¿Abrir o no las escuelas?

  • José Guadalupe Sánchez Aviña
Hay llamados como UNICEF para abrir escuelas y el gobierno para el próximo ciclo escolar

Una pregunta pertinente, en momentos en los que por una parte se intensifican los señalamientos de organismos externos como la UNICEF para abrir las escuelas y por otra, los pronunciamientos de gobierno se orientan a no abrir sino hasta el inicio del próximo ciclo escolar 2021 – 2022, dependiendo de las condiciones del semáforo sanitario. Vale la pena explorar los argumentos que unos y otros, exponen como fundamento de su postura.

Como punto de partida de este texto, hay que señalar la convicción de que, a las dimensiones sanitaria y económica, de la crisis que se vive actualmente, visibles para Todos, se debe considerar la presencia silenciosa de dos dimensiones no tan evidentes para la población, aun cuando les afecte tan directamente como las dos anteriores; la educativa y la psico-social (emocional) son las otras dos que componen la crisis que hoy vivimos debido al COVID-19 y que no debemos perder de vista.

Expuestos por la UNICEF, algunos de los argumentos, para recomendar la apertura de escuelas a la brevedad posible, se pueden mencionar los siguientes (https://www.facebook.com/watch/?v=1314939652234312):

1.- Experiencias de escuelas cerradas por periodos prolongados, debido a emergencias como la que hoy se padece, evidencian el aumento del riesgo de abandono escolar y la acumulación de rezagos educativos y aumento de las desigualdades en el aprendizaje entre poblaciones desiguales.

2.- Tres de cada cinco niños que perdieron el año escolar, debido a la pandemia, se encuentran en América Latina y el Caribe

3.- Desde antes ya se tenían rezagos importantes tanto en aprendizajes y conectividad, como lo señala el 80% de los estudiantes, que no alcanzaba los niveles deseados de comprensión lectora ni matemáticas, así como bajo porcentaje de la población que reporta conexión física a internet, disponibilidad de computadora, celulares e incluso a señal de televisión y radio.

4.- En el periodo marzo 2020 – febrero 2021, en México las escuelas han permanecido cerradas 180 días; mayor, a los 158 días, del resto de América Latina y el Caribe. Casi el doble del estimado global de 95 días.

5.- La estimación que advierte que, a causa de la dimensión económica de la crisis, consecuencia del COVID-19, generará nueve millones de nuevos pobres en México, implicando que las familias no podrán costear los gastos directos de educación.

6.- La restricción de oportunidades de desarrollo óptimo, que experimentan los niños y niñas más pequeños, al cerrar las escuelas, debido a que, en estas etapas, se requiere una relación más lúdica y directa con profesores como compañeros.

7.- No hay evidencia, en el mundo, que las escuelas representen un factor determinante para la propagación del virus; desde luego, siguiendo de forma estricta los protocolos de cuidado sanitario.

Estos siete puntos resumen el pronunciamiento por parte de UNICEF, consistente en promover la apertura de las escuelas a la brevedad: antes de concluir el ciclo escolar 2020-2021.

A la postura de este organismo mundial, se suman de manera crítica, las académicas mexicanas Sylvia Schmelkes y Sylvia Ortega; agregando sus propios señalamientos, para enfrentar los impactos catastróficos de una situación, que Schmelkes califica de tragedia educativa.

Cinco señalamientos que delinean la postura de ambas académicas, son a) la necesidad de atender el impacto generacional que esta situación actual, amenaza con la estigmatización de toda una generación; b) El déficit que se genera, es esencialmente desigual, correspondiendo a la desigualdad estructural de nuestro país; c) autonomía de escuelas y profesores, para decidir lo que ha de realizarse, para disminuir los efectos negativos del COVID en la educación; d) Atender los rezagos en las habilidades fundacionales: lectura, escritura y matemáticas, sí, pero también en las dimensiones emocionales y sociales; y, e) Apertura programada y paulatina, iniciando en las escuelas ubicadas en zonas menos favorecidas, atendiendo ese rezago provocado por las carencias en los recursos de conectividad.

Si bien no somos Europa, deberíamos considerar la apertura de nuestras escuelas a la brevedad; poniendo especial atención a las condiciones sanitarias de cada escuela y su contexto, así como la opinión de las figuras educativas de campo. Habría que considerar este momento de contingencia, como un momento de oportunidad para modificar algunos de los componentes estructurales de la educación en nuestro país.

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José Guadalupe Sánchez Aviña

Doctor en Educación, Sistema Universitario Jesuita ademas de ser maestro en Investigación Educativa por la Ibero Puebla realizó su licenciatura en Sociología por la UNAM . Actualmente es Académico de Ibero Puebla