Se rumora en los gimnasios que Kid Armenta ya inició ejercicios de calistenia. Se prepara para asaltar la gubernatura en 2024.

No pierda usted de vista al senador del pantaloncillo guinda.

Como dice el periodista, cuando Alejandro Armenta Mier aparece en los carteles, los candidatos sufren síndrome de Tyson: les tiemblan las piernitas.

Algunos managers han cometido la deslealtad de ocultar a sus muchachos que el día de la elección los espera en el ring, Kid Armenta. Es peor: cuando ven su nombre en la boleta, a las piernas temblorosas le sigue el habla tartamuda y piden que se suspenda la-la pe-pe pe-pe pelea.

Cómo olvidar su última defensa, catorce rounds como ya no se estila, buen juego de piernas esquivando las falsas maledicencias, evitando siempre que su pasado lo ponga contra las cuerdas.

Algunos fanáticos aseguran haber visto que por peras golpea piedras macizas de cantera de Tecamachalco, y que sobre el costal ha pegado y le pega duro a la foto de un renombrado político; lo único que puedo decir a la afición es que no se deje llevar por aquellos fanatizados que ven piedras donde yo veo peras y fotos donde yo veo un liso costal. El campeón no tiene rivales todavía, quienes duden pueden asomarse y corroborar que los días se van en puro entrenamiento de sombra. Verán a Kid Armenta frente a un muro ciego ensayando japs al aire, en un baile sin pareja esperando la campana de un domingo llamando a oficiar la contienda.

El senador del pantaloncillo guinda es buen fajador y, simultáneamente, buen técnico sin olvidar la buena pegada, gracias a la cual ha mandado a la lona buenas cifras.

Aunque en los pasillos pugilísticos no se le ha visto subirse al cuadrilátero, algunos colegas han contado que por cuestiones de pandemia prefirió montar en su casa un gimnasio y algunos políticos de peso completo le sirven de sparrings. Hace bien, la batalla de 2024 bien vale iniciar, desde ahora, la calistenia.