vida. Soy un amante de la buena música, la conozco gracias a la afición a ella que me inculcó mi padre, el Doctor Juan Manuel Celis Ponce, y desde luego gracias a las enseñanzas de nuestro querido maestro Aquiles Córdova, que es un estudioso profundo y difusor de la buena música de todos los tiempos. Desde muy joven aprendí a tocar algunos instrumentos, como el piano o la guitarra, gracias a la influencia de mi padre, en un principio, y después gracias a una de las tareas que me dio mi querida organización: el trabajo de la Comisión Nacional Cultural. La música es alegría, es tristeza y, en el mejor de los casos, es un reflejo de la realidad retratada por la mente humana en la poesía y en los sonidos que forman un todo general que nos complace oir.

Siempre debemos tomar en cuenta que la música popular como parte de las artes que cultivan los pueblos, es parte importantísima de su alma misma, en donde se refugia y alimenta la voluntad y la fuerza que le dan identidad a las aspiraciones nobles y creativas de los espíritus rebeldes e indomables de las masas, siempre dispuestas a sentirse parte integrante de un pueblo orgulloso, irredento y libertario, para defender lo propio, lo que ha construido con tanto trabajo y esmero, lo suyo, que lo identifica y hace que sea diferente e irrepetible y que, por eso, lo defiende con tanto cariño y amor, si es necesario con la vida misma, cuando se la tratan de arrebatar o de sobajar.

Esto lo saben los poderosos de siempre, los opresores del pueblo y es por eso que, en nuestro sufrido país, la burguesía criolla difunde con esmero y con enjundia toda esa basura que llama “música”, a través de todos los medios a su alcance, que son muchos y poderosos. Y también, cerrando la pinza, el imperialismo carroñero pone su “granito” de arena con lo que deberíamos de llamar toneladas de ‘reggeatones’ y de gritos ofensivos y dantescos, para contribuir con la “educación musical”, sobre todo de los jóvenes.

En fin, todo eso está rigurosamente planeado para someternos y llevarnos hasta aborrecer y despreciar la mínima creación auténtica y libertaria de los auténticos genios artísticos que ha parido a montones nuestro México.

Por eso no debe extrañarnos cuando prendamos la radio, la tele o en las redes sociales y nos muerda rabiosamente una mentada de madre envuelta en una dizque canción o una ‘ladrada’ en inglés, peor interpretada por unos esperpentos llamados super estrellas de la última moda.

El Movimiento Antorchista Nacional, desde hace muchos años, casi desde que se fundó, realiza trabajo cultural en todas las zonas en donde hace trabajo político, porque arte y política no pueden vivir separadas cuando son auténticas. Sabemos que la pobreza material de la gente le acarrea pobreza cultural. El que no tiene para comer, no puede disfrutar de las grandes creaciones artísticas de la humanidad. El que no sabe leer, no puede paladear las letras de poetas y escritores. El que trabaja de sol a sol por un salario de hambre, no puede practicar ballet, o el baile folclórico, o las danzas mexicanas, o la música nacional e internacional, o la declamación o el teatro. ¿Por qué no puede? Porque el trabajo excesivo se lo impide. El sistema capitalista bloquea la difusión del arte entre los humildes y les ofrece, en la radio, la televisión o la redes sociales, “cultura de moda” que de arte tiene cero calidad. Pero eso puede romperse, para comenzar a crear a un mexicano libre y con pensamientos elevados. Eso es lo que busca Antorcha. Nuestro trabajo cultural busca quebrar las cadenas intelectuales que mantienen sumiso a un pueblo entero, para convertirlo en un gigante de aspiraciones elevadas.

Como dijo un periodista hace unos años, “Antorcha se ha preocupado por crear, en serio, una corriente cultural pensada para masificar el arte, para limpiarle la polilla que le imprimen las élites “intelectuales” del país y el mundo, y llevarla a vivir plenamente entre los corazones de las mayorías desheredadas de este mundo. ¡Hay que salvar al arte del manoseo intelectualoide y entregarlo a las masas, en donde hallará buen cobijo! Eso es lo que hace Antorcha con su política cultural, que a propios y extraños asombra. Estamos orgullosos de ella y cada día trabajamos para hacerla crecer y levantarla cual gigantesca ola que refresque el ánimo y el intelecto de quienes deben aprestarse a luchar por un mundo mejor, armonioso, justo y equitativo”.

Por eso organizamos el Concurso Nacional de Voces, el Concurso de Folclor Internacional, el Concurso Nacional de Declamación, el Encuentro Nacional de Teatro, la Muestra Nacional de Pintura, o nuestras famosas Espartaqueadas, la perla cultural antorchista, que son la suma y síntesis de un colosal trabajo de educación popular y que se han colocado como el encuentro cultural no gubernamental más importante del país.

Desde hace poco más de un año, por ejemplo, con la Compañía Nacional de Música de Antorcha realizamos cada mes programas de música que presentamos a través de las redes sociales, que han tenido un gran impacto entre la población. En ellas, hemos cantado la música mexicana, los boleros, la música ranchera o los corridos de la revolución mexicana, la música yucateca, y hemos homenajeado a países como Cuba, Argentina, España o Estados Unidos o Inglaterra. El número de gente que ve nuestras transmisiones cada día nos sorprende. Les agradecemos y les decimos: vamos a hacer más programas.

En el quehacer cultural nacional, al pueblo mexicano se le ha relegado a la tarea de ser un mero consumidor de la cultura de moda con que nos bombardean noche y día -y hasta en la sopa- los medios de comunicación, y que es parte de un proceso de colonización intelectual que nos tapa los ojos ante los problemas del mundo. Al status quo no le interesa que el mexicano practique arte y conozca la cultura, por lo menos no de manera general. No se le siembra en las escuelas la curiosidad por el arte y tampoco se le dan las condiciones, ya no para su práctica, sino cuando menos para su disfrute. Hay más de 100 millones de trabajadores que jamás han acudido a un teatro, porque los boletos son caros, por ejemplo. Las grandes compañías de ballet del mundo se presentan en foros semivacíos. Las salas de concierto están desiertas. El disfrute y la práctica del arte se ha reservado para una élite que se enclaustra y vigila con celo lo que consideran “su” herencia, así como pasa con la riqueza que creamos todos los mexicanos. El arte, pues, está secuestrado.

Para que el hombre pueda aspirar a una vida mejor y más justa para todos, debe tener horizontes amplios de pensamiento. Y en esta tarea, las creaciones artísticas de México y el mundo, desarrolladas a lo largo de miles de años, son una pieza clave, fundamental. Es necesario enseñar a los pueblos a disfrutar y practicar las artes. Lenin, jefe de la Revolución Rusa, dijo en octubre de 1920 ante el congreso de las juventudes: “hay que enriquecer indefectiblemente la memoria con los conocimientos de todas las riquezas creadas por la humanidad”. Y eso es, ahora, más necesario que nunca si queremos cambiar la mentalidad de un pueblo entero para que sea el protagonista de su propia liberación.

Antorcha hace arte porque así lo demanda nuestra labor política, nuestra labor de organización y educación de un auténtico movimiento que pueda dirigir los derroteros de este país en un futuro cercano. Como parte de esta tarea, el sábado 25 de septiembre, nuestra Comisión de Publicaciones transmitirá a los ganadores del Concurso Nacional de Voces 2021, a las 8:00 pm, en la página de Facebook del Movimiento Antorchista Nacional. Será un evento que no se pueden perder.

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Juan Manuel Celis Aguirre

Es líder del Movimiento Antorchista en Puebla, cuya membresía suma a 300 mil poblanos. Es ingeniero de profesión, líder social durante 50 años, fue diputado federal y es un gran promotor del arte y, sobre todo, de la música. Es un excelente guitarrista y pianista.